¿Somos peores que los dinosaurios? Ruben H. Díaz
19.03.2025
El tema de la inmortalidad de nuestra especie fue un asunto que estuvo en mí desde la niñez. Lo recuerdo cuando tenía no más de siete u ocho años. Pensaba entonces que si un objeto inmenso había colapsado a la tierra y termino con los dinosaurios, bien podía repetirse el fenómeno con nosotros. Me sorprendía que nadie se lo planteara.
Tal vez, me doy cuenta hoy, influido por un contexto social donde, por la bomba atómica, se discutía esto a nivel popular. La cuestión de que los humanos pudiéramos en algún momento extinguirnos. Tengo presente que el tema se abordaba en casa con cierta frecuencia. En una familia que hubo de todo menos católicos y blancos. Esto quiere decir, colorados, protestantes y comunistas. O comunista, porque fue una sola por entonces. Tuve una tía a la que quise mucho que fue poetisa y comunista.
Entonces me pregunté porque no se podía hacer algo para saber si un aerolito andaba en la vuelta. Hoy me doy cuenta que estamos, por suerte, en eso. Y que se nos informa si alguna cosa de esas puede ser un peligro o no.
Todo se me complico cuando llegue a los nueve o diez años. Yo escuchaba conversaciones de personas mayores como se decía entonces. Me dejaban estar presente. Tuve la carga de ser hijo, nieto y bisnieto mayor. Por esos tiempos una vieja de miércoles, de los testigos de Jehová, se le ocurrió visitar con frecuencia a mi abuela materna, que vivía con nosotros. Venía siempre, no había forma que no viniera. Incluso nos mudamos de casa y esta desgraciada seguía viniendo. Y resultaba que la vieja un día estaba con la tesis que el fin del mundo iba a ser porque todo se prendía fuego, y otro porque venía una inundación formidable. Y nunca se decidía si iba a ser por una cosa u otra.
Entonces empecé a leer la biblia. No entendía nada, pero yo creía que leyendo la biblia el tema se podía solucionar, por lo menos hasta que me muriera. Después que cada cual se arreglara como podía. Lo primero que leí fue unos libros de un tal Bomba y la Biblia. Claro que lo de Bomba era fácil, se trataba de un Tarzan en la selva Amazónica. La Biblia la leía todo el día, principalmente cuando venía tormenta.
Se me complico mucho con la crisis de los misiles en Cuba. Tenía catorce años. No dormí en esos días. Fue terrible porque una noche tarde, vino mi tía de una manifestación eufórica. Dijo que la policía había tirado bombas lacrimógenas y la gente empezó a gritar, "lo olí, lo olí, chicotazo estuvo aquí". Chicotazo fue un político colorado que se hizo blanco y ayudo a estos a ganar la elección del cincuenta y ocho. Se armó un lío bárbaro con mi mamá. Que la trato de frívola. Y ella contestaba que la culpa la tenía el capitalismo, que pasara lo que tenía que pasar, que ellos no eran responsables. Que no se podía seguir viviendo con tanta pobreza. Me parece que esa noche me quedo claro que para el lado del comunismo la cosa no era. Ahora pregunto a gente de mi edad como vivieron esa crisis y constato que a nadie la afecto tanto como a mí. Es muy jodido el tema de la muerte, o de la extinción de la especie, sin una religión que de una mano. Yo desde entonces ando entre el deísmo y el ateísmo y no hay caso.
Y ahora me encontré con este libro de una tal Annie Jacobsen "Guerra Nuclear" y me dio por leerlo. Pero no podía leerlo. Estuvo como cuatro meses en mi escritorio, iba y venía y me costaba. Al final lo leí en dos días, entre ayer y antes de ayer y aquí estoy.
Lo primero que pienso es que madure. El tema me preocupa y obsesiona pero estoy mejor. Sé que no tenemos ningún compromiso con la vida inteligente. Hay otras vidas inteligentes en el universo. Quienes existen y están, porque en muchos casos son mejores que nosotros. Sin duda en determinado momento tuvieron retos parecidos a los nuestros y supieron superarlos. Nos observan para ver como actuamos. Eso lo siento. Me pregunto de si llegado el momento van a ayudar o no.
Estamos preparándonos para defendernos de lo que pueda venir desde el espacio y nos ponga en riesgo. Pero en lo otro, lo que depende de nosotros, dimos un gran paso atrás. Cuando los misiles, tuvimos dos tipos que eligieron vivir, Nikita y Kennedy. Ahora tenemos dos estúpidos, Trump y Putin. Estamos jodidos. No me gustaría que pasara lo que puede pasar. Pero en ese caso se donde ir. Si veo que el lío se viene, me voy a Washington y me paro frente a la Casa Blanca. No quiero sobrevivir, sería muy jodido. Hay que morir con el primer misil. Estoy dispuesto a hacer cola para eso si es necesario. Comparto lo de Nikita. Dijo que los que sobrevivan a eso van a pasarla mucho peor que los que mueran.
Ahora tengo una duda, ¿somos o no más estúpidos que los dinosaurios?. Porque esos desaparecieron por un asunto en el que no podían defenderse. Nosotros será por imbéciles, si nos toca. Dios no lo permita. (lo puse con mayúscula porque empieza la oración, que quede claro).
Ruben H. Díaz
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias