La batalla cultural y los monstruos
Esteban Valenti
12.12.2024
"El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos". Antonio Gramsci
La ultra derecha ha lanzado una ofensiva ideológica, organizativa y política a nivel global, pero en especial en América y Europa y cuenta para ello con importantes posiciones de poder. No se trata de su prédica habitual, usurpando y deformando el concepto de la batalla cultural, se lanzan a la conquista del mundo y a aplastar a la izquierda y al socialismo.
El presidente Javier Milei cerró el encuentro de la ultraderecha nucleado en la Conferencia Para la Acción Conservadora en Buenos Aires con un discurso en el que castigó a los presidentes de Brasil, Colombia y España (Lula, Gustavo Petro y Pedro Sánchez) y advirtió que hay que frenar a los zurdos: "Que no nos entren por ningún lado", dijo.
A lo largo de su discurso, el mandatario llamó a combatir al socialismo, a quien le adjudicó haber sido "exitoso" en el manejo de la batalla cultural y centró prácticamente toda su alocución en torno a este concepto y la importancia del mismo en pos de marcar un norte a la hora de gobernar. "Lograron imponer la agenda de lo políticamente correcto", señaló Milei en alusión a los gobiernos de Lula Da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia), Pedro Sánchez (España), Pepe Mujica (Uruguay), entre otros, los cuales calificó peyorativamente de "experimentos", todos ellos, según sostuvo, bajo la "mentoría" del exmandatario de Cuba Fidel Castro.
"Lo importante es que fueron exitosos en lo cultural, lo político, pero como sus ideas son un espanto, a donde van generan miseria. Eso abrió la oportunidad para que hoy en el mundo, de la mano de Donald Trump, Bukele y nosotros, se respiren nuevos vientos de libertad", indicó Milei. "Estamos frente a una oportunidad histórica para empezar a cambiar el mundo, pero no alcanza con gestionar bien, con organizarse políticamente. Es necesario también dar la batalla cultural",
Los monstruos, que no en todas las épocas son iguales, ahora comenzaron a aparecer y a desplegar sus banderas de guerra.
Es una batalla cultural obviamente diferente a la que concebía Gramsci, con dos o más contendientes, pero con la disputa ideológica de parte de sus participantes, que implicaba una parte fundamental de la lucha por el poder político y económico, la ultra derecha proclama una batalla final para destrozar definitivamente el socialismo y sus ideales. Y la lleva a cabo, por ejemplo en Argentina y se propone extenderla a todos los países donde sea posible.
Milei, planteó que a diferencia de la economía, la política es un juego de suma cero. "Esto quiere decir que los espacios de poder que no ocupemos nosotros los ocupa el adversario, la izquierda", advirtió. "Por eso debemos ser decididos y prácticos, no hay que tenerle asco a ejercer el poder, hay que usar las armas del enemigo. En la batalla cultural, ellos establecieron las reglas y nosotros no solo tenemos que estar a la altura, sino que tenemos que superarlos", reclamó. "Cuando el adversario es fuerte, la única forma de derrotarlo es con una fuerza mayor", sentenció Milei.
Cual es la "fuerza mayor" no está establecido por ahora, cuales son sus límites y alcances tampoco. Pero proyectando esas mentalidades, no es muy difícil establecer que no tienen límites, que la derrota no está en sus planes, apoyados en las fuerzas del cielo y en una libertad entendida como su propia libertad de imponer su modelo, cueste lo que cueste.
Tampoco son fuerzas idénticas, hay sectores donde los límites de la batalla, pasan de lo cultural a las peores provocaciones e incluso crímenes con las mismas banderas. Aquí en Uruguay intentaron hacerlo, hace muy poco, hace muy poco.
A nivel electoral vienen de perder una batalla importante en Uruguay, donde consideraron que la campaña y el ejercicio del poder no superó las fronteras necesarias, de destruir el estado, de terminar con los vestigios del estado del bienestar y la ayuda social, del combate contra las universidades, de la diatriba más violenta contra el feminismo, la lucha por los derechos y la destrucción de las organizaciones sociales. Según los nuevos cruzados, esta es la causa de la derrota del actual gobierno uruguayo. Hay varios actores políticos uruguayos que lo piensan pero lo callan o se les escapa, como un Uruguay "sin izquierda".
El Instituto Manuel Oribe, del Partido Nacional, convocó en 2021 a un concurso de ensayos sobre la influencia del filósofo italiano Antonio Gramsci "en la estrategia de la izquierda en Uruguay desde 1960 a la fecha". La iniciativa surgió del expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera, y el jurado estuvo compuesto por el exministro de Economía y Finanzas Ignacio de Posadas, el doctor en Derecho Romeo Pérez Antón y el profesor de Derecho y actual inspector general de Trabajo, Tomás Teijeiro. El premio fue al libro del contador Juan Pedro Arocena titulado "Gramsci. Su influencia en el Uruguay".
Una expresión explícita de la batalla cultural en nuestro país, aunque esta se libra de una u otra manera todos los días a nivel de la academia, de los medios de comunicación de masa y ahora en las redes.
La izquierda, reciente triunfadora de las elecciones, debería formularse obligatoriamente algunas preguntas. ¿Está entre sus prioridades el debate y los diferentes escenarios de la batalla cultural o simplemente hay que dejar que transcurra la vida y la política?
¿Estamos a la altura en la elaboración teórica, intelectual, ideológica, económica, política, cultural, artística y moral de una elaboración propia y en contacto con el mundo que nos obligue a pensar, a cuestionar, a debatir con la derecha y la ultra derecha?
¿Hay alguna posibilidad de formar cuadros, políticos e intelectuales de nivel, acordes a nuestra propia historia, pero sobre todo a las nuevas exigencias del mundo actual si no hay una atención especial por el clima a todos los niveles del pensamiento crítico de izquierda, avanzado y nunca encerrado en "verdades eternas e inconmovibles"?
¿Le damos a la formación de los cuadros, a todos los niveles, la importancia que tienen?
¿Ejercer funciones de gobierno, de administración a los diversos niveles o administrar correctamente organismos del Estado, es suficiente para la formación cultural, intelectual y política de los cuadros necesarios?
¿En la formación y existencia durante más de medio siglo del Frente Amplio, superando pruebas durísimas, los cambios que se operaron en las principales fuerzas políticas en su interior, no tuvo una influencia definitoria en el nivel, la calidad, la tradición de los principales dirigentes de la izquierda y el progresismo?
¿Estamos preparados o preparándonos para esta nueva etapa superior y mucho más peligrosa de la batalla cultural con la ultra derecha que se organiza y avanza?
Una batalla que no se resuelve levantando murallas de adjetivos y diatribas, de descalificaciones ante sus barbaridades, que reclama razonamiento, teoría, ideas de avanzada para responder a nuevos problemas globales y nacionales, en la economía, la sociedad, la educación, el trabajo, la relación entre la actividad humana y la naturaleza, las religiones y en definitiva sobre la cultura en el más amplio sentido del concepto.
No la resolvemos ignorándolos, creyendo que viven en un mundo paralelo y lejano, obviando la crítica hacia las experiencias fallidas, notoria y dolorosamente fallidas de la izquierda, en especial en nuestro continente.
Cada día más fallidas, ignorándolas, como si de esa manera vivimos en la tibieza de nuestra comodidad y en definitiva de la negación de la principal arma de la batalla cultural, la crítica.
Fue esa arma filosa que nos hizo nacer, cuando criticamos las monarquías divinas, el feudalismo emparentado con la iglesia, los regímenes opresores y sobre todo las formas de producción que parecían el fin del camino de la historia de la humanidad, el capitalismo.
Una cosa es elaborar programas políticos para una coyuntura de gobierno de cinco años o algo más y otra es confundir ese programa con el pensamiento estratégico, sin el cual dejamos de ser izquierda, y la derecha y la ultra derecha nos derrotan en nuestro propio territorio.
"La única forma de combatir al socialismo es desde la derecha, el extremo centro, sus posiciones y sus herramientas son siempre, en todo lugar, funcionales a la izquierda criminal. Es decir, todos aquellos tibios que quieren ir por el medio lo único que hacen es regalarle terreno a la izquierda, y a la izquierda no se le puede dar un milímetro" sentenció Milei.
Para nosotros no toda la derecha es criminal, como lo es la izquierda para un monstruo como Milei, pero no hay un solo milímetro libre, despoblado de la batalla cultural, siempre habrá alguien queriendo ocuparlo y nosotros debemos asumir el reto, sin ningún sectarismo ni ninguna flaqueza.
El 24 de noviembre ganamos una decisiva batalla política y electoral. ¿Cómo nos fue a la izquierda con la batalla cultural?
La mayoría de la izquierda no creemos que nosotros representemos el final de la historia. Esta ultraderecha como las anteriores, basadas en un diseño divino sí manejan el peligrosísimo concepto, no solo del fin de la izquierda sino la eternidad del dominio de la derecha.
En estas circunstancias siempre recuerdo una frase de Benedetto Croce: "Toda la Historia es Historia Contemporánea".
Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).