CALLE A CALLE MVD (*)

¿Por qué Cooper?

03.02.2025

MONTEVIDEO (Uypress/por Daniel Feldman) – A veces incorporamos nombres sin preguntarnos de dónde provienen, qué significan, a quién homenajean.

 

Mi infancia y parte de la adolescencia están indisolublemente ligadas al barrio Carrasco, y la calle Cooper fue protagonista especial de esos años.

Pero, ¿por qué Cooper?, así, a secas, como si su sola mención disparara algún recóndito resorte en nuestra mente que nos hiciera decir "ah, sí, claro, Cooper".

¿Se imaginan una calle Fernández?, así, a secas. ¿O Rodríguez? ¿Qué tal González? Por solo poner algunos ejemplos.

Recuerdo que cuando tenía que ir al Centro (en mis años mozos era obligatorio ir al Centro, sea para lo que fuere), la parada de ómnibus que me quedaba más a mano era la de Alberdi y Jamaica. Juan Bautista Alberdi, por aquel entonces denominada Juan María Pérez, según mis recuerdos y los de otros coetáneos con quienes consulté, era la continuación de Arocena, que desde la rambla terminaba en una especie de plazoleta donde confluyen Pedro Murillo (por entonces Santa Rosa) y Divina Comedia.

Juan María Pérez -casado con Paula Fuentes- era un nombre emparentado al barrio Carrasco. Este comerciante, estanciero, hombre de finanzas y posteriormente político, había adquirido en 1834 gran parte de las tierras de la zona, que tiempo después Alfredo Arocena visualizara como un balneario, inicialmente pensado con el nombre de Villa del Mar.

Pero resulta que ya existía una calle con esa denominación en Pocitos, razón por la cual posteriormente el nombre cambió a Manuel Pérez (nunca supe a quién refería) y hoy es Juan Bautista Alberdi, en recuerdo del jurista, político, escritor y músico argentino.

Decía más arriba que la parada más cercana a mi domicilio era la esquina de la calle Jamaica, pero invariablemente caminaba un poco más (no mucho, una cuadra, larga pero una cuadra al fin) hasta Cooper. En el cruce de Juan María Pérez, perdón Alberdi, y Cooper, donde aún sobrevive una vieja casilla policial -que en días de lluvia servía de improvisado refugio-, podía otear hacia las dos calles, y ver si por la primera venían el 105 o el 108, o si por Cooper amanecía el 107, icónica línea hoy desparecida, que para ir al Centro me paseaba por el interior de Carrasco, Punta Gorda y Malvín. De ahí mi cariño a la calle Cooper, donde además de vivir más de un amigo, ascendía o descendía del 107.

Pero, basta de digresiones.

¿Quién era Cooper?

Nada más ni nada menos que James Fenimore Cooper, el célebre escritor estadounidense, cuyo hito más recordado es "El último de los mohicanos", publicado en 1826 y que se desarrolla en 1757, enmarcado en el conflicto conocido como guerra franco-india (guerra de los Siete Años), en que Francia e Inglaterra se disputaban el dominio de las colonias de Norteamérica.

No nos detendremos en la trama, la fidelidad histórica o las virtudes literarias de Fenimore Cooper. Vale sí decir que el título del libro quedó para la posteridad como una sentencia usada para referirse al último superviviente de una raza o de un linaje noble y leal: Fulano o Mengano es el último de los mohicanos

Hay algunas versiones cinematográficas de la obra, la última de 1992, con Daniel Day-Lewis como protagonista.

James Fenimore Cooper nació el 15 de setiembre de 1789 en Burlington, New Jersey, y murió justo un día antes de cumplir 62 años, el 14 de setiembre de 1851, en Cooperstown, un pueblo fundado por su padre en el norte del estado de New York, donde había adquirido miles de hectáreas.

James era hijo de William Cooper y Elizabeth Fenimore, y siempre me intrigó y no pude develar por qué incorporó el apellido de su madre en primer lugar, algo no común por esa época, máxime teniendo en cuenta que ella no provenía de una familia patricia. Más aún, lo legó a sus hijos.

Fue el undécimo de doce hermanos, la mayoría de los cuales falleció en la niñez o juventud, y era descendiente de James Cooper, un inglés de Stratford-upon-Avon, el lugar en el mundo de William Shakespeare.

Nuestro personaje había comenzado a estudiar en Yale, pero no duró mucho y fue expulsado por su comportamiento indecoroso. Entre otras fechorías, voló la puerta de la habitación de un colega y encerró un burro en la sala de rezos.

Gran parte de su vida adulta lo tuvo ligado a la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos, de comunión anglicana, a la que contribuyó constantemente con aportes para su sostenimiento. A los 20 años había heredado una fortuna de su padre, se casó con Susan Augusta, también proveniente de una familia acomodada, y tuvieron siete hijos (cinco llegaron a adultos).

Su hija Susan Fenimore Cooper, que tuvo una estrecha relación con su padre, también fue escritora, y es considerada una de las pioneras de la literatura ecologista.

Así, de un simple nombre como Cooper, divagué un poco por mi infancia y volví a la calle, la recorrí desde su comienzo, en la coqueta Almirante Harwood, que recuerda a Sir Henry, quien al mando de la flotilla compuesta por los cruceros Exeter, Ayax y Achilles derrotó, frente a las costas de Punta del Este, al Graf Spee de la Alemania nazi. Fui, a manera de 107 peatonal, deteniéndome en las esquinas, crucé avenida Italia y llegué a camino Carrasco, para terminar perdiéndome en algún recuerdo.

 

(*) CALLE A CALLE MVD pretende acercarnos al por qué de los nombres de las vías públicas de la ciudad... y tal vez a otros desvaríos

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Daniel Feldman
2025-02-03T01:10:00

Daniel Feldman | Periodista