La dinastía Rothschild
Marcelo Marchese
24.09.2021 13:15
“Es un principio de nuestra casa no prestar dinero para la guerra”, dice la familia que labró su fortuna prestando dinero para la guerra.
Tiempo atrás pensé que la ineluctable concentración de riquezas llevaría a que una familia fuera dueña de todo. Ahora me doy cuenta que lo que pensaba para el futuro ya sucedió en el pasado y los Rothschild dominan la economía mundial de manera tan completa que hacen como que ya no dominan nada, pues la discreción es la marca de la casa. Tienen la habilidad de digitarlo todo a través de voceros y testaferros como Soros y Bill Gates.
Ellos son el Poder.
Ellos fueron la industria del hierro y el acero, el carbón, el petróleo, el ferrocarril y los diamantes. Ellos fijaron el precio internacional del oro. Ellos fueron los banqueros de los reyes, por lo que los reyes cabían en el bolsillo de uno sólo de los Rothschild. Ellos fueron los banqueros de los países en guerra, de uno y otro lado, por lo que la guerra era una rama de los negocios de los Rothschild. Los bonos emitidos por los Estados para pagar los desastres de la guerra o para pagar cualquiera otro desastre al que los llevara los Rothschild, eran emitidos por los Rothschild.
Bismarck, mientras Francia firmaba la rendición, pernoctaba en un castillo de los Rothschild. El Parlamento Británico cambiaba su ritual para que el parlamentario Rothschild hiciera su juramento. Todos se arrodillaban para besar los pies del Papa, salvo el banquero y amo del Papa, Rothschild.
La Declaración Balfour por la cual Inglaterra se convierte en herramienta del sionismo, le llegó, antes que a nadie, a un Rothschild. Financiaron la primera colonia judía en Palestina en 1882.
Construyeron el Parlamento y una sede clave del Poder Judicial de Israel. Varias de sus calles llevan el nombre de Rothschild.
Manejan a las grandes corporaciones, desde que el capital financiero ha devorado al capital industrial. El capital industrial es, hoy, una función del capital financiero. Ahora dejan de invertir en petróleo y apuestan a la "energía verde", pues no tienen cómo errar en la decisión sobre un futuro diseñado por ellos. Ellos son los laboratorios y sus medicamentos y sus vacunas. Ellos son los promotores de los contratos secretos con los Estados. Ellos son los que dirigen el ataque a los ejércitos nacionales, los reyes y la Iglesia.
Te asombraba el poder de La Familia en El Padrino, pero no habrá un film sobre la auténtica Familia, salvo que Mel Gibson, en un acto de locura, se salga con su propósito. Los films donde una antigua dinastía ejerce su dictadura sobre el resto de los vampiros, son un reflejo del saber inconsciente de un libretista de cine, sobre las reglas de la economía mundial.
En las Agencias Rothschild dispersas por el mundo, sus empleados son, forzosamente, judíos. No se crea que esto lo hacen por racismo ante los no judíos. Nada más alejado de la verdad. El recurso es, meramente, económico. Los empleados deben casarse entre sí. La información no debe salir afuera, pues en la cama se cuentan muchos secretos, y guay del que se vaya de boca.
El fundador de la dinastía tuvo cinco hijos, el mayor permanecería en Alemania y los demás irían a Inglaterra, Francia, Austria e Italia. Sólo heredaban los hijos varones, que debían casarse interprimos. Prestale atención a este detalle de los financiadores y promotores del feminismo. Las mujeres, no heredaban, pero se les aseguraba un buen pasar. Patriarcado, en el mundo, es el de los Rothschild. Ellos mandan sobre sus mujeres y sobre todos los hombres y mujeres. Ellos, que aseguraron su propio intercambio genético. El complejo de Edipo mal resuelto para ti era un delirio freudiano. Ahí tenés a lo que lleva un complejo de Edipo mal resuelto.
Toda patología es hija de una energía que al chocar con su destino natural, vuelve convertida en su contrario y como mensajera del desastre.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias