A propósito de una de las consignas del 8M, contra el capitalismo

Carlos Pérez Pereira

09.03.2023

A propósito de una de las consignas del 8M, contra el capitalismo: ¿tiene algo que ver con este asunto de la emancipación de las mujeres?

Marx y Engels, en obras escritas en conjunto, dicen: "La evolución de una época histórica está determinada por la relación entre el progreso de la mujer y la libertad, ya que, de las relaciones entre el hombre y la mujer, entre lo débil y lo fuerte, se desprende claramente el triunfo de la naturaleza humana sobre la bestialidad. El grado de emancipación femenina determina naturalmente la emancipación general..." (La sagrada familia)

"La humillación del sexo es un rasgo esencial y característico tanto de la civilización como de la barbarie, con la diferencia de que el vicio se practica en la barbarie sin ser adornado, mientras que en la civilización se ha elevado al grado de una existencia compleja, equívoca, inconveniente e hipócrita...". (La sagrada familia)

"Nadie paga más caro que el mismo hombre la pena de mantener a la mujer en la esclavitud (...) ¿Acaso las hijas jóvenes no son una mercancía ofrecida en venta al mejor postor que quiera adquirir la propiedad exclusiva sobre ella?" (La sagrada familia)

"El burgués ve en su mujer un mero instrumento de producción. Oye que los instrumentos de producción han de ser explotados en común y, naturalmente, no puede imaginarse, sino que el destino de la socialización afectará también a lasmujeres. (...)" (El Manifiesto Comunista)

Marx y Engels, como siempre, muy nombrados, pero poco leídos.

El problema de la mujer en la sociedad capitalista siempre ha sido considerado, por los fundadores del marxismo, en el marco de la explotación de la clase trabajadora. Hay varias menciones al tema en Marx/ Engels, pero siempre vinculadas a cuestiones de poder y de sometimiento, integrado al análisis de la lucha de clases sobre el que versa su vastísima obra. (Léase, por ejemplo, sus textos donde analizan el trabajo de las "domésticas" y el de la prostitución de las mujeres). El patriarcado, una institución nacida en etapas históricas ya milenarias, fue luego adoptado por el sistema burgués como estrategia auxiliar de reproducción y recreación del poder dominante en el capitalismo. Lo integró, lo perfeccionó a su gusto y lo mantuvo, con nuevas fórmulas legales y ropajes religiosos, que le fueron funcionales y redituables. A tal punto que aún hoy se mantienen vigentes (con diferencia de detalles) en todas las sociedades modernas y en reservas de sociedades milenarias. Recordemos que Engels, cuando nos explica el origen de la familia de hoy (de su tiempo), la familia burguesa (el matrimonio burgués), con todos los elementos económicos, culturales y legales que le dan sustento, nos dice que la mujer es considerada por los burgueses como un instrumento de propiedad, entre todas sus propiedades. Ese tratamiento se ha impuesto a toda la sociedad (incluidos los trabajadores y sectores medios) por la cultura hegemónica (diría Gramsci) y la ideología dominante. La sumisión de la mujer al poder del hombre no es solo porque el patriarcado es machista (que lo es), sino porque el patriarcado ejerce un dominio necesario para la reproducción del poder en todos los sentidos, no solo en el sentido de género.

El matrimonio burgués existe para la transmisión de la propiedad privada a los herederos (primogénito, en general), mediante las leyes de la herencia patrimonial, establecidas en los códigos civiles. Para el burgués, dice el marxismo, la mujer también es un "medio de producción". Producción de hijos que heredan la fortuna de la familia, y la administran o la controlan. Y la gastan, o reinvierten. He ahí una de las más fuertes razones de la supervivencia del patriarcado durante siglos. Y el motivo de la alerta de los burgueses: "¡Cuidado! ¡El comunismo quiere socializar a nuestras mujeres! "Se viene la maroma sovietista (...) y tendrás que entregar a tu hermana, para la comunidad"-dice una canción popularizada por el conjunto uruguayo Los Olimareños. Estos esquemas, hoy en día son cuestionados, desde algunos ángulos, por concepciones novedosas sobre el tema del género, pero aún se mantienen de pie en muchos de sus aspectos. Dependerá de cómo se interpretan las contradicciones en el mundo de hoy. Para quienes pensamos que sigue habiendo un conflicto básico entre aquellos que detentan los medios de producción y quienes son explotados por esos detentadores, los temas de sexo, género y feminismo se inscriben en las relaciones de clases sociales y la lucha por cambiar el mundo. Hay voces disonantes, provenientes de algunas visiones feministas (no todas) que enfocan las contradicciones en un nivel de lucha de géneros, (machos que someten, contra hembras insumisas) y la dilucidación de este conflicto está en lograr la igualdad entre ambos. Convenimos en el objetivo de la igualdad, pero no en las causas de la desigualdad y muchas veces tampoco en los métodos de lucha contra ellas. Pero ese es otro tema.

Lo que es claro es que la izquierda debe reprogramar su visión de los temas de género, en la sociedad y en la historia, porque durante muchos años esa visión ha estado soterrada tanto por el fragor de la batalla principal (según contexto), como por las desviaciones (y hasta olvidos) de los planteos iniciales de Marx y Engels. Por mucho tiempo, se afirmó que estos objetivos (no desconocidos) deberían esperar a que la clase obrera instaure la sociedad del pan y de las rosas, pasando del estado de necesidad al estado de libertad.

Haber dejado pasar inadvertida (y hasta ninguneada) la situación de sumisión de la mujer, sin ubicarla entre los objetivos principales de la lucha por la emancipación, o simplemente banalizarla como pretensión solo realizable con la emancipación general de la Humanidad, ha acumulado desazón, frustraciones y rencores. Y ha arrojado a mucha gente al extremo del arco de posibilidades de expresión de las reivindicaciones de derechos de la mujer. No considero que sea el feminismo quien tenga que explicar esas frustraciones y la energía aplicada en la exigencia de la igualdad de géneros, ni tampoco rendir cuentas de sus arrebatos extremistas en esa lucha.

Pese a denodados esfuerzos de algunos (de derecha, de centro o de izquierda), no será posible detener ni controlar a la revolución cultural más importante ocurrida en el Siglo XX, que además arremete imparable en el siglo XXI. La izquierda tendrá que reprogramarse también en esto, para entender que este movimiento es mucho más enérgico que una simple expresión de indignación y, como todo movimiento revolucionario, viene con todo su bagaje de sentimientos, incluidos los extremos. Y ellos se expresan también, como en todo movimiento reivindicativo, por lo que no debe alarmar a nadie. Este verdadero terremoto cultural, ataca al sustrato mismo de la dominación de unos pocos a unos muchos y a unas muchas. La cara femenina expresada en este nuevo y abierto escenario de luchas, debe ser bienvenida en la izquierda, sin cortapisas y sin intentos de "redireccionar su accionar para evitar desbordes", como escuchamos decir a algún veterano dirigente de izquierda. Es la izquierda quien se debe interpelar por sus incomprensiones y retrasos, y no el movimiento feminista, en sus múltiples y fermentales expresiones. Y, por cierto, estoy de acuerdo con que el feminismo debe ser de izquierda o tendrá muchas más dificultades para lograr sus demandas, cuando en el marco político general se deciden cuestiones vitales para el destino del país. Pero más estoy de acuerdo con que la izquierda deberá ser feminista, o dejará de ser izquierda, definitivamente. Porque dejará de lado a uno de los objetivos más claros y potentes de su empresa democrática y libertaria, ya elevados al nivel de banderas de lucha por lo más grandes predicadores de la emancipación de la especie humana.

Estas disquisiciones no tratan de interponer "peros" a las reivindicaciones feministas.

Tratan de recordar ciertas premisas de las que partimos, para hacer más efectiva y contundente la lucha por reconocer los derechos de quienes los tienen. Esa lucha se debe dar en todos los escenarios, para que sea sostenida y eficaz en sus exigencias.

Carlos Pérez Pereira

Columnistas
2023-03-09T11:13:00

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