Izquierda “en serio”.. o “en serie”..(I)
Alberto Rodríguez Genta
28.09.2016
No han sido ni el socialismo ni las ideas de izquierda en sus conceptos, los que han hecho fracasar a algunos países hermanos en el camino progresista. Ese camino que iniciamos juntos casi todos, a partir del nuevo Siglo, recogiendo los errores, las miopías y las exclusiones de los políticos históricos de la región.
Han sido la misma miopía y estupidez de querer atornillarse en el poder a toda costa, cometiendo los mismos horrores que ayer combatió. Y nos decepcionan los ineptos que -aprovechando los espacios creados por las heroicas reivindicaciones de la izquierda -cayeron en las mismas mediocridades de exclusión, negación, y corrupción, que han terminado empobreciendo a sus naciones.
Ayer, la exclusión fue hacia los más pobres y necesitados; hoy, es hacia los más ricos y agraciados. Y por ello, no asumimos responsabilidades en común.
El fracaso de la izquierda en Latinoamérica. Esta afirmación está de moda. Hay cientos de artículos, análisis, y opiniones. Y a los efectos de profundizar en los aspectos más frustrantes de estas conclusiones, me permito citar algunos conceptos de Martín Caparrós, publicados el 16 de septiembre de 2016, en la edición del New York Times, y bajo el título "El fracaso de la izquierda en Latinoamérica", haciendo especial énfasis en el caso de Argentina por ser, según él, el ejemplo que mejor conoce. "El fracaso de los gobiernos venezolano, argentino o brasileño de este principio de siglo es evidente -aclara Martín ( ) "..lo que no está claro es que eso que tantos decidieron llamar izquierda, fuera de izquierda". Advirtiendo, además, que habría que empezar por acordar que significa "izquierda".
Y es cierto; la controversia se instaló. "Hubo, sin embargo -prosigue Caparrós - un acuerdo más o menos tácito. Llamar izquierda a esos movimientos diversos les servía a todos: para empezar, a los políticos que se hicieron con el poder en sus países. Algunos, en efecto, lo eran -Evo Morales, Lula- y tenían una larga historia de luchas sociales; otros, recién llegados de la milicia, la academia o los partidos del sistema, simplemente entendieron que, tras los desastres económicos y sociales de la década neoliberal, nada funcionaría mejor que presentarse como adalides de una cierta izquierda. Pero las proclamas y la realidad pueden ser muy distintas: del dicho al lecho, dicen en mi barrio, hay mucho trecho".
¡Enormes verdades! Y comienza recordando que si bien los aumentos globales de las materias primas ofrecieron a la Argentina del peronismo kirchnerista sus años más prósperos en décadas, "Con esa base privilegiada y 12 años de discursos izquierdizantes -aclara -Cristina Fernández de Kirchner dejó su país, en diciembre pasado, con un 29 por ciento de ciudadanos que no pueden satisfacer sus necesidades básicas: 10 millones de pobres, dos millones de indigentes. El 56 por ciento de los trabajadores no tiene un empleo estable y legal: desempleados, subempleados, empleados en negro y en precario. Un tercio de los hogares sigue sin cloacas y uno de cada diez no tiene agua corriente. Y hay casi cinco millones de malnutridos en un país que produce alimentos para cientos de millones, pero prefiere venderlos en el exterior". ¿Eso era izquierda en serio? ¿O en serie?
Yo por mi parte, me voy a permitir hablar del caso que más conozco, Venezuela, por haber vivido allí dieciocho años (los nueve anteriores y los nueve posteriores a la irrupción de Hugo Chávez) y en donde uno y otro sistema, contribuyeron a su propio fracaso. La oposición, porque luego de dejar al país empobrecido hasta casi en un ochenta por ciento, irrespetando las reglas de la democracia nunca quiso reconocer la legitimidad del gobierno de Chávez. Y Chávez a su vez, porque burlando una consulta nacional ante la población que ayer lo apoyó, pretendió introducir su ideología socialista (2007) irrespetando el sentir de ese pueblo, al no aceptarla. Y acudiendo a las argucias de un cheque en blanco que una Asamblea Nacional totalmente desvirtuada le concedió, implementó lo peor y más nefasto que una democracia pudo haber parido. La prueba está ahí, desnuda y complaciente, para desenmascarar a quienes hoy le niegan a su pueblo -a pesar de ser una de las naciones más ricas del planeta -el mínimo derecho a su sustento alimenticio, y la mínima obligación de su responsabilidad ante una emergencia sanitaria.
Con el agravante, además, de que en Venezuela el petróleo representa más de la mitad de los ingresos del gobierno, un aporte que el expresidente Hugo Chávez calificaba como el "instrumento de desarrollo nacional", coincidiendo con el ilustre pensador Arturo Uslar Pïetri, quien insistía en la necesidad de "sembrar el petróleo", mientras que el también venezolano Pérez Alfonso, uno de los creadores de la OPEP, definía como "el excremento del diablo". Y resultó esto último. Por algo, la petrolera estatal con mayores reservas probadas a nivel mundial, que invirtió más de 250 mil millones de dólares desde 2001 hasta 2015, en diversos programas sociales como la importación de alimentos, y nada en producirlos, hoy, además de tener a su población en emergencia alimentaria y sanitaria, le compra petróleo a su enemigo declarado: Estados Unidos. ¿Izquierda pues? ¿Esto también es Izquierda?
A Dilma, en Brasil, le tocó ser la ficha señalada de un sistema corrupto y perpetuado, que encontró en ella y en su partido la debilidad política suficiente para intentar limpiar la cara de un gigante con pies de barro, y de paso, devolver su lugar a viejos apetitos desplazados. Así de simple, y no nos compliquemos buscando explicaciones de si fue un golpe de Estado parlamentario, una traición partidaria, o lo que sea. Porque fue todo ello junto! Pero bien administrado, desde una inteligente estrategia constitucional.
Y casual o causalmente, en estos días también, Esteban Valenti, director de la Agencia Uruguaya de Noticias, Uypress, un hombre formado en la izquierda, y hoy transformado en ácido crítico del partido que agrupa a la izquierda uruguaya, nos acerca un artículo con un título muy similar al de Martín Caparrós, "La crisis de la izquierda Latinoamericana", aclarando que "Nunca en toda la historia política de América Latina, las fuerzas de izquierda y progresistas habían alcanzado un nivel de predominio político como en las últimas décadas. Sería justo decir las diferentes izquierdas" -aclara Valenti -"Esa diversidad de posiciones alternativas a las fuerzas tradicionales.. ( ) Y advirtiendo que la situación se ha invertido, afirma: "Tenemos una crisis generada por el manejo del poder y de los gobiernos, porque es la primera vez que ocupamos tantos cargos gubernamentales a todos los niveles. Era una prueba necesaria, obligatoria" -afirma Esteban. "Desde afuera todo se ve diferente".
Y ya nos advertía sabiamente de estos peligros el General Líber Seregni, cuando en su momento expresó una frase que encierra los contenidos más lúcidos para la verdadera izquierda: "Constituye muchas veces un escape fácil frente a nuestros errores, achacar, repito, todo al imperialismo y a la oligarquía. Y no es así. Debemos medir cuidadosamente nuestros errores como única forma de superarlos y de marchar por la buena senda. Porque no es la derecha la culpable de nuestros errores, sino nosotros mismos".
El Uruguay es hoy, pese a las diferencias entre las diversas interpretaciones de izquierda, un ejemplo para el mundo todo! La Suiza de América, aún es una realidad! Pero pagamos las facturas por habernos prendimos ideológicamente a quienes no supieron -ni entendieron, ni quisieron entender -como se hace una revolución "en serio" y no "en serie.
Se está hablado en estos tiempos de un congreso de actualización ideológica dentro del Frente Amplio. Creo que más que necesario, es urgente y exigente poner las cartas sobre la mesa, y a la luz de las experiencias registradas en la región, y en las propias, dar la oportunidad para que la izquierda uruguaya se defina y se unifique, pensando en el futuro de la nación.
Amen.
Alberto Rodríguez Genta