La hora del lobo

Marcelo Marchese

10.05.2022

En diversas mitologías los dioses ordenan el Universo desde el caos, no desde un anterior orden. Asistimos al principio de esa etapa, al inicio del caos que alumbrará un Nuevo Orden.

Escribimos en el atardecer de la humanidad. Pronto llegará la noche donde la verdad será difícil de visualizar, pues como se sabe, en la noche todos los gatos son pardos, pero aprovechemos la libertad que aún nos queda.


El parate a la producción mundial y a la energía toda de la humanidad que vivimos por dos años, ha generado lo que debía generar: ruina y carestía. Entre las ruinas generadas, la guerra en Ucrania, que también deviene de la pandemia.


Ésta es una guerra de hermanos, y como se sabe, cuando una energía no se conduce por los canales naturales, vuelve convertida en su contrario. De ahí que se diga que el amor y el odio son la misma cosa. Toda la energía gregaria reprimida por dos años volvió por sus fueros convertida en su contrario. La guerra también es una forma de relacionarse.


El tema es que, como se sabe, no existe una causa exclusiva de los fenómenos, y los mismos que decretaron la pandemia son los mismos que decretaron esta guerra. El plan se desarrolla según sus propósitos, y el caos se encuentra a la vuelta de la esquina de la Historia.


Los precios que venían subiendo durante la pandemia (no se frena la economía mundial sin consecuencias atroces) tuvieron un lindo empuje durante la guerra, y luego, cuando devengan nuevos desastres, tendrán otro empuje. Estamos parados en una bomba de tiempo.


Si aumenta el precio del petróleo, aumenta todo, pues todo se mueve a petróleo. Si aumentan los precios de los fertilizantes, aumentan los precios de los alimentos, y lo que es peor, se reducen las áreas plantadas, por lo que aumentarán todavía más los precios de los alimentos. Si a su vez los que le venden a Rusia no pueden venderle a Rusia, o comprarle, la situación se extrema y en suma, si una persona dedica el 90% de sus recursos a comer harina, si de golpe la harina escala un 30%, esa persona estará desesperada y de alguna manera tendrá que conseguir la harina para sus hijos.


Entonces tenemos a la humanidad que es como un río contenido por una represa. Antes de la pandemia veíamos a emigrantes que morían ahogados o ensartados en los alambrados de púas cuando querían salvarse en Europa, a millones de refugiados desesperados, a inmensas masas humanas hambrientas dispuestas a lo que sea por sobrevivir. El agua estaba al límite. Ahora pasará el límite y vendrá el desastre.
Todos lo piensan, nadie te lo dice, pero es ineluctable.

¿En qué momento nos encuentra el desastre? En el peor momento: divididos, confundidos, fiándonos de falsos y truchos profetas, culpabilizados, idiotizados por la Agenda Transhumanista que el Titiritero, con toda inteligencia, diseñó para erosionar nuestra animalidad, la base de nuestro poder. Ahí tenés la furia ante el decreto que regulariza la caza de animales exóticos, la alegría de los pobres de espíritu ante el divorcio de una pareja, los orgasmos múltiples de las feministas ante cada aborto, los idiotas que asaltan las granjas para liberar a los cerdos que luego serán atropellados en las carreteras, la defensa que pobres muertos de hambre hacen de los principios del liberalismo económico, la deliberada campaña contra el sexo, equiparado a las violaciones y la pederastía, y la ruina del razonamiento ante el victimismo: "tú no puedes decir eso pues soy un botón de rosa que tiembla porque ha caído en él una gota de tu rocío malvado"
¿Pero cómo ha sido llevado a cabo este plan macabro? Con el poder del capital financiero, pues por la plata baila el mono. El capital financiero hace más de un siglo que domina al capital industrial. Domina, dirige, digita, la economía del mundo. Con la caja chica, rige a las autónomas universidades, a la sacrosanta ciencia, a Hollywood, a Netflix, a las oeneges y a las grandes agencias de noticias. El Titiritero maneja los hilos de lo que se piensa, de lo que se dice, de lo que se siente.


Los alquimistas (antes, lo que hacían los alquimistas era considerado "ciencia") estudian los procesos de la Naturaleza, pues lo que a la Naturaleza le lleva milenios, conocido el proceso, se puede hacer en minutos. Se trata de conocer las leyes de la Naturaleza para acelerar la Naturaleza. Esos alquimistas están entre nosotros, tienen una bonita idea del lugar hacia el cual va el hombre y lo quieren acelerar en laboratorios: ellos harán la raza humana perfecta.


¿Se te ha ocurrido al mirar la serie de cráneos que va desde el australopithecus hasta nosotros, que en el futuro, nuestros cráneos serán un escalón entre tantos? Es así, lanzados a este desafío, no hay cómo parar al hombre. Si todo va bien, algún día volveremos a comunicarnos mediante la telepatía, como hacíamos antes del habla, y haremos una Historia consciente de la Humanidad, pero si todo va mal, nos harán como chorizos en laboratorios, harán, en rigor, unos eunucos y mujeres sin útero en los laboratorios, pues estos alquimistas saben (alcanza con estudiar la Agenda) que el problema del hombre es ser un animal, y así como el hombre, apenas se diferenció de los animales, ocultó su sexo y limitó su sexo, pretenden acelerar el proceso creando esa República siniestra ideada por Platón.


Tenemos entonces el agua que tarde o temprano superará la represa y arrasará con todo. Robarán en masa en los supermercados, asaltarán las granjas, se matarán en la calle. La gente reclamará seguridad y como sabemos, esa seguridad siempre viene en detrimento de nuestra libertad. Será la hora del lobo, que espera el atardecer, el cambio de ciclo, cuando los peces se alborotan, para cazar.
"Pero con esto que escribís nos asustás e inducís ese futuro"


Siempre es mejor saber lo que se avecina, pues uno se prepara y lo enfrenta. El Titiritero tiene el poder suficiente para llevar a cabo todo lo dicho y cosas peores, pero dudo que tenga la sabiduría para conocer en verdad las leyes de la Naturaleza. Tarde o temprano, seguramente más tarde que temprano, cometerá un error y se partirá los dientes. La Naturaleza es infinita, lo que implica que su poder es infinito, y así como un grano de arena encierra al Universo, cada uno de nosotros encierra al Universo, por lo que nuestro poder es infinito. Sólo se trata de convocarlo.

Marcelo Marchese
2022-05-10T13:56:00

Marcelo Marchese

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