¿Hay pueblos estúpidos?
Esteban Valenti
28.08.2023
¡Sacrilegio! ¡Oprobio! Estas preguntas nunca se pueden formular. La sola definición de “pueblo” absuelve de todo, justifica todo, y en definitiva como las consecuencias de su estupidez las paga ese pueblo, tiene todo el derecho a demostrar su capacidad de imbecilidad. Completa, plena y luego… ni siquiera arrepentirse, simplemente buscar culpables.
La historia de la humanidad, en particular desde que los pueblos adquirieron y asumieron responsabilidades y capacidad de decidir está llena de estupideces gigantescas, desbordantes.
Pueblos que se creyeron que eran una raza elegida y se suicidaron en masa con seis millones de muertos propios y decenas de millones de asesinados ajenos y la destrucción de sus naciones. Pueblos que, levantando su mano derecha al estilo romano, endosando camisas negras, invocando una vez más el imperio no solo se fueron al matadero sino que hicieron un papel deplorable en la guerra. Deplorable y nunca la discutieron a fondo. Se salvaron al final, con la resistencia. Pero algo, nada más que algo.
Y la los fanáticos que, apoyados por Hitler y Mussolini y por los moros colonizados, aplastaron la república y necesitaron más de 40 años para sacarse un enano engreído y fascista de arriba que atrasó el país como nunca antes. Y recién ahora lo sacaron de su monumento a la mayor imbecilidad de la historia española, del Valle de los Caídos. Vaya si habrá pueblos históricamente imbéciles, en todos lados.
Pueblos surgidos de la masacre de la primera guerra mundial, de la muerte de millones de campesinos hambrientos, siervos de una nobleza disoluta e impune y un zar omnipotente, que tomaron el poder y luego fueron forjando ilusiones, mientras convivían con el horror de los gulag y la matanza de millones de seres humanos, entre ellos miles de combatientes por la revolución, por la voluntad suprema de otro zar, Stalin. Y casi medio siglo después todo se vino abajo, teoría, práctica, partido, socialismo real o ilusorio. Todo.
Si, señoras, hay pueblos que son estúpidos, aunque este adjetivo no explique ni siquiera superficialmente la historia y las causas de esa imbecilidad. Y no me excluyo personalmente de esa estupidez latente, agazapada. Pero hay pueblos más estúpidos que otros, insistentes, incansables.
Nosotros lo estamos viviendo cerca nuestro, un pueblo tan parecido y tan diferente al nuestro, del que no separan dos ríos y una historia muy diferente.
Un pueblo que aportó científicos de nivel mundial, médicos, investigadores, intelectuales, escritores, artísticas y del otro lado de una fosa cada día más profunda una legión de políticos que arrastraron a uno de los países más ricos del mundo, por sus recursos naturales y sus posibilidades, a la ruina y a la desesperación actual. Pero ni siquiera esa frustración justifica la idiotez mayúscula.
No tengo ni que nombrarlo, me refiero a la Argentina. Ese país cercano, lejano, querido y rechazado que está a punto de cometer otra de sus grandes estupideces, que es un peldaño más de su escalera en bajada hacia las imbecilidades. Hace 40 años que conquistaron la democracia, mejor dicho, que con la ayuda de los ingleses en las Malvinas volvieron a la democracia, con decenas de miles de asesinados y desaparecidos. Y aprendieron tan poco.
No lograron aprender que el robo, la inmoralidad política, no se resuelve gritando y agitando un nombre como si se pudiera olvidar décadas de oprobio, de brujos y brujas colocadas a gobernar el país y a incitar a los militares, una casta sangrienta y cobarde a volver al poder por enésima vez desde la década sangrienta iniciada en 1930, que no se detuvo hasta 1983.
Un pueblo donde se mezclan los marchantes de siempre, con los funcionarios de todos los tiempos, los punteros, los piqueteros capaces de cerrar las fronteras con nuestro país durante muchos meses, con el apoyo del presidente y el gobernador. Es que los estúpidos no son solo los de abajo, están los que llevan el portaestandarte, la bandera de la imbecilidad, pero esos además son avivados y se enriquecen.
Y ahora estamos en las postrimerías de otra gigantesca estupidez, justificada por los fracasos de este gobierno y del anterior pero, cuya bandera principal es la mentira, más grosera y básica. Un gato que agita la melena de león, ante muchos periodistas cagones, que creyeron que podían manejarlo y se les fue de las manos. Y ahora lo tienen en la puerta de la Presidencia de la República. Pronto para seguir mintiendo, para amenazar, para hacer retroceder el país muchos años. Milei.
Si señores y señoras, los que lo votaron, los que no lo votaron, los que lo miran con simpatía y lo justifican, los que lo dejaron avanzar sin levantar la voz de alerta ante la barbarie, de vender los órganos, vender los hijos, romper relaciones con sus dos principales clientes, acusar de comunistas a diestra y siniestra y apoyarse en los mayores responsables del desastre argentino, el del 2001, cuando todos gritaban "que se vayan todos", por el corralito, el dólar-peso, el desastre total. Domingo Cavallo.
Si este megalómano y anormal llega a ganar las elecciones, asistiremos a un desastre social, cultural e institucional, muy superior a los que conocimos hasta ahora. Y muchos pondrán cara de estúpidos y se lavarán las manos, incluyendo los otros integrantes de la casta política que como Patricia Bullrich transitaron por todas las tribus. Fueron guerrilleras, menemistas, de De La Rúa, de Macri, de Lilita Carrió, le faltó apoyar a los tehuelches. Creo.
Y ahora es o se cree la abanderada del orden, de un orden que le faltó absolutamente en su cabeza política desde siempre, porque la guío solamente el ansia del poder y la falta de principios. Es la segunda en la lista.
Después está el poder casi eterno, desde hace 70 años, con interrupciones militares y algunas electorales, los que se sienten dueños del pueblo, representantes de los descamisados y que hundieron el país en dos ciénagas profundas e inmundas, la de la miseria, la crisis económica y luego la de la inmoralidad más oprobiosa.
En pocas semanas el mundo y en primer lugar nosotros asistiremos a otra enorme estupidez del pueblo argentino, elegirán a su nuevo presidente. Lo más posible que al que quiere dolarizar el país, pero no tiene los votos en el parlamento, el que quiere cerrar el Banco Central, el que quiere destruir la institucionalidad estatal, el que anuncia retrocesos en todos los derechos adquiridos, la destrucción de la educación pública y muchas otras cosas que en su delirio nos irá anunciando.
Claro que hay condicionantes a esa estupidez. Cuando una parte importante de su maneja entre 200 y 300 palabras, por la pobreza, la ignorancia (cualquier otro ser humano con un mínimo de lecturas manera entre 3500 y 4000 palabras), cuando esto se ha acumulado por generaciones, no puede ser solo una casualidad, un descuido, es un diseño perverso y trágico, que empequeñeció los cerebros de esos pueblos. Pero no todo se le puede atribuir a esa decadencia, en la historia hay otros ejemplos de estupidez mayúscula.
Esta imbecilidad marchará en la columna de otros pueblos, incluso con historias mucho más brillantes, que también se han sumergido en la estupidez, como Italia de la Meloni, como una parte de España que grita a Vox en cuello, como Brasil que se salvó por un pelo, o los Estados Unidos que quieren reelegir a Donald Trump o en el mejor de los casos dejar a Joe Biden tambaleándose y yendo a la guerra hasta el último ucraniano. Los norteamericanos ya perdieron unas cuantas guerras y ahora las hacen por procuración notarial.
Lo que tenemos que asumir es que en realidad no solo hay pueblos estúpidos, sino que vivimos una época, un tiempo de enormes imbecilidades, que no tienen muchos antecedentes.
Así que no tendríamos que asombrarnos que Argentina, por descarte cometa otra gigantesca estupidez. Se puede.
Lo anticipó Simón Bolivar
...fundando la Junta su política en los principios de humanidad mal entendida
que no autorizan a ningún gobierno para ser por la fuerza libres
a los pueblos estúpidos que desconocen el valor de sus derechos.
Simón Bolívar. Manifiesto de Cartagena, 15 de diciembre de 1812
Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net). Uruguay