Los uruguayos y su nuevo Presidente: Tabaré Vázquez

Carlos Santiago

14:43

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales uruguayas se celebró ayer domingo en el marco de una notoria y sorprendente languidez de la militancia partidaria mostrando un afianzamiento electoral del Frente Amplio y la demostración de que el discurso de los partidos tradicionales no prende, sin tener la capacidad de ser electoralmente competitivos y atraer a una parte del electorado que, obviamente prefirió volcarse a la propuesta de la izquierda.

También es de destacar otro hecho singular. Con el juego visto, todos los partidos decidieron ahorrarse los subidos costos de la propaganda tanto callejera como la instalada en los medios de comunicación, con tarifas de publicidad alejadas de la realidad, especialmente en la televisión abierta, cuyo efecto publicitario sobre la población ha ido en proporción inversa al desarrollo evolutivo de ese medio electro visual, desde la diversificación que se produjo con el incremento de las empresas que multiplican sus opciones a través de emisiones por cable o vía satélite. El peso de la televisión abierta para influir en las decisiones electorales de los uruguayos se redujo en la medida inversa a la multiplicación de las opciones de pantalla. La vieja ''zafra electoral'' de los tres canales tradicionales de nuestro país, en esta oportunidad, terminó antes de lo previsto.

Luego de pasado el 26 de octubre, fueron contados los anuncios en los medios de comunicación y los ''murales'' de publicidad estuvieron casi desaparecidos de las calles y las carreteras. Se realizaron apenas algunos mítines, tampoco se produjeron movilizaciones masivas, ni los políticos concretaron mayores comentarios sobre las encuestas lo que difirió de lo ocurrido antes de la primera vuelta, en que las compulsas fueron un centro innegable de atención pública. Ello es el resultado de qué en esa primera vuelta, las empresas de sondeos fueron incapaces de tomarle el pulso a la opinión pública, mostrando sus falencias técnicas y, en algunos casos,  presuntas intenciones fallidas de torcer el rumbo al que, finalmente se sumaron mayoritariamente los electores. Sin embargo lo más resaltante de estos comicios, que continuarán en año próximo con las elecciones departamentales, fue la falta de correspondencia electoral del discurso de los partidos tradicionales  con la gente.  Los planteos de Luís Lacalle Pou, intentando imponer las bondades de la renovación generacional, tratando de perjudicar las expectativas del veterano candidato frenteamplista Tabaré Vázquez, careció de fuerza y encarnadura suficiente y no fue atendida por el electorado, dejando la sensación de que con ese discurso los partidos tradicionales tendrán en adelante el difícil destino de seguir achicando sus fuerzas, corriendo el peligro de convertirse en sociedades políticas nada más que testimoniales.

Es más que evidente la carencia de un mensaje atractivo por parte de los partidos blanco y colorado lo que fue decisivo para los electores se volcaran, en un alto porcentaje, a favor de la propuesta continuista del Frente Amplio, más allá de que todavía existen puntos de la realidad que preocupan a la población.

Entre ellos figuran,  especialmente, los temas de la inseguridad y el deterioro vivido en la enseñanza. El discurso de ''la derecha'' fue inocuo e inoperante para captar electores dentro de un panorama económico de innegable éxito, en que los niveles de desempleo bajaron a cómputos de algo más de 6% y el salario real se multiplicó permitiendo a los uruguayos modernizar y ampliar sus niveles de consumo, modificando las pautas y costumbres de una población que se había mantenido por décadas dentro de una modesta austeridad. Recordemos que el país, recién al salir de la crisis situado su vértice  en el año 2002, en medio del gobierno de Jorge Batlle. Desde allí en adelante las administraciones siempre fueron frenteamplistas que, ajustaron la tarea económica a pautas de distribución y mejoramiento del salario.

Paralelamente se producía una especie de revolución agropecuaria, con una paulatina multiplicación de la producción con la que el país pudo aprovechar de manera eficiente el aumento internacional del precio de los comodittis. En ello colaboró de manera decisiva, la llegada al país de productores y capitales argentinos que encontraron en nuestro territorio facilidades que el gobierno kirchnerista les negaba. En alguna medida esa situación trajo de la mano un avance de la tecnificación agropecuaria, un aumento innegable de la producción con la integración del país a los nuevos requerimientos y modalidades del comercio internacional. Nuestro gobierno, timoneado por Vázquez, supo multiplicar los mercados y, además, mostrar que el país hacía las cosas con seriedad, lo que impulsó la radicación de otras e importantes inversiones extranjeras, como  nunca había ocurrido.

Por supuesto que hubo que sortear muchas dificultades, buena parte de ellas planteadas por el gobierno argentino. El affaire de la empresa que produce celulosa en la zona de Fray Bentos, con cortes de puentes y una agresividad insólita de los dos mandatarios argentinos (Néstor Kirchner y a su muerte, Cristina Fernández de Kirchner). Todos recordamos la acción ''patotera'' impulsada por el presidente argentino, cuando convocó a funcionarios y dirigentes políticos a participar en un acto en el sambódromo de la ciudad entrerriana de Gualeyguaychú en el que las agresiones contra nuestro gobierno llegaron a niveles preocupantes.

Pese a toda esa agresividad la construcción de Botnia (hoy UPM) llegó a su fin y hoy la producción de celulosa es un impulso sumamente importante para la industria nacional, siendo el producto de un proceso de producción industrial, que encabeza los flujos productivos que se exportan. Con el antecedente de Botnia, se construyó en el departamento de Colonia lo que es la otra empresa que produce celulosa, Montes del Plata, que se dice es  hoy la mayor del mundo en capacidad de producción. Dos inmensas plantas industriales que utilizan materia prima nacional, tarea que le dio destino a la producción forestal del país, multiplicó la actividad del transporte carretero y determinó que otro rubro de la producción del país se transformara en un producto que es exportado a todos los confines del mundo.  La actividad de las dos plantas ha desentrañado otra de las carencias todavía no superadas y en la que el gobierno tiene su responsabilidad: los problemas de infraestructura. Ni existen nuevas carreteras, algunas de las existentes están en muy mal estado,  ni se ha recuperado el ferrocarril, lo que fue una promesa reiterada en más de una oportunidad.

Una serie de rubros deficitarios que quedan para la resolución durante el nuevo período presidencial.

Todas las políticas positivas, con aumentos salariales vinculados al desarrollo del país, con un combate a la pobreza y la marginalidad, crearon las bases de una sociedad que comenzó a recorrer el camino de la modernización y el progreso. La consecuencia lógica fue el incremento del consumo que llenó nuestras calles y carreteras con un moderno parque automotor y la mejoría de la calidad de los uruguayos que llevaron a sus casas de elementos de confort que antes solo se veían en los escaparates comerciales. Los ciudadanos pudieron participar de la riqueza que se multiplicaba en el país, mejorando el nivel de vida de importantes sectores de la sociedad. Claro, también se produjeron errores, como el cierre de PLUNA, elemento que sigue conspirando en contra de la conectividad del país, además de haber determinando ingentes pérdidas de millones de dólares. Esto ocurrido durante la presidencia de José Mujica.

Sin embargo todos los cambios positivos en nuestra sociedad no alcanzaron para minimizar el collar de marginación que persiste en Montevideo y, otro fenómeno que fue avanzando sin que todavía se haya vislumbrando una solución: montado en el narcotráfico y una legislación penal permisiva, que actualmente se tiende a ajustar, apareció la inseguridad resultado de la violencia delictiva. Uno de los asuntos que el gobierno de Tabaré Vázquez deberá de encarar con prontitud, pues hasta el momento no se han encontrado las soluciones adecuadas para trancar firmemente la delincuencia. Nadie puede ser enteramente libre cuando se debe cuidar de agresiones de todo de modalidad. La seguridad es un aditamento indispensable de la libertad y ella el basamento sustancial de una democracia plena.

Un problema vinculado con la educación y con el aditamento de la marginación originada en las carencias materiales. Esta es una materia todavía no salvada por el gobierno frenteamplista.

Carlos Santiago
2014-12-03T14:43:00

Carlos Santiago

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias