El dios de los vientos

Ismael Blanco

18.09.2015

Les aseguro que se lo pregunté a varios y todos me respondieron lo mismo: “esto de los vientos en la economía era algo desconocido en otros tiempos”.

Reconozco que la frase se ha impuesto, suena "cool" y todos hablan de los "vientos" y entonces en la radio, en el diario y en la TV surgen "que los vientos por aquí" y "que  los vientos por allá" y entre viento y viento pasamos de los tan  nombrados "vientos  de cola"  hasta  los nuevos "vientos de frente", estos últimos que se presentan como el anhelo de estirados economistas y consultoras que con viento a favor o con viento en contra, siempre nos anuncian, y en el fondo nos desean  a la izquierda, las peores de las suertes.

Casi me convenzo que para ser ministro de economía en nuestro país, uno debería cumplir con el requisito de ser Torraca o algún otro destacado meteorólogo. Y es por eso que caí en la cuenta de que no hay nada nuevo, o diría yo casi nada nuevo para no ser tan determinante, pues me bastó acudir a la mitología griega para  encontrar a "Eolo" el dios de los vientos.

Este dios  desde su hogar en la Isla de Eolia y por designación de Zeus tenía el poder de aplacar y provocar todos  los vientos. Era tal el poder de "Eolo", que había logrado tener una importante "clientela", ya que a él acudían otros dioses  para destruir a sus enemigos.

Si Eolo viviera en nuestras tierras ¿A qué no adivinan quienes pienso  que hoy serían los uruguayos "clientes vip"  de esta divinidad? Acaso, ¿no  serían los mismos  que desde hace diez años le vienen rezando todas sus plegarias  y realizando todo tipo de  invocaciones y peticiones al Olimpo en pleno, para que la izquierda fracase? 

Y lo dicho no es porque crea  ni defienda la unanimidad de opiniones en materia económica, ni en otros temas. Los debates y las discusiones que se dan dentro de la izquierda siempre serán bien recibidas. Al calor de la misma más allá de las durezas y aún cometiendo  injusticias en las apreciaciones siempre me  resultan preferibles a los silencios y a las sospechosas y peligrosas unanimidades. Sin embargo, no podemos perder determinadas referencias y olvidarnos que nuestro gran debate ideológico es y seguirá siendo con la derecha de este país. 

Hoy la derecha oscila entre seguir con el mismo sonsonete o intentar cambiar hacia algún discurso "más intelectualizado" como para modificar la pisada. Aunque deberían admitir que no pueden con su genio, les encanta invocarnos todas las maldiciones y plagas posibles y existentes para que nos vaya mal con su más sentido patriotismo. 

Por estas horas expertos de todo tipo y color, con voces afectadas y posturas presuntuosas van confirmando que el país ha entrado en una situación de franco declive y algún especialista de facciones gomosas fue categórico para afirmar que no sólo no habrá crecimiento sino que estamos a las puertas de la recesión. Es que el hombre nos adelanta su profecía sobre el mal que nos aguarda, como no podía ser de otra manera para un especialista proveniente de una muy devota universidad.  

La derecha política ha pretendido y pretende instalar en la sociedad una sensación de zozobra e inestabilidad. Año tras  año los anuncios con letras tipo catástrofe nos los viene anunciando. Es evidente que no es díficil pronosticar lo que no es atípico en un mundo que vive agudizándose  de crisis en crisis  y que cualquier cataclismo replica en todos los puntos cardinales de la economía mundial. Decir que en el capitalismo hay y habrá una crisis y que las mismas traerán recesión es como decir que a un organismo podrido le saldrán gusanos. 

Evidentemente no hace falta ser un augur para anunciar los riesgos y las dificultades, no hay arte en eso, ni aporte, ni exposición de talentos. Ante las inevitables crisis lo que importa es qué se hace frente a ellas;  cómo ante las crisis se protege a los más débiles; cómo se hace para seguir distribuyendo en los momentos difíciles.  En buscar soluciones a estos temas y poder encontrarlos es donde se demuestra el genio y el temple de quienes tienen responsabilidades en la economía de un país. 

No sé ellos, pero en lo que a mí respecta yo no subestimo la inteligencia y la capacidad del pueblo uruguayo. Lo cierto es que cada vez que la derecha  anuncia la crisis, que la grita, que la elevan a su cielo, basta esperar que hagan la pausa de "tan sensible demostración"  y que atentamente escuchemos sus recomendaciones para la salida,  que son las mismas de siempre: aumento del tipo de cambio, recortes presupuestales, pautas salariales a la mínima expresión y si es posible ninguna, y la famosa consigna "bajen el costo" del Estado, siempre y cuando no sea un tema que les ataña. 

Una vez más expresaré lo que pienso, sea para regocijo de algunos que suponen que cuando desde la izquierda uno hace crítica y autocrítica lo ven como un síntoma de debilidad o como un reconocimiento de los errores y por ende para ellos de desilusión y fracaso.

Obviamente que no voy a gastar ni un gramo de energía en hacerles los fundamentos de lo que considero sobre los juicios críticos de los comportamientos propios, pero considerándome un atento seguidor de los medios hegemónicos y leyéndome, casi al borde de dejar mi salud, sus comentarios, sus exclusivas, sus editoriales y editorialistas, no encontré una pizca de autocrítica sobre sus actos, sobre lo que hizo y sobre lo que la derecha política hace. 

Debo admitir que han desarrollado cierta musculación ya que en la cotidiana diatriba,  los mismos actores, en los mismos medios, desde la mañana a la noche nos van informando, frotándose las manos, que las exportaciones decrecen, que sube el dólar pero no lo suficiente y necesario, que el déficit fiscal es un escándalo, que los salarios son altos, que la conflictividad aumenta, que el presidente es débil, que cierra una fábrica, que la recesión se nos viene encima, que la inflación se dispara y mucho más, y todo a sabiendas que de si se abusa en el consumo de "tan optimistas", "objetivos" y "neutrales periodísticos y periodistas" uno asume el riesgo de no pegarse un tiro en el lugar más pudiente de nuestra hombría. 

Pero volviendo a "Eolo", el dios de los vientos, debo decir que también tuvo peticiones de un legendario héroe de la mitología griega:  Ulises. Quien le visitó a los efectos de solicitar su ayuda para navegar por los mares. "Eolo" que poseía una importante sensibilidad,  generó buena empatía rápidamente con el rey Itaca y éste  le ofreció una fiesta  a la llegada a su isla, además de regalarle una brisa favorable para poder volver a sus tierras y hasta le entregó en señal de admiración un odre con vientos, que no debía ser abierto, ya que era para la suerte. Ahora bien, en una distracción de Ulises, sea por exceso de confianza o simplemente seguro de sentirse descansado en la confianza de su tripulación, ésta por curiosidad o simplemente por descuido, abrió el odre y se perdieron los vientos y la fortuna que los acompañaba. 

Al igual que aquellos viejos héroes de epopeyas mitológicas, en nuestro país los logros obtenidos, no fueron  por la ayuda de  los grandes vientos o brisas favorables. Se llegó "a casa" por mérito, inteligencia, tesón y sacrificio propio, que por cierto duró más que la guerra de Troya. Se sorteó el canto de las sirenas y el terror de los cícloples. Se logró vencer hasta al terrorífico  Polifemo. Y todo ello gracias a que nuestro pueblo resistió y así se venció a pesar de que muchos quedaron por el camino.   

Aún nos falta cruzar mares y seguir soportando tempestades, pero lo haremos, porque somos dueños de nuestra epopeya, de nuestros poemas,  los hemos construido,  letra a letra, sílaba a sílaba, palabra a palabra.

Tenemos una historia y una gesta que nos avalan.

Ismael Blanco
2015-09-18T17:16:00

Dr. Ismael Blanco