Eduardo Vaz

29.09.2024

De listas y candidatos

 

Una lista es muchas cosas a la vez. Lo obvio, la fórmula presidencial, su primera figura para el senado, quienes le siguen en los lugares "salibles". Lo mismo en diputados de cada departamento. Y vaya si hay compañeras y compañeros valiosos y queridos que nos representan. También están las decenas que "visten" las listas, dando su nombre para engalanarla. Gentes diversas, de los ámbitos más variados, desde la academia al barrio, de la universidad al campo, del aula al sindicato. 

Las listas son esencia de democracia y participación. La aspiración a cargos no solo es legítima sino necesaria, pensemos por el absurdo, ¿si nadie quisiera estar en una lista qué democracia sería? Estamos hablando de cargos elegibles, de gente que se expone y somete al juicio ciudadano, que sale a la calle, a los medios, a los actos, a los comités, a pelear el voto defendiendo sus ideas y propuestas. Nada más lindo y querible, más sano y nutritivo para la democracia.

Las listas son síntesis concretas de programas y valores, de propuestas y trayectorias, que sus integrantes intentan reflejar de la mejor manera posible.

Y están las figuras que las honran con su sola presencia, que ya hicieron mil campañas electorales pero, sobre todo una, la campaña de una vida que habla por sí sola. Esa gente que admiramos por sus múltiples facetas y que no necesitan presentación ni campañas publicitarias.

Nuestra lista 95 se cierra con unas líneas en negritas donde están entrañables personalidades que nos prestigian, baste mencionar a Belela. El último lugar es para una figura admirada y querida por quienes lo conocieron, sin necesidad de ser de su sector, ni siquiera ser de izquierda. Un salteño que hizo en su vida más goles que Suárez con la celeste, él vistiendo la camiseta de la izquierda humanista y democrática, vencedor de la dictadura y sus torturadores que no pudieron quebrarlo a pesar de su saña para que diera los nombres y el aparato organizativo y financiero del PCU en 1979 y anterior. El entrañable compañero de cárcel hasta el final de la dictadura en el Penal de Libertad, el reconstructor del más potente PCU que haya conocido la historia nacional con la dupla que hizo con Jaime Pérez (y tantísima gente querida) y su impresionante consagración electoral de 1989.  

A pesar de eso, fue denostado por gente sectaria que no lograba separar las diferencias políticas e ideológicas de la humanidad y calidad de las personas pero nunca respondió igual. Se fue a terminar su carrera de abogado tantas décadas postergada por la militancia, a reflexionar y tratar de entender el cambio gigante que significó el hundimiento de la URSS y el socialismo europeo tan grande, al menos, como lo fue la revolución rusa que le dio origen.

Su calidez y lucidez lo acompañaron siempre. Él, que hacía relucir cualquier lista que lo llevara, se sorprendió y emocionó profundamente cuando le pedimos permiso para cerrar la 95 con su nombre. Sin que nadie se ofenda, mi voto va para él. 

¡Hasta siempre, Chumbo querido!


Eduardo Vaz
2024-09-29T20:10:00

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