CALLE A CALLE MVD (*)
¿Qué habría sido de ti, Hernando Arias?
17.03.2025
MONTEVIDEO (Uypress/por Daniel Feldman) – Hay veces que no sabemos cómo se van a concatenar diferentes sucesos, pero, como dicen de las brujas… que las hay las hay.
Me paro frente al cartel y de lo que estoy seguro, a pesar de la escueta palabra, es que no me hallo ante un homenaje del nomenclátor de nuestra ciudad al presente de indicativo del verbo en inglés "to go", ese que afirma "he/she/it goes".
La historia tiene sus meandros... y concatenaciones.
Recuerdo de mis épocas de escolar, cuando -lección aprendida con firmeza- ante la pregunta de quién era el responsable de la introducción de la ganadería en nuestro país, al unísono y como un mantra, todas y todos respondíamos: "Hernandarias; Hernando Arias de Saavedra, conocido como Hernandarias".
Desde aquellos lejanos inicios del siglo XVII en que de las andanzas del susodicho y al influjo del lema "creced y multiplicaos", el presente de nuestro país no se puede desligar de la ganadería. Hoy convive casi a la par con los eucaliptos, también pegados al precepto bíblico.
Dicen que Hernando nació en 1561 y falleció en 1634. Lo cierto es que fue el primer criollo en ocupar un cargo de gobernante en los virreinatos hispanoamericanos.
Tiempo antes, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, el segundo adelantado del Río de la Plata, no había hecho honor a su apellido. Cuenta la historia que trajo consigo a estas costas cuarenta y seis caballos y un grillo; pero ningún vacuno.
Afirman que previo a su partida adquirió "ocho a diez vacas" en Jerez de la Frontera, su lugar de nacimiento, pero aparentemente se las dejó a la familia.
Ya sé: se están preguntando a qué viene la meticulosidad de enumerar al grillo que fue de la partida. Aparentemente, este pequeño bicho fue embarcado por un marinero enfermo, que sentía alivio al escucharlo. Tal vez mareado por el bamboleo de la nao, el cantor de marras decidió desaparecer, para aflicción de su dueño, que deambulaba por el barco quejándose de su mala suerte. Sin embargo, una noche de extrema oscuridad, el grillo reapareció, y cantó tan fuerte que despertó a gran parte de la tripulación, alertando al vigía justo cuando se acercaban a un arrecife. "Es cierto", cuenta don Álvar en sus Testimonios, "si el grillo no cantara nos ahogáramos cuatrocientos hombres y treinta caballos" (contrariando los testimonios de que eran cuarenta y seis los equinos).
Lo cierto es que don Cabeza de Vaca no trajo ninguna vaca. Algunos se preguntan por qué los conquistadores no traían vacas. La respuesta es muy simple: no venían a dedicarse a la ganadería.
Sigamos pues haciendo algo de historia: el camino de la Figurita, uno de los de entrada a Montevideo, fue denominado, desde el 20 de diciembre de 1866, camino de Goes, y tenía su inicio en la por entonces llamada plaza Sarandí, a la que ya nos hemos referido en nota anterior.
Hoy, además de una calle con ese nombre, tenemos uno de los sesenta y dos barrios montevideanos con esa denominación, y hasta un club de basquetbol, poseedor de la hinchada "más fiel", también conocida como "la banda del misionero".
Pero, ¿por qué Goes?
El nombre evoca a los hermanos Vicente y Scipión (algunos afirman que se llamaba Ciprian) Goes, quienes por el año 1556 introdujeron en Paraguay, procedentes de Brasil, siete vacas y un toro, que haciendo caso a la consigna de fructificad y multiplicaos, hoy forman la gran familia de toda la región.
Sin embargo, contradiciendo lo precedente, el escritor franco - argentino Paul Groussac nunca se creyó esta historia, y se refirió a "las fatídicas siete vacas de Goes, que han servido de inevitable introito a la historia de nuestro ganado bovino".
De Scipión (o Ciprian) Goes poco nos cuenta la historia, salvo que murió en Guairá, uno de los departamentos de Paraguay. De su hermano Vicente, que lo sobrevivió, se nos dice que contrajo matrimonio con la asunceña María de Mendoza, hija del conquistador Francisco de Mendoza, y tuvieron cuatro hijos.
Vicente otorgó testamento en febrero de 1580 y firmó un poder en favor de su hija Catalina de Mendoza Manrique. Hecho esto, partió inmediatamente en la carabela San Cristóbal de Buenaventura a los "reynos de España" y Portugal, llevando consigo a su hijo mayor, Luis de Goes. Se supone que iba a Portugal en busca de la herencia de sus padres, ya difuntos. También podría haber ido a España a reclamar bienes hereditarios de María de Mendoza.
La historia se pierde, y se ignora si llegaron a destino y dónde falleció Vicente de Goes, que siempre firmó "Gois".
Es así que ahora uno se explica la importancia del nombre de la calle, que en su fincito mismo (puede parecer el inicio, por el sentido del tránsito), en la esquina de bulevar Artigas, recibe a todos aquellos que del Interior o exterior llegan en autobuses a la terminal de Tres Cruces, con el saludo incluso de un "Cristo resucitado".
Montevideo también recuerda en su nomenclátor a Hernandarias.
No sucede lo mismo con un tal Gaete, el tropero que condujo a los hermanos Goes y sus vacunos a Paraguay. Cuentan que, como compensación por su trabajo, recibió una de las vacas, que casi inmediatamente vendió a un elevado precio. De ahí que, en Paraguay, durante mucho tiempo pervivió el dicho "más caro que la vaca de Gaete".
(*) CALLE A CALLE MVD pretende acercarnos al por qué de los nombres de las vías públicas de la ciudad... y tal vez a otros desvaríos
Daniel Feldman | Periodista