Promesas falsas o peligrosas. El riesgo de volver atrás
Alfredo Asti
28.05.2014
Algunos candidatos que no hablan de Economía ni de Política Tributaria como parte de las Políticas Fiscales, proponen, como parte de su campaña política, derogar impuestos sin decir cómo y qué implementarán para mantener los necesarios equilibrios presupuestales.
Si se elimina un ingreso fiscal importante se abren dos soluciones: 1) se sustituye por otro ingreso equivalente ó 2) se reducen egresos equivalentes. En ambos casos no son políticas neutras, tendrán ganadores y perdedores y ya nos podemos imaginar quienes son.
Amorín Batlle plantea derogar el IRPF (Impuesto a todas las Rentas de Persona Física) por ser un impuesto al "trabajo". Lo que no dicen es que el IRPF es un impuesto que integra todo un Nuevo Sistema Tributario con objetivos y equilibrios internos, que vino a sustituir durante el primer Gobierno del Frente Amplio un conjunto desordenado de más de 26 impuestos que regían en aquel momento y que no contemplaban la capacidad contributiva de cada uno.
En particular, en 2007 se derogó el Impuesto a las Retribuciones Personales (IRP) creado en la Dictadura y con tasas aumentadas durante los Gobiernos Blanco y Colorados pos Dictadura, que era en sí mismo un verdadero impuesto al trabajo, ya que solo gravaba las retribuciones originadas en el trabajo (salario y pasividades), con pocas tasas progresivas que se aplicaba según correspondiera, sobre todo el ingreso sin deducciones por mínimo no imponible, aportes a la seguridad social o condiciones familiares del contribuyente.
Este impuesto al trabajo (IRP) alcanzaba a la gran mayoría de los trabajadores y tuvo importantes altas de tasas (sumadas a las subas de tasas de los impuestos al consumo que gravan por igual a todos sin considerar su capacidad contributiva) durante los ajustes fiscales de los 20 años anteriores al 2005.
Los instrumentos tributarios no pueden verse aislados de los sistemas tributarios. El Nuevo Sistema Tributario vigente desde 2007 tiene como objetivos la equidad, la eficiencia y los estímulos a la inversión, innovación y el empleo. Su aplicación implicó la eliminación de 15 impuestos entre ellos el IRP, una importante baja (por primera vez) de las tasas de impuestos al consumo (IVA), la eliminación de otro impuesto al consumo que se liquidaba sobre el IVA (COFIS) y la implementación dinámica del Impuesto a la Renta Personal (IRPF) que involucra todas los ingresos (con deducciones) percibidos por una persona y no solo los vinculados al trabajo.
En 2007 el IRPF comenzó a pagarlo un 20% de la población, en tanto el IRP lo pagaba el en ese momento el 60% de los trabajadores y la mayoría de los pasivos. Hoy, con el aumento del salario real, quienes pagan el IRPF alcanza a un 25% de la misma.
En la tabla adjunta mostramos la evolución y comparación tanto del impuesto al trabajo (IRP) de la Dictadura y Gobiernos Blanco y Colorados y el IRPF (sólo en su categoría rentas del trabajo) y la evolución de los impuestos al consumo en estos mismos períodos.
Quienes proponen derogar el IRPF, hablan de lo injusto que es un impuesto al trabajo omitiendo que éste tiene una base imponible mucho más amplia que incluye otros ingresos personales nunca antes gravados lo que quizás constituya el real motivo por el que quiere derogarse pero también amplias deducciones que la dan mucho mayor equidad. También omiten decir que el IRPF llegó a sustituir el verdadero impuesto al trabajo que era el IRP, el cual solo gravaba retribuciones de la mayoría de trabajadores y pasivos sin ninguna deducción.
Apelan a la falta de memoria de la población, prometiendo irresponsablemente la quita del IRPF sin proponer soluciones alternativas, como si fuera posible que un país pudiera solventarse, crecer y distribuir sin ingresos. Si se quiere ser responsable fiscalmente, cuando se elimina un ingreso, para mantener el equilibrio se debe sustituir por otro ingreso, tal como se hizo en el pasado, que tenga similar recaudación pero que abarque a muchas más personas (como impuestos al consumo o al trabajo), o se eliminan gastos sociales que por su monto perjudicarían a la gran mayoría de los ciudadanos (salud, educación políticas sociales).
Esto nos hace pensar que sus propuestas o son irresponsables y lo único que persiguen con ellas es obtener votos con promesas falsas, las cuales en todo caso al saberse perdedores no van a tener que cumplir o proponen volver a un Estado excluyente, que concentre el ingreso en algunos pocos y no contemple las necesidades básicas de la mayoría de la población.
Alfredo Asti - Diputado Asamblea Uruguay (Frente Amplio)