La desigualdad, el combustible elegido para mantener encendidos los motores de la economía

Carlos Grau Pérez

26.01.2021

No puedes esconder el humo si encendiste el fuego

 

La conjetura de Goldbach formulada en el año 1742 constituye uno de los problemas matemáticos abiertos más antiguos. Establece que todo número par mayor de dos se puede expresar como la suma de dos números primos. Si bien al momento no ha podido ser demostrada, no se ha encontrado ningún caso en que no se cumpla. En cambio, la conjetura acerca de que de las crisis económicas se sale fortaleciendo la oferta y reduciendo el papel del Estado no tuvo igual suerte. Esta conjetura no sólo ha demostrado ineficacia para lograr la rápida recuperación de la economía, sino que ha dejado consecuencias catastróficas sobre el bienestar de la población, especialmente en los sectores más vulnerables de la sociedad.  

Hace noventa y dos años los motores de la economía de EEUU se enlentecieron y se buscó su aceleración aplicando la receta basada en esta conjetura. El intento fue fallido y fue necesario implementar un nuevo orden de cosas (New Deal) en el cual el fortalecimiento del papel del Estado y la expansión del consumo de los hogares jugaron un papel central para lograr la reactivación y superar las secuelas de lo que hasta ese entonces era la mayor crisis que había enfrentado el sistema capitalista. Puede decirse que el problema en la estrategia inicial de la política económica consistió en emplear una teoría de la combustión obsoleta y equivocada: la teoría del flogisto. 

El manejo del fuego modificó el curso de la humanidad. Milenios después de haberlo dominado surge la primera explicación del proceso de combustión. Se atribuye al alquimista/químico alemán Johann Becher haber formulado, en 1667, la primera teoría al respecto: la denominada teoría del flogisto. Según esta teoría toda sustancia susceptible de sufrir combustión contiene flogisto. Básicamente, sostenía, el proceso de combustión consistiría en la pérdida de dicha sustancia.

La teoría del flogisto fue aceptada hasta 1777, cuando Lavoisier propuso la explicación científica que hoy conocemos y aceptamos. A veces llegamos a descubrir las verdades menos evidentes extrayendo consecuencias de las más evidentes. Lavoisier hizo experimentos con plomo, azufre y estaño y encontró que la masa del residuo de estos cuerpos después de la calcinación era mayor que la del cuerpo inicial. De esta forma, quedaba invalidada la teoría del flogisto. La teoría de Lavoisier reconoce que en el proceso de combustión intervienen dos elementos, el carburante, que constituye el material que se inflama, y el carburente, conformado por el oxígeno. Sin la combinación de los dos, no existe combustión. 

De igual manera, se requiere de la combinación de la oferta y de la demanda para mover los motores de la economía. No alcanza con fortalecer la oferta para dinamizarla. Cuando a un shock de oferta le siguen repercusiones de variada naturaleza sobre la demanda, la terapéutica no pude basarse en estimular la oferta. Quizás el fuego sea el más tangible de todos los misterios visibles.

Milenios después de dominar el fuego, la consolidación del capitalismo vuelve a modificar el curso de la humanidad. No obstante, el debate acerca de su funcionamiento, a diferencia de lo que ocurrió con el proceso de combustión, está lejos de estar laudado. Además, las crisis económicas operan como el oxígeno que reaviva el fuego del debate acerca de las virtudes  y los defectos de la intervención del Estado en la economía. Este incide en el proceso de combustión y, también, en el tratamiento de las cenizas, es decir, de las consecuencias del funcionamiento espontáneo del mercado en circunstancias de crisis económica. No existen dos opiniones acerca de que en múltiples circunstancias el mercado genera algunos resultados no deseados. No todos los fuegos son iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos, hay fuegos de todos los colores.

Una correcta evaluación del funcionamiento de las economías de mercado debe tener en cuenta tanto el contexto económico y social como la explicitación de lo que se espera del mismo, ya que la frustración suele ser proporcional a la brecha entre lo que se espera y lo que se obtiene. La capacidad de la denominada "mano invisible" del mercado se ve seriamente limitada para resolver problemas en situaciones graves, porque para superarlas suelen ser necesarias soluciones colectivas. No se le puede pedir peras al olmo. En realidad, uno las puede pedir, pero debe saber que no va a obtener lo que pidió. Las ilusiones no se comen pero pueden ser alimento para algunos.

El mercado entendido como la interacción de agentes privados sin que medie la intervención de la "mano visible" del Estado, no es idóneo para dar respuestas satisfactorias a problemas que requieren soluciones colectivas. En esto la teoría económica es clara. Como ejemplo baste mencionar el actual proceso de distribución de vacunas contra el coronavirus. 

La actual situación del mundo y, en particular de Uruguay, se caracteriza por la presencia de una crisis dual, a la que podemos denominar ecosanitaria, y que como tal requiere articular soluciones que atiendan simultáneamente lo sanitario y lo económico-social. 

Las principales señas de identidad de la estrategia económica del gobierno uruguayo para enfrentar la crisis han sido la falta de una adecuada articulación entre las medidas sanitarias y las económicas, la insuficiencia de estas últimas, manteniendo como prioridad no aumentar el gasto público, y la apuesta a que el dinamismo del sector privado derrame al resto de la sociedad. Por otro lado, el gobierno ha optado por la débil implementación de políticas de apoyo focalizadas a los sectores más vulnerables. Además, limitó las existentes al modificar el criterio de ajuste del valor de la base de prestaciones y contribuciones (BPC) que, entre otras prestaciones sociales, se emplea para determinar el valor de las asignaciones familiares. Hay que dura está la calle.

La preocupación por el resultado de las cuentas públicas es compartible, aunque no debería ser la prioridad dado el contexto económico y social en el que nos encontramos. En situaciones extremas como las que estamos viviendo, la máxima prioridad debería ser apoyar a aquéllos que, como consecuencia de la pandemia, no cuentan con ingresos suficientes para llevar una vida digna. 

Además, si se eleva la mira y se piensa en el día después, porque aunque no sabemos cuándo, este día va a llegar, priorizar el cuidado del déficit fiscal traerá como consecuencia un país que deberá enfrentar serios problemas económicos y sociales. La elección es entonces entre salir de la crisis con más deuda pública o salir de la crisis con más deuda social. 

El gobierno, por acción en algunos casos y por omisión en otros, optó por incrementar la deuda social. Para hacerse cargo de la misma será necesario invertir muchos recursos en el futuro.  Como el retorno de estas inversiones no puede ser apropiado de forma directa por el sector privado, este no las realizará. La responsabilidad recaerá entonces sobre el Estado. Más temprano que tarde será necesario recurrir a fondos públicos. Evitar gastar hoy para enfrentar la crisis es pretender tapar el sol con la mano. 

Nuestra normativa, más precisamente el Texto Ordenado de Contabilidad y Administración Financiera (TOCAF), establece que no pueden comprometerse gastos que no estén contemplados en la ley de presupuesto. Pero también establece una serie de excepciones, entre las que a texto expreso se incluye a las epidemias. El legislador fue sabio al otorgarle al Poder Ejecutivo facultades excepcionales para circunstancias como las que hoy está padeciendo nuestro país. 

Podrá decirse que el problema para invertir más fondos públicos no es jurídico sino que es económico. Para financiar gastos extraordinarios no son suficientes los ingresos corrientes disponibles, la alternativa es, por tanto, endeudarse. En este sentido hay una buena noticia, el costo de pedir prestado es hoy en día particularmente bajo. Las tasas de interés se encuentran actualmente en un piso histórico. Además, el pronóstico es que sigan así por un período difícil de determinar, pero que no se ve como cercano. Un estudio que analiza las consecuencias macroeconómicas en las economías europeas de quince pandemias, llega a la conclusión de que estas producen efectos duraderos (efecto resaca) entre otros reduciendo en forma permanente las  tasas de interés. (1)

No obstante, la estrategia del gobierno ha sido otra: ajustar a la baja el gasto público, apostando a que el sector privado sea el que dinamice la economía. Los malla oro, se espera, serán los encargados de generar la combustión que mueva los motores. De acuerdo con este enfoque hay que cuidarlos porque serían los encargados de invertir, de reproducir el capital. La imagen alternativa que podría usarse entonces es la de abeja reina. Estas tienen dos funciones, la de asegurar la reproducción y la de organizar a las obreras para que realicen todo el trabajo en la colmena. Este incluye la construcción de los panales, la alimentación de las crías, la recolección de polen y su transformación en miel. 

La necesidad de dinamizar el sector privado es compartible. En cambio no lo es el instrumento por el que se optó. Entre las herramientas empleadas para mejorar la rentabilidad de las empresas privadas se destaca la pauta presentada el año pasado por el Poder Ejecutivo para la octava ronda de negociación salarial. Esta incluye una disminución del salario real de los trabajadores del sector privado en el año 2021 equivalente a la caída del PIB de la economía en 2020, es decir cerca del 6%. El efecto de la aplicación de esta pauta es equivalente a introducir un impuesto a los salarios y luego distribuir lo recaudado entre las empresas. La inflación puede transformarse así en un impuesto sin legislación con recaudación afectada. Como medida adicional, apuntando en la misma dirección, se puede mencionar la flexibilización otorgada a las empresas privadas en diciembre del año pasado para el otorgamiento de licencias y el correspondiente pago del salario vacacional. 

En definitiva, se busca incrementar la rentabilidad privada mediante una reducción de sus costos, la que se financia con lo que podemos denominar socialización de pérdidas. En la estrategia del gobierno el salario puede ser considerado el flogisto y, como consecuencia, sería inevitable su reducción en el proceso de combustión necesario para hacer funcionar los motores de la economía. Pero como evidenció Lavoisier la combustión no genera siempre pérdida de masa. El crecimiento de la economía y la del salario real no tienen por qué tener trayectorias divergentes. Si la propuesta de ajuste salarial contemplara la participación de los trabajadores tanto en las pérdidas como en las ganancias, lo que podemos llamar un modelo de riesgo compartido, la discusión sería otra.  No es que se pierda la magia, se descubre el truco.

La disminución del salario real que se observará en el correr de este año implicará llover sobre mojado. La caída del PIB de una economía tiene dos interpretaciones que representan dos caras de una misma moneda. Por un lado, implica la disminución de la producción total de bienes y servicios. Por otro, representa la disminución de los ingresos percibidos por los involucrados en el proceso productivo, entre los que se encuentran los ingresos salariales de los trabajadores. Por tanto, como el año pasado el PIB cayó, los trabajadores ya tuvieron un descenso de sus ingresos, al que se sumará el de este año. Los que no quieren sopa recibirán dos platos y como postre tendrán el cambio en la determinación de las franjas para el pago del IRPF.

Del análisis de la estrategia del gobierno surgen algunas preguntas, ¿por qué financiar los respiradores para el sector privado con los ingresos actuales de los trabajadores? ¿Necesitan todas las empresas el apoyo de un respirador? En el tratamiento de oxigenoterapia en personas con problemas respiratorios, el exceso de aporte de oxígeno es riesgoso, puede tener consecuencias negativas para los pacientes. ¿Es conveniente poner un respirador a las empresas que no lo necesitan?, ¿no debería haberse tenido esto en cuenta? En una economía deprimida, se reduce el poder de compra de una parte significativa de la población, que además es la que consume la mayor parte de su ingreso, la incertidumbre en relación a las exportaciones es grande y se reduce también el gasto público, cabe preguntarse, ¿existirá demanda suficiente?, ¿no existe el riesgo de generar exceso de oferta? Nada asegura que la oferta genere de forma automática su propia demanda. 

En la actualidad, en virtud de la caída de la demanda, es esperable que muchas empresas estén funcionando por debajo de su capacidad productiva potencial. Si existen capacidades excedentarias las variaciones de demanda se ajustan principalmente por el lado de la producción y no a través de los precios. La existencia de desempleo en estas circunstancias no se debe a la escasez de capital sino a su baja utilización.  En un Outlook de la OCDE se plantea que después de la última crisis, en un contexto de elevada rentabilidad de la inversión y de un nivel de riesgo de la inversión financiera en sus mínimos históricos, se esperaba que el gasto de inversión para el periodo 2018-2019 se situaría por debajo del nivel necesario para que crezca el stock de capital al mismo ritmo que en la década anterior a la crisis. Los beneficios de hoy no se convierten necesariamente en las inversiones de mañana.

Desde el inicio de la crisis ecosanitaria el país comenzó a transitar un camino que conduce al aumento de la pobreza. En este contexto existe un aspecto positivo a resaltar. Parte de los efectos negativos de la pérdida de ingresos pueden ser parcial y temporalmente mitigados. La situación de la economía previa a 2020, aumento de ingreso de los hogares y bajas tasas de interés, creó condiciones para la generación de ahorro al que en algunos casos se podrá recurrir para recomponer ingresos. El dinero no le es todo, pero está a la altura del oxígeno.    

No será fácil desandar este camino, cuanto más se avance en esa dirección mayores serán los costos sociales actuales y futuros. Suele ser muy caro recuperar lo que no tiene precio. Seguramente esto justifica la respuesta de Olivier Blanchard, reconocido economista que formó varias generaciones de economistas con su manual de macroeconomía y director del FMI entre 2008 y 2015, cuando se le preguntó si compartía la afirmación de que el uso de fondos públicos para enfrentar la crisis enmascara la realidad: "No. El dinero público no ha enmascarado la realidad, la ha mejorado. Evitó mucho sufrimiento. Evitó los fracasos. Habría sido una locura no gastar mucho". (2)  

También se le preguntó, ¿Se arriesgarían los mercados a rebajar la calificación? "No. Mientras los déficits estén justificados económicamente y ayuden a la economía hoy, y a un mayor crecimiento mañana, los inversores no deben preocuparse. Se trata de una profecía autocumplida: si los inversores no están preocupados, los tipos de interés se mantendrán bajos, no habrá crisis y, por tanto, no tendrán motivos para preocuparse". (2)

Vivimos momentos en los que, más que en otras oportunidades, se hace necesario pasar hilo por lo que une y no tijera por lo que separa. Esperemos que se encuentre más temprano que tarde el hilo de Ariadna que nos permita superar la crisis. No soy lo suficientemente fuerte como para rechazar la probabilidad de la esperanza, que alguien definió como el sueño de los que están despiertos. 

Carlos Grau Pérez es Economista, Investigador del CINVE. Master en Economía por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica 

cgrau@cinve.org.uy)

(1) Finanzas y Desarrollo, Políticas, Política y Pandemia. FMI. 2020

(2) https://www.parismatch.com/Actu/Economie/Arreter-les-dispositifs-de-soutien-avant-la-fin-de-la-crise-serait-criminel-1719623

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2021-01-26T06:27:00

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