Derecho a opinar. Carolina Díaz Burci

21.03.2025

La libertad de opinión es un pilar fundamental de toda democracia que se precie de tal. El derecho a emitir una idea está en la base misma de la mejor forma de organización social que se ha dado el hombre a lo largo de su historia.

Ese modelo de organizar la grey admite como premisa principal la diversidad de opinión, pues de lo contrario, pierde su sentido original de lograr la síntesis con la participación universal de todos sus miembros, asumiendo que el gobierno es de la mayoría, sin avasallamiento de las minorías. El derecho a opinar es y será, siempre, un valor intrínseco de la democracia, mucho más, de las organizaciones que le dan sustento.

Días pasados circuló por las redes -y algún medio de prensa lo levantó- la participación de una dirigente colorada que tuvo la valentía de enfrentar a la mayoría de su partido político en el órgano deliberativo nacional. Al hacerlo desnudó la realidad de una muy maquillada interna donde el sector mayoritario del hoy senador Andrés Ojeda, quedó expuesto ante el crudo y revelador testimonio de la protagonista.

Sin ánimo de intromisión alguna en la interna de un partido al que no pertenezco, quiero reivindicar en este espacio la figura de la disidencia. La protagonista fue una mujer que valientemente enfrentó al poder de su propio partido para revelar el injusto trato que recibió al ser ignorada por un candidato al que apoyó (hasta con plata, según dijo) y, sin embargo, la ignoró personal y orgánicamente, tomando decisiones con las que expresó su total discrepancia en la citada convención nacional.

Ese derecho a disentir, de manera frontal, directa y sin guardarse nada, fue brutalmente expuesto en redes sociales para ser objeto de críticas que no reparan, ni por un segundo, en que esa mujer representa el derecho a opinar de forma libre y en pleno ejercicio de un derecho soberano que tenemos todos quienes somos parte de un Estado democrático.

Alguien que no eligió una red social para hacerlo -que bien puede hacer cualquier ciudadano- sino que lo hizo en el seno de su propia organización y ante el organismo más soberano que pueda existir como es una asamblea (en el caso la Convención Nacional del Partido Colorado), para expresar su opinión contraria a la mayoría. Una decisión que -expresó- atenta contra la existencia misma del Partido Colorado.

Más allá de los pormenores mismos que deslizó la protagonista de esta columna -Francia Barrios- que, por cierto, no fue la única, lo triste y preocupante de todo esto es la crítica posterior a su participación. Situación que no fue igual en el caso de otros convencionales que dieron también su voz contraria, pero que no tuvieron la misma y negativa repercusión que aquella. No quiero decir que su condición de mujer la llevó a ser objeto de tanta saña, pero no puedo evitar pensarlo.

En concreto, aceptar la opinión discordante no puede ni debe ser objeto de crítica despiadada y baja, por el contrario, la voz disidente es un llamado de atención que puede -muchas veces- orientar el rumbo y advertir situaciones que pasan inadvertidas en medio de la euforia que puede nublar el pensamiento de los ganadores. De ahí que es muy importante escuchar a todos, pero mucho más a los que nos critican.

¿Acaso no hicimos eso desde nuestra fuerza política cuando sufrimos la derrota en 2019? "El Frente te escucha" fue una demostración práctica de lo que no hicimos antes y nos costó la derrota, pero que pudimos recomponer abriendo bien grandes las orejas para escuchar lo que no supimos oír antes. Y vaya si aprendimos a escuchar, tanto que volvimos a ser gobierno.

Entonces, es inadmisible que en pleno siglo XXI se sigan escuchando y/o leyendo descarnadas críticas contra quienes opinan distinto, y mucho peor aún si quien emite esa voz disonante con la mayoría, respeta los caminos institucionales de la organización que integra para hacerlo. Debieran reconocer que ese tipo de actitudes son las que mantienen viva la democracia, y a las organizaciones que la componen. Una democracia que se construye con participación y compromiso, pero también con voces que discrepan y critican.

Vaya pues mi reconocimiento a esta mujer y a todos aquellos que alzan su voz para decir lo que piensan, y que no eligen mejor lugar para hacerlo que ante el soberano del que también forman parte. Los que participan de los espacios de decisión, los que hacen parte del problema y también de la solución. En definitiva, de los que construyen las decisiones democráticamente.

La democracia se defiende desde el lugar que ocupamos cada uno.

La democracia se consolida con la voz de todos, sin exclusiones.

 

Carolina Díaz Burci

 

Columnistas
2025-03-21T19:25:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias