Cuentos para el fin de semana
Cuentos para el fin de semana
22.05.2015
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Los cuentos de este viernes son: El ratón Pérez y la hormiguita Martínez, de Elizabeth Óliver de Ábalos El enemigo, de Félix Duarte La sombra, de Marta Cabrera --- El ratón Pérez y la hormiguita Martínez De Elizabeth Óliver de Ábalos Ramón Pérez y Hortensia Martínez se habían conocido en el caserío. Se cruzaban casi a diario, camino del almacén, y así empezaron a saludarse. Hortensia era bonita y un poco pretenciosa, tenía tantos admiradores que estaba dispuesta a elegir bien. Ramón era simpático, movedizo, no muy alto; su mayor atractivo era su voz. Cada vez que él le hablaba, ella sentía ganas de suspirar. Antes de darle su consentimiento, Hortensia quiso saber las costumbres de Ramón; si tenía defectos, debía conocerlos a tiempo. Él era un muchacho honesto y trabajador. No tenía vicios ni malas costumbres, pero se sabía muy curioso, y le pareció bien que ella lo supiera. Para Hortensia, la curiosidad no era un defecto; lo aceptó y se ennoviaron. Todo siguió su curso normal, se llevaban bien y se querían, así que al poco tiempo fijaron fecha para casarse. Los dos eran muy apreciados y la noticia alegró al barrio entero. Los vecinos empezaron a organizarse para prepararles una fiesta, poniendo cada uno lo que humildemente estuviera a su alcance. El rancho grande de doña Celeste sería el lugar más apropiado. Los hombres blanquearon los muros de adobe, apisonaron el suelo y armaron una larga mesa con tablones y caballetes improvisados. Las mujeres adornaron todo con papeles de colores; las más jóvenes se dedicaron a preparar pasteles y pizzas mientras las mayores hacían una hermosa torta de bodas de tres pisos. El vestido de novia de la bisabuela, se luciría por cuarta vez en la familia, adornando el estilizado cuerpo de Hortensia en la capilla cercana al caserío, tan espléndido y reluciente como si lo hubieran diseñado para ella. Los vecinos llevaron sus lámparas al rancho de doña Celeste y las distribuyeron adentro y en la entrada, prontas para encenderlas cuando llegaran los novios. Posaron la torta en el centro de la mesa, sobre un círculo de papel blanco prolijamente recortado como una bonita puntilla. El padre de Ramón convirtió su arma de trabajo cotidiano en carroza nupcial, cubriendo el carro con una sábana grande, trenzando la crin de su caballo y colgando un cascabel en el arnés. Todo era bullicio, movimiento y algarabía entre aquella humilde gente que tendría esa noche una fiesta feliz. Ya estaban por salir para la capilla, cuando las nietas de doña Celeste quisieron ver la torta. Estaba hermosa, sí… pero no tenía esos lindos muñequitos que habían visto en los escaparates de las confiterías del Centro. Rápidas y decididas, corrieron al basural; sabían que allí podrían encontrar algo que supliera a la convencional parejita de novios. –Tienen que limpiar muy bien lo que traigan –les dijo doña Celeste– No vayan a apoyar cosas sucias en la torta, por favor. Ya se acercaba Hortensia al altar, del brazo del padrino, cuando las gurisas llegaron corriendo, contentas de haber logrado su cometido. Después de la ceremonia, volvieron todos juntos, rodeando la carroza de los novios y tirándoles el arroz que habían recolectado para la buena suerte de la pareja. La primera en entrar al rancho grande fue doña Celeste. Cuando empezó a encender las lámparas dio un grito… –Pero ¿qué hicieron, chiquilinas? ¡Que no entren los novios, por favor! Nerviosa, maldiciendo, retiró los muñecos de la torta: una hormiga y un ratón… –Esto es de mal agüero, gurisas… ¿cómo se les pudo ocurrir traer esos muñecos? Alisó la torta con los dedos, tiró los muñecos para el fondo sin que nadie la viera y se acercó a la puerta para hacer entrar a los novios, que no se habían percatado de nada. –Mirá lo que han hecho tus gurisas –le dijo a su hija–, ¡pusieron una hormiga y un ratón en la torta! Es mala suerte… Nosotros no tendremos la olla con chocolate que provocó la tragedia del cuento, pero... ¿acaso vos nunca se los contaste…? El Ramón es muy curioso y me da miedo lo que pueda pasar… –Mamá, por favor… eso se llama superstición, ¿sabías? La fiesta continuó en medio de la alegría general; comieron, brindaron y bailaron hasta que llegó el momento de cortar la torta. Ramón y Hortensia tomaron un cuchillo y los dos juntos cumplieron el ritual. Doña Celeste y la madrina continuaron repartiendo los trozos mientras los novios aplaudían y se besaban. De repente, se oyó un ruido en el fondo y los perros ladraron. Antes que nadie pudiera detenerlo, Ramón corrió a ver qué pasaba, en medio de la oscuridad del pastizal. En el rancho grande se hizo un silencio expectante. Se oyeron los pasos rápidos de Ramón, que cesaron al escucharse el disparo. Doña Celeste abrazó a la novia mientras los hombres descolgaban una lámpara y corrían a los fondos del rancho. Sólo encontraron silencio, y el cuerpo de Ramón, boca abajo, en la tierra. Así en aquella fiesta, Hortensia Martínez se había quedado viuda la misma noche de su casamiento, como la hormiguita; porque a Ramón Pérez, igual que al ratón, lo había matado la curiosidad… --- El enemigo De Félix Duarte Una lógica que anda en el tiempo. La vida del humano, tan breve y otras disidencias… tocan hechos en la historia reciente. Graves en sus realidades y contextos… son ajenos hoy a nuestra juventud. Tal es el caso de la dictadura militar, ya pasadas cuatro décadas. El pretexto de hoy para estos apuntes, es un hecho real. El matrimonio joven digamos que eran… Juan y Lucia. El trabajaba en la sucursal del banco. Ella era secretaria del abogado. El lugar, una pequeña población a dos horas de viaje, desde Montevideo. Juan y Lucia, eran oriundos del lugar, casados hacia un par de años y muy apreciados allí. Esplendido aquel sábado de otoño. Muy temprano en una esquina del pueblo Juan esperaba unos amigos. Iban a un asado de cumpleaños. En eso se detiene un Jeep de otros amigos y al saber que hacia le dicen…"vamos a pasar por allí, sube que aquellos se deben haber dormido…" Así que Juan va con ellos, descendiendo en el lugar del cumpleaños. Como pasa en esos casos, el asado se demora con los "preámbulos". Después la sobremesa ocupa la tarde, con la charla y los juegos de cartas…entre amigos que se conocen de siempre. Día de cero trabajo…cero reloj… cero corbata…sin tiempo… Esa noche, luego de una cena liviana…fue día de calor y poco apetito. Ven algo de TV y se retiran a descansar. El sueño llega enseguida. De pronto, en la madrugada un ruido espantoso los impulsa a saltar de la cama. Coches que se detienen, gritos de mando y la puerta de la casa que es arrancada de cuajo. Soldados entran al cuarto, esposan a Juan, le ponen una capucha y lo sacan con violencia. Se siente a muchos por otros ambientes del hogar. Ruidos de muebles y de vajilla que se rompe. De pronto mas gritos, los coches se van y vuelve el silencio. El perro muy golpeado gime de dolor en un rincón… Aquella noche nadie siguió durmiendo en el pueblo. La gran mayoría iba llegando a la casa agredida. Era unánime la certeza sobre la confusión con Juan, en los que buscaba tranquilizar a Lucía. "Vas a ver, mañana o pasado está de vuelta cuando vean que no tiene nada que ver, en lo que sea…" le repetían una y otra vez a quien era presa de la desesperación. No era por decir algo. Era sincera y unánime la certeza, en todos, sobre Juan. Aquella gente del pueblo muy solidaria, se unió en rodear a la vecina, en el arreglo de los daños a la casa, en otras urgencias y en buscar noticias de Juan, desde el lunes. Aquel domingo el pueblo hervía en comentarios. Un grupo de vecinos se junto a planificar donde, al otro día, podían averiguar por Juan. Bien temprano partieron a Montevideo. A la tardecita hubo una especie de asamblea para informar. El resultado fue nada. Bueno, decían, es el primer día. Pero los días fueron haciéndose semanas. Y estas meses. Y se estaban por cumplir tres meses y nada. A Juan se lo había tragado la tierra. Cuando a dos días de que se cumpliera el tercer mes, llega a la casa un Jeep con soldados. Desciende uno que dice…" Tiene que llevar ropa a esta dirección" y le da un billete. La noticia corrió como reguero de pólvora. Y el pueblo estallo de alegría... ¡Juan vivía..!! Y pronto Lucia lo pudo visitar. Y recién ahí se supo que había pasado. El ejercito tenia detectada una célula del MLN en aquel pueblo. ¿Por qué no los detuvieron? Porque supieron que habría una reunión regional allí. Y los vigilaban esperando. Los amigos que llevaron a Juan al asado, eran la célula e iban a la reunión esperada, que sería en una chacra vecina. Y al anochecer, en plena reunión, los copo el ejército. Como a la célula la venían siguiendo, que Juan subiera al Jeep, lo coloco como parte del grupo. También se supo algo de su peripecia en esos tres meses. Tuvo una primera etapa terrible y muy dura y luego otra de "recuperación" antes de avisar que le llevaran ropa. La etapa "dura" anula noción de tiempo, ni el sueño, ni el día ni la noche. Como en la segunda pudo "contar" un mes, eso hace que la primera fue de dos meses, donde todo se reducía a varias preguntas: ¿Qué mensaje te dieron? ¿Con quién tenias que encontrarte? ¿Quiénes son los otros de tu célula?…Juan no tenía respuestas. Pruebas no existieron. Pero si la "convicción" en los carceleros de su "culpabilidad". Sufrió seis años de cárcel. --- La sombra De Marta Cabrera Habían anunciado por todos los medios de comunicación, que esa noche habría ALERTA ROJA: por vientos huracanados, lluvia...y no sé cuántas cosas más. No le di tanta importancia, pues, en definitiva, quizás solo fuera un viento algo fuerte, cuatro gotas locas y quizás bajara la temperatura.- -"Sabes que debo viajar a San José, por el asunto de la venta de los animales del primo Ángel" - me dijo Juan esa mañana.- "Me da mucha pereza, pero ya me comprometí y él cuenta conmigo....sabes cómo es"... -"No te preocupes - le dije -sabes bien que no me da miedo quedarme sola, además están los perros"... Y, así fue, que temprano en la tarde se marchó, luego de algunas recomendaciones...como siempre! Yo, me dispuse a pasar ese tiempo imprevistamente sola, de la mejor forma posible. Miraría tele hasta tarde...me comería una rica pizza...(no, mejor no, estoy un tanto gorda..) leería... todo el tiempo para mí y casi no sabía que iba a hacer con él.. Bueno, vería... De pronto, un estruendoso trueno explotó con toda su potencia y se largó a llover de manera copiosa. En definitiva, tenía razón el señor de la radio...jajaja.! Qué lindo oír llover!.. pero aquello era demasiado para mi gusto. Otro atronador trueno! Ah! Qué tormenta!! Pensé en lo atemorizados que debían estar los perros...A pesar de que no los veía desde la ventana del fondo, los adiviné en sus resguardos. Ja! los muy pícaros quizás estaban durmiendo a pata suelta!.. Me di cuenta entonces que se había desatado un viento de los mil demonios...! Cómo habían acertado los del pronóstico...por eso es que había tanta tormenta! Miré por la ventana del frente; la lluvia caía como una cortina, balanceándose para allá...para acá, empujada por los vaivenes del fuerte viento. Y lo peor..es que golpeaba contra la ventana! Nunca llovía de ese lado!... Casi no distinguía el jardín....! Que destrozo haría! De pronto..!APAGON! Ah, qué susto! Corrí a encender unas velas que siempre tengo a mano..por las dudas. Volví a asomarme a la ventana y....lo que vi me heló la sangre! Había alguien en el jardín! Pensé en los perros que estaban en el fondo, evidente que con los ruidos del ambiente sus alertas estaban bloqueadas! Me di cuenta de lo atronador del viento, la lluvia, se oían rechinar las ramas de los árboles! Volví a mirar...Si, estaba allí, agazapado; de pronto se erguía, como calculando en qué momento podría acercarse; de pronto volvía a agacharse.. como escondiéndose...Yo estaba petrificada! El terror me inmovilizó y no me permitía quitar los ojos de ese lugar. No podía llamar a la policía pues - de venir - tendría que salir de la casa, correr hasta el portón que está a 70 mts.--Pero la sombra ESTABA ADENTRO! Apagué las velas para que no me pudiera visualizar a contraluz..La sombra seguía agachándose, o irguiéndose.. siempre acechando... De momentos los relámpagos iluminaban algo, pero yo sólo veía la sombra moviéndose constantemente. No sé el tiempo que pasó..La tormenta fue amainando, pero mi terror aumentaba más aún. Como si adivinaran, los perros comenzaron a ladrar...pero no venían al frente!..no me atrevía a llamarlos. La luz volvió a encenderse, y con ella los faroles de afuera. Ahora sí que no veía más, pues al encenderse las luces, aquel lugar quedó en la oscuridad. De pronto, un perro ladró en la calle y los míos corrieron hacia el frente ladrando también.. Tal vez debía haber huido, pues los perros ladraron con los de la calle...evidentemente ya no estaba... Exhausta y sin apagar las luces, finalmente me dormí en el sofá. Un rayo de sol que entró por la ventana, me despertó a la mañana siguiente; procedí entonces a apagar las luces que estaban aún encendidas. Temblando, rememoré los terribles momentos vividos esa noche..Miré nuevamente hacia allí..pero no había nadie - por supuesto. Sólo estaba quebrado y caído, un arbolito que Juan había plantado la mañana anterior, y del cual, en mi aterrorizado estado de ánimo, había olvidado que estaba allí, ocupando ese espacio antes vacío.
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