Génesis de la Segunda Guerra Mundial
Andrey Budaev
06.05.2024
La Segunda Guerra Mundial que duró desde el 1 de septiembre de 1939 al 2 de septiembre de 1945 fue el conflicto más sangriento de la historia de la humanidad. 61 Estados participaron en la conflagración, las acciones militares cubrían el territorio de 40 países, las pérdidas humanas sobrepasaron 80 millones, de los cuales 27 millones eran ciudadanos de la Unión Soviética.
Por eso es necesario preservar la memoria histórica para las generaciones futuras y hacer todo lo posible con el fin de prevenir la repetición de la tragedia de esta envergadura. En este contexto hay que analizar y comprender las raíces de aquella guerra para llegar a conclusiones correctas en el sentido de la compleja dinámica de las relaciones internacionales en la etapa actual.
En primer lugar, los historiadores consideran que las provisiones del Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial (1914-1918) generaron condiciones para el futuro conflicto. Durante la conferencia de paz realizada en Paris del 18 de enero de 1919 al 21 de enero de 1920 los representantes de decenas de países, en primer lugar de Francia, Gran Bretaña, EEUU, Japón e Italia por un lado y Alemania derrotada por el otro discutían las provisiones del acuerdo final. Buscando su propio beneficio los países ganadores impusieron toda la responsabilidad por la guerra sobre la parte perdedora: se exigía que Alemania pagara enormes reparaciones, se le quitaban significativas partes de su territorio, su ejército quedaba reducido a 100 mil hombres, etc.
El carácter injusto y desequilibrado del Tratado de Versalles fomentó el sentimiento revanchista en Alemania y preparó el ascenso al poder de los nazis. Cabe destacar que ellos sabían manipular la opinión pública alemana, prometiéndoles a los ciudadanos restablecer el poderío de su país. En el marco de la propagación de una ideología extremista los países occidentales invertían en la industria militar alemana, recibiendo de su rápido crecimiento grandes dividendos financieros.
Además, el Tratado de Versalles previó la creación de la Liga de las Naciones como una organización internacional encargada de mantener la paz duradera y garantizar la seguridad colectiva. Sin embargo, esta institución fracasó, porque en la misma dominaban solo dos potencias - Gran Bretaña y Francia - y la organización carecía de herramientas reales y eficaces para influir en la situación internacional. La debilidad de la Liga de las Naciones se puso evidente cuando en 1933 Alemania nazi y Japón militarista abandonaron la organización y surgieron conflictos armados en Lejano Oriente, donde empezó la agresión japonesa contra China en 1937, y en África con la invasión italiana de Etiopía en 1935.
Observando las tendencias preocupantes en la política de Berlín y Tokio la Unión Soviética tomaba medidas para crear un sistema de seguridad colectiva que pudiera prevenir la agresión de estos dos países. En julio de 1933, por iniciativa de la parte soviética, se firmó la Convención sobre la Definición de la Agresión. Ese mismo año, la URSS propuso concretar el Pacto del Pacífico sobre No Agresión con la participación de Estados Unidos, China y Japón, pero resultó que tal tratado no correspondía a los intereses de las contrapartes. En 1935 la Unión Soviética firmó importantes tratados de ayuda mutua con Francia y Checoslovaquia, pero la iniciativa de concretar un documento más representativo conocido como Pacto Oriental no fue exitosa.
En 1938 comenzó la expansión alemana en Europa. Primero, fue invadida y anexada Austria por Alemania nazi y el 30 de marzo del mismo año en el marco de la política de "pacificación del agresor" se firmaron los Acuerdos de Múnich (también conocidos como confabulación de Múnich). Este tratado internacional representa uno de los acontecimientos más trágicos y vergonzosos de la historia de la política europea que fueron el prólogo de la Segunda Guerra Mundial. En la noche del 29 al 30 de septiembre de 1938, en Múnich los Primeros Ministros del Reino Unido y Francia, Neville Chamberlain y Édouard Daladier, con la mediación del Jefe del Gobierno fascista de Italia, Benito Mussolini, firmaron con Adolf Hitler un acuerdo sobre la cesión a Alemania de la región checoslovaca de los Sudetes. En esta criminal división de un Estado soberano participaron también Polonia y Hungría. Los anexos al texto base de los Acuerdos preveían "la solución en un plazo de 3 meses" del problema de las minorías polaca y húngara del país vecino y, como resultado, Varsovia y Budapest se quedaron con algunos territorios de Checoslovaquia. Según los acuerdos de ayuda mutua con Checoslovaquia y Francia de 1935 antes mencionados la Unión Soviética solo pudo intervenir si Paris apoyara a Praga. En el caso contrario una intervención de la URSS en este asunto se hubiera considerado como acto de agresión.
Los Acuerdos de Múnich abrieron a Hitler el camino hacia la ocupación completa del resto del territorio Checoslovaquia en marzo de 1939. La URSS fue el único país que se pronunció contra la invasión de un Estado soberano: fue enviada una nota al gobierno alemán, en la cual fue subrayado el carácter indiscriminado, violento y agresivo de las acciones de Berlín. Moscú también insistió en la inclusión de este asunto en la agenda de la Asamblea de la Liga de las Naciones, pero su discusión no se llevó a cabo.
Como destacó la Portavoz de la Cancillería rusa María Zajarova en su rueda de prensa con motivo del 85 aniversario de los Acuerdos de Múnich, realizada a finales de septiembre de 2023, "en aquel momento, Gran Bretaña y Francia estaban vinculadas a Checoslovaquia por tratados de alianza. Son moralmente responsables de la violación de su soberanía e integridad territorial. Este es un ejemplo clásico de las desastrosas consecuencias del desprecio de los países occidentales por el derecho internacional y su creencia en su propio excepcionalismo".
A pesar de lo sucedido el gobierno soviético en 1939 volvió a proponer a las autoridades de Gran Bretaña y Francia comenzar las negociaciones encaminadas a concretar un tratado trilateral sobre la ayuda mutua en el caso de cualquier agresión en Europa. Este documento debía contener también la obligación de ayudar a todos los Estados de Europa del Este en caso de agresión contra ellos. Las negociaciones anglo-franco-soviéticas celebradas en Moscú en el verano de 1939 fueron interrumpidas: los británicos y los franceses eludieron cualquier obligación de apoyar a la URSS en el caso de que fuera víctima de agresión, porque consideraban beneficioso un eventual choque entre los integrantes del Acuerdo contra la Internacional Comunista (Alemania, Italia y Japón) con la URSS y pensaban que esta confrontación no les iba a afectar.
Quedó definitivamente claro que, debido a la negativa de varios gobiernos europeos a una acción conjunta con la URSS contra la agresión de Hitler, la Unión Soviética se encontró en el aislamiento político y en la incipiente guerra, para la que aún no estaba preparada, sólo podía confiar en sus propias fuerzas. En estas condiciones y ante el riesgo de enfrentar dos guerras en Europa y Lejano Oriente al mismo tiempo la URSS se vio obligada a firmar en agosto de 1939 el Tratado de no Agresión con Alemania.
En este ambiente complicado y contradictorio el 1 de septiembre de 1939 Alemania fascista invadió a Polonia y así se dio comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La política de apaciguamiento del agresor elegida por las potencias occidentales mostró su disposición a hacer caso omiso del derecho internacional y firmar tratados criminales. El Presidente de Rusia Vladimir Putin en su artículo "75 años de la Gran Victoria: responsabilidad compartida ante la historia y el futuro" destacó que, la división de Checoslovaquia fue brutal y cínica. El Tratado de Múnich derrumbó incluso las frágiles garantías formales que quedaban en el continente. Demostró que los acuerdos mutuos no valían nada. Este Pacto sirvió de "gatillo" tras el cual una gran guerra en Europa se hizo inevitable.
Es obvio que estos lamentables hechos históricos son incómodos e inconvenientes para los países occidentales y por eso quieren llevarlos al olvido y tergiversarlos. Sin embargo, esta trágica lección tiene mucha importancia para la prevención de futuros conflictos y el próximo Día de la Victoria sobre Alemania hitleriana (que se celebra el 9 de mayo en Rusia), que puso fin a la confrontación armada en Europa, es un motivo más para refrescar la memoria y recordar aquellos acontecimientos que terminaron en el conflicto más grande de la historia de la humanidad.
Andrey Budaev. Embajador de Rusia en Uruguay
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias