"LLEGO DESDE LAS PERIFERIAS", SUS PRIMERAS PALABRAS COMO PAPA

El Pontífice que revolucionó a la Iglesia

21.04.2025

ROMA (ANSA/POR Manuela Tulli) – Llegó hace doce años, el 13 de marzo de 2013, y el mundo lo conoció por aquel simple "buenas noches".

 

Fue su primer saludo al mundo entero y aquella sencillez impresionante ya anunciaba un soplo de aire nuevo y revolucionario.

Jorge Mario Bergoglio tomó las riendas de la Iglesia desde ese mismo día y la condujo por caminos valientes, abriendo las puertas a "todos, a todos, a todos", y despreocupándose de esa ala de católicos siempre reacios a las novedades.

Lo hizo después del shock que supuso la renuncia de Benedicto XVI, pero fue capaz de pasar página de una manera que era difícil incluso de imaginar.

Nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, hijo de inmigrantes piamonteses: su padre Mario era contador, empleado en los ferrocarriles, mientras que su madre, Regina Sivori, se ocupaba de la casa y de la educación de sus cinco hijos.

Después de graduarse como técnico químico, eligió el camino del sacerdocio ingresando al seminario.

En 1958 entró en el noviciado de la Compañía de Jesús. De aquí una larga vida de servicio a la Iglesia hasta convertirse en cardenal arzobispo de Baires y desde 2013 en el 266 Pontífice de la Iglesia Católica.

Francisco falleció esta mañana, después de haber atravesado 38 días de hospitalización por una neumonía y una recuperación que parecía sorprendente durante la cual quiso estar entre su gente, hasta ayer, cuando quiso dar un paseo en el papamóvil el Domingo de Pascua. Se marcha después de doce años de un pontificado intenso, no exento de problemas y contradicciones, pero que marcó un giro tan amplio, en el fondo y en la forma, que probablemente será difícil dar marcha atrás.

La apertura a los divorciados, a los homosexuales, la valorización de la mujer hasta darle el lugar que durante siglos había estado reservado solo a los cardenales. Y luego esa Iglesia "en salida", hacia los más frágiles, desde los migrantes, su primera preocupación, hasta los pobres. Es precisamente pensando en los pobres que elige un nombre que ningún Papa en la historia se había atrevido a elegir: Francisco, como el pobre de Asís, también un revolucionario de su tiempo.

El primer 'Francisco', pero también el primer Papa jesuita de la historia, el primero del continente americano y el primero no europeo en más de 1200 años. Bergoglio llevará al corazón de la cristiandad, a Roma, la experiencia de su Iglesia siempre en salida hacia los más desdichados de las villas, los barrios más abandonados de su Buenos Aires. Las "periferias", geográficas y existenciales, fueron de hecho la característica principal de su Pontificado.

Es para cuidar a los últimos, a los "descartados", como los ha definido siempre, que Francisco a veces deja atrás aquellos valores que en el pasado había definido como no negociables. Y continúa directo su camino, trastocando tradiciones que han perdurado durante siglos. No al Palacio Apostólico, prefiere vivir en Casa Santa Marta. Despoja a los ritos y ornamentos litúrgicos, desafía hábitos ancestrales y elige como cardenales a pastores que trabajan en los rincones más remotos de la tierra, desde Mongolia hasta Papúa Nueva Guinea.

"Lavemos los pies de los presos, de los migrantes, de los transexuales, y hagamos que el espacio vaticano se convierta en un refugio acogedor para tantas personas sin hogar en Roma", supo decir.

Y, sobre todo, prospera gracias a las relaciones directas con las personas. Saluda, llama, visita a la gente en sus casas.

Ocurrió con Emma Bonino y Edith Bruck, por dar solo algunos ejemplos.

El pueblo ha sido siempre el alma de su pontificado y por eso no se escatimó en esfuerzos. No lo hizo ni ahora, a sus 88 años y con las dolencias acumuladas. Llevaba casi dos meses sufriendo una bronquitis que le impedía pronunciar discursos completos y le dejaba constantemente sin aliento. Pero nada lo detuvo y siguió celebrando la misa en la plaza, a pesar de su edad, del resfriado y del virus que mientras tanto se abría paso en sus pulmones.

Bergoglio deja una Iglesia diferente, quizá más dividida.

Fue amado por los que estaban lejos, por los que hacía años que no ponían un pie en una sacristía o quizá no lo habían hecho nunca, respecto a los católicos que crecieron bajo la guía más reconfortante de Pontífices como Juan Pablo II o Benedicto XVI.

"Veo claramente que lo que más necesita la Iglesia hoy -dijo en 2013 en su primera entrevista, la de La Civiltà Cattolica- es la capacidad de sanar las heridas y reconfortar los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña después de una batalla. ¡Es inútil preguntarle a un herido grave si tiene el colesterol y el azúcar altos! Hay que sanar sus heridas. Luego podemos hablar de todo lo demás. Sanar las heridas, sanar las heridas... Y debemos empezar desde abajo".

Un legado que ahora pasará a su sucesor.

 

Imagen: ANSA


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2025-04-21T14:01:00

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