El desarrollo como libertad; 80 años de Amartya Sen
Eduardo Vaz
04.11.2013
"Puedo ser, al mismo tiempo, asiático, ciudadano indio, bengalí con antepasados bangladesies, residente estadounidense o británico
"Puedo ser, al mismo tiempo, asiático, ciudadano indio, bengalí con antepasados bangladesies, residente estadounidense o británico, economista, filósofo diletante, escritor especialista en sánscrito, fuerte creyente en el laicismo y la democracia, hombre feminista, heterosexual, defensor de los derechos de los gays y las lesbianas, con un estilo de vida no religioso, de origen hindú, no ser brahmán y no creer en la vida después de la muerte...Este es sólo un pequeño ejemplo de las diversas categorías a las que puedo pertenecer simultáneamente. (1)
La producción intelectual de este indio del mundo es tan rica y profunda que ameritaría un verdadero curso sobre su obra con especialistas en la materia, mientras que este artículo apenas intenta divulgar algunas de sus ideas y abrir la curiosidad de activistas y militantes de izquierda. Son muchos sus aportes en el plano de la economía y de la filosofía, en particular, su influencia en los cambios de criterios para evaluar el índice de desarrollo humano de ONU, pasando de un enfoque económico reduccionista y promedial a otro abarcativo y enfocado en la persona, ha significado un avance enorme en la conciencia social global.
Sen entiende el desarrollo como un proceso de expansión de las libertades reales que efectivamente tienen las personas. No define el desarrollo en base a la renta sino a la capacidad -libertad esencial- que efectivamente tienen las personas de concretar la vida que quieren tener. Así, la pobreza no solo se trata de una renta baja sino de la incapacidad de transformar dicha renta en lo que se quiere. En sus palabras:
"Si el fin es centrar la atención en las opciones reales del individuo para alcanzar sus objetivos habría que tener en cuenta no sólo los bienes primarios que poseen las personas sino también las características personales relevantes que determinan la conversión de los bienes primarios en la capacidad de la persona para alcanzar sus fines." (2)
Su objetivo no es definir "la idea de sociedad justa sino en investigar comparaciones basadas en realizaciones que se orientan al avance o retroceso de la justicia." (3)
¿Es posible un acuerdo trascendental único acerca de la sociedad? Sen abre este debate con un ejemplo sencillo y esclarecedor: tres niños y una flauta. En él, la reflexión sobre la igualdad y la justicia, sus distintos enfoques filosóficos y la complejidad del tema quedan abiertos.
Consideremos que tres niños disputan la tenencia de una flauta: Federico es el único que sabe tocar el instrumento; Pablo es pobre y nunca accederá a otra; Mariana es quien la ha fabricado. ¿A quién le corresponde?
Los utilitaristas se inclinarán por Federico, los igualitaristas por Pablo y los libertarios por Mariana. Los tres tienen buenas y fundadas razones; incluso, la situación desborda la máxima de T. Scanlon que sostiene que "nuestros principios deben concordar con lo que los otros no podrían rechazar de manera razonable".
Con fina ironía y humor -¿indio o británico?- nos cuestiona viejas y nuevas consignas al respecto:
"La idea del derecho a los frutos del trabajo propio puede unir a los libertarios de derecha y a los marxistas de izquierda, sin importar cuán incómodos puedan sentirse los unos con los otros."(4)
Aunque cueste aceptarlo, parecería lo más sensato entender que "Puede no existir, en efecto, ningún esquema social perfectamente justo e identificable del cual pudiere surgir un acuerdo imparcial." Y más adelante: "Lo que se requiere, en cambio, es un acuerdo, basado en la razón pública, sobre la gradación de las alternativas realizables."(5)
Sen mismo se adscribe a una larga lista de pensadores comparatistas, en la que incluye al marqués de Condorcet, A. Smith, K. Marx, J.S. Mill, K. Arrow, entre otros, distinguiéndose de los grandes contractualistas como Hobbes, Rousseau, y J. Rawls.
Su concepto de libertad, como objetivo primario del desarrollo a la vez que medio principal para efectivizarlo, apunta a resolver la falsa dicotomía planteada entre igualitaristas y libertarios, que tantas veces ha llevado a la contraproducente oposición entre libertades, justicia social y desarrollo.
En la base de su concepción figura la democracia como valor universal, que no se reduce a cuestiones electorales sino que se amplía al "debate público" como mecanismo de dirimir las cuestiones sociales. La capacidad de elegir -siempre dentro de las restricciones imperantes- y de razonar individual y públicamente, son pilares de su concepción a la par que caminos específicos para elucidar asuntos colectivos, siempre basados en una ética imposible de separar de toda acción social.
Sus estudios acerca de grandes temas como las mujeres, las hambrunas y la población han echado luz sobre ellos y han contribuido a tener demostraciones fundadas de las injusticias existentes. En particular, su demostración de la inexistencia de hambrunas en regímenes democráticos así como el hecho que no sea cuestión de recursos sino, esencialmente, de distribución, son aportes magníficos que han permitido estrechar, aun más, los valores de democracia, justicia social y libertad.
El trabajo desarrollado sobre "identidad y violencia" es un aporte trascendente a una visión amplia del tema, confrontando con las teorías de las guerras de civilizaciones y de religiones tan en boga en sectores occidentales.
"El arte de crear odio se manifiesta invocando el poder mágico de una identidad supuestamente predominante que sofoca toda otra filiación y que, en forma convenientemente belicosa, también puede dominar toda compasión humana o bondad natural que, por lo general, podamos tener."(4)
El domingo 3 cumplió 80 años. (6) Este premio Nobel de economía (1998) con su profundo pensamiento nos da nuevos, ricos y fundados elementos para encarar la cuestión del desarrollo, asunto central de nuestro país y del mundo. Su concepción del desarrollo como ampliación de la libertad tiene, como todo conjunto de ideas, fundadas críticas, pero es una fuente de inspiración valiosísima para quienes se interesan por la cuestión social y los avances reales en favor de los más débiles. Merece que lo celebremos también aquí y que incorporemos sus aportes a nuestra reflexión transformadora.
Notas:
(1) Identidad y violencia. La ilusión del destino. Pág. 44. Segunda edición abril 2008. Katz ediciones.
(2) Sen, A. (1999), Democracy as a Universal Value, Journal of Democracy; vol. 10, No. 3. Citado en la tesis doctoral de María Edo.
(3) Sen, A. La idea de justicia. Pág.19. Editorial Taurus.
(4) Identidad y violencia. La ilusión del destino. Pág. 15. Segunda edición abril 2008. Katz ediciones.
(5) Sen, A. La idea de justicia. Pág.24.
(6) https://wikipedia.org/wiki/Amartya_Sen
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