40 años ¿Iguales para todos? Esteban Valenti

06.03.2025

El acto del 1 de marzo tuvo, además del importante significado institucional del cambio de presidentes, otro hecho muy trascendente: se cumplieron exactamente 40 años desde que se terminó la dictadura militar, el peor gobierno en todos los planos que sufrió este país en toda su historia. Y hubo otras dictaduras, pero como esa ninguna.

El presidente Yamandú Orsi le dedicó partes importantes y precisas de su discurso, y junto a la vicepresidente Carolina Cosse, por primera vez en estos 40 años, se bajó del automovil que los transportaba hacia la Plaza Independencia y saludó especialmente a los familiares de los desaparecidos, con sus carteles que son el símbolo de las heridas profundas, dolorosas que todavía nos quedan de esos años tétricos.

Los medios de comunicación nacional, las tres televisoras, pasaron obviamente todos esos aspectos de los actos, incluso un video con partes de los discursos de todos los presidentes democráticos desde aquel 1 de marzo del 1985. Bien por ellos.

Muestran que además de las obligaciones formales, han cambiado. No nos olvidemos que durante unos cuantos años hablaban del régimen cívico militar y fueron una pieza fundamental de la batalla por la ley de impunidad y contra el plebiscito de 1989 por su derogación. Llegando a prohibir el pasaje de algunas piezas publicitarias del voto verde: partes de una entrevista a Sanguinetti, que afirmaba que no habría impunidad porque los militares no se lo habían pedido y él no la aplicaría. Y la segunda, la entrevista a Sara Méndez la mamá de Simón Riquelo.

¿Para que hablar de estas cosas en tiempos de aparentes unanimidades democráticas y de aniversarios que parecen tan unánimes? Precisamente porque no son unánimes y la historia nunca, nunca se puede escribir adaptándola a las necesidades de cada momento. La historia, aún con sus distintas interpretaciones -vaya si en nuestro país existen sobre muchos momentos importantes y guerras civiles- no pueden faltar a la verdad, quitarle una parte incómoda.

Cumplimos 40 años de una dictadura cívico militar, que fue parte de un plan continental de los Estados Unidos, probado por infinidad de documentos del Departamento de Estado y con Henry Kissinger como su ideólogo y ejecutor, con el apoyo de la dictadura brasilera y con el compromiso innoble y antipatriótico de civiles y militares. Traidores a la Patria.

Doce años que no solo fueron los de las violaciones más feroces a los derechos humanos, sino de una política económica, social, educativa, cultural contra la historia y las tradiciones básicas de este pueblo, que enriquecieron a un sector reducido y cómplice de la dictadura y empobrecieron al resto de la nación. No lo olvidemos.

Los objetivos principales de la dictadura, que tuvo sus propias tensiones internas y contradicciones, fue responder lo más fielmente posible a las clases dominantes del Uruguay y favorecerlas, además de militarizar y uniformar la educación y la cultura de manera brutal y caricaturesca, quiso destruir el sistema político nacional, los partidos políticos, las organizaciones sociales y en particular los sindicatos. Pero no fue tampoco igual para todos, se propuso destruir al Frente Amplio y dentro de él se concentró con todo su aparato contra el Partido Comunista y golpeó duramente a los GAU, al PVP y otros grupos. Pero no todo fue igual y eso es también historia. Al MLN lo había destruido política y militarmente en el año 1972.

Fracasó estrepitosamente y sufrió duras derrotas en 1980 con el plebiscito, pero obtuvo el 43% de los votos, no todos fueron solo militares, hubieron sectores políticos que los apoyaron en su loca aventura constitucional. Y fracasó en 1982 y en 1985 recibió la clara demostración que los sectores políticos contrarios al régimen eran una mayoría muy importante. Pero hubo defensores del régimen, incluso en el parlamento democrático. Hoy eso prácticamente no existe, a diferencia de otros países de la región.

¿Hablar de estas cosas es tener los ojos en la nuca, como afirmó en su momento el Presidente Sanguinetti? No, es mirar la historia de verdad, la que realmente sucedió y vivieron todos los uruguayos, pero de maneras diferentes.

Los tres canales de televisión y la casi totalidad de la prensa permitida, fue un soporte fundamental de la dictadura. Fieles y sumisos.

No fue lo mismo la salida de la dictadura y no vivimos ni parecido estos 40 años, digámoslo claro. Que en cuatro décadas no haya habido un solo acto de venganza contra los asesinos, torturadores, desaparecedores de mujeres, niños y hombres y sus cómplices civiles, que en algunos casos, para un pueblo valiente es una demostración de las profundas lecciones que aprendimos en la izquierda.

Que los criminales" gozaran" de varias décadas de impunidad y de libertad y recién con el gobierno de Jorge Batlle se dieron algunos pasos para establecer la verdad y que se entrara a los cuarteles a buscar los restos de los desaparecidos a partir de gobiernos del FA en 1985, es una parte fundamental de esa historia, que no es unánime en absoluto.  

¡Nunca Más! Son dos palabras gritadas muchas veces por enormes multitudes, pero no pueden ni deben ser nunca una invocación al olvido, al tratamiento fumoso de esos 13 años feroces de nuestra república, en primer lugar necesitan rigor en la memoria, exigencia de verdad y justicia y el pleno funcionamiento de las instituciones democráticas. Incluyendo la libertad de prensa.

Es posible que muchos jóvenes que no vivieron los tiempos de la dictadura, les parezca hasta mentira qué en esta tierra de libertad, donde cada cinco años cambian los presidentes y se saludan con hidalguía y sentido de la institucionalidad, hayan sucedido tantos horrores. No debemos olvidarlo ni permitir que se olvide, esa es el arma más poderosa para que nunca vuelvan y para cambiar, si cambiar muchas cosas que todavía están pendientes.

Todo lo que tiene que ver con democratizar más a fondo a las FF.AA. en sus programas de formación, en sus relaciones con los poderes de la república, en su vocación al servicio de la Patria, tienen que seguir evolucionando. Son tan buenos y reconocidos en las misiones internacionales, como cascos azules y siguen habiendo sectores y cómplices de los criminales de la dictadura y celosos guardianes de los secretos sobre los desaparecidos. No es digno y hay que decirlo, aunque resulte incómodo para algunos unánimes. No existe esa unanimidad, por lo menos hasta hora.

Se necesita una política realmente con mirada estratégica con las FF.AA. y las fuerzas policiales, que les de dignidad a sus salarios, a sus condiciones de vida y de habitación, en su capacidad de vigilancia y de combate, que reafirme el mando civil indiscutible, pero en todas las cosas, sin lagunas negras ni grises. Está bien actuar sin prejuicios, pero sobre todo si se habla de los prejuicios que se mantienen sobre ese periodo de nuestra vida nacional.

Viva la democracia.

Viva la República

Y por eso no todos fuimos ni somos todos iguales.

Esteban Valenti
2025-03-06T05:32:00

Esteban Valenti.

Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).