Dos poemas
Daniel Vidart
14.10.2018
Uypress publica hoy estos dos poemas de Daniel Vidart escritos en 1960: La casa, El arroyo.
LA CASA
Esta es la casa,
sobre su piel
se abre el arcoíris
de la lluvia,
late su corazón
en la dorada salamandra del fuego
y en su desván, tiniebla tras tiniebla
se oxidan las tenaces sustancias
del olvido, las memorias anuales
del júbilo y del llanto.
La casa vive, respira,
se queja por la noche
con los tenues crujidos
de los muebles,
oculta los secretos de remotos cajones
encubre las arañas
que tejen el patíbulo
de la mosca inocente y maldecida,
le da un dios tutelar a cada niño,
y ayuda a nacer, a morir,
a conciliar el sueño,
condolida de la agria,
de la terca soledad del habitante.
Los domingos, cuando todos menos uno salen
se siente su temblor animal,
se respira su aroma de rosa polvorienta,
se toca su raíz
de piedra misteriosa.
Sin que nadie lo ordene
con manos invisibles
reparte las brisas familiares
en la tarde otoñal de los pasillos
y en la aseada ternura
de los cuartos.
A veces, cuando está tan quieta,
tan ensimismada
y pura
se oye cantar a su silencio
como si fuera
el rumor melancólico
de un caracol marino.
Entonces el hombre
solo y para siempre solo,
el exiliado en su reino
la alimaña más triste y violenta
de la Tierra,
al escuchar esa voz le entrega
la llave verdadera de una lágrima.
...
EL ARROYO
¿De dónde vienes, arroyo
agua con cintura hermosa
saltando como un pájaro con frío?
Entre los cerros brota
tu camino de luz ensortijada,
con pies de vidrio baja
a los campos guardados por el toro,
escribe lentas letras en la hierba,
despierta al hombre,
trabaja en los molinos,
moja a mi verde patria y la reparte
en cuatro rumbos por el aire puro.
Pasas a mi lado, Tus dientes Y así corres y corres Me acerco a ti y te toco, Arroyo precursor, lengua llameante ...
siento tu vihuela, tu avispa, tu palabra
de obrero misterioso,
escucho
el susurro frugal de tu vestido.
muerden el pecho de la tierra,
cruje el pan de los guijarros
bajo el talón helado de tu prisa,
el ave de la arena vuela y canta,
toda la vida cabe en tu apogeo.
bajo el techo del viento,
corres enhebrando puentes,
visitando a los pueblos
solitarios,
corres como un tren de plata
bajo la sangre triste
de la luna,
corres lleno de peces,
de pedazos de mundos, de máquinas azules,
de sombras y de besos.
tus aguas llevan
una flor al hombro, llevan
una espada mordida por la noche,
llevan un dios, un ave, una sonrisa
caída del balcón del arcoíris.
del perro del verano,
agua mortal, contigo van mis pasos
hasta el mar que combate con los truenos