Cuba en la oscuridad

Esteban Valenti

23.01.2025

Escribir sobre Cuba es una de mis derrotas personales. Ahora el detonante fue la liberación de un primer lote de 553 presos, la mayoría de ellos detenidos en las protestas populares de julio del 2021. Algunos no le prestarán ninguna importancia o le buscarán una explicación ideológica, para mi, es un escalón más en la decadencia cada día más evidente.

Díaz-Canel anunció la liberación como un acto soberano que no tiene nada que ver con la decisión de los Estados Unidos de sacar a Cuba de la lista de países que apoyan el terrorismo. Nadie con dos dedos de frente puede desconocer que Cuba hace muchas décadas que no tiene nada que ver con el terrorismo y que era uno de esos caprichos estúpidos de los yanquis, de los cuales son especialistas. Se le agregó que Donald Trump, un emperador desbocado y ridículo volvió a instalar esa lista infame donde los EE.UU. deberían figurar en primer lugar.

Lo que desmoraliza es que en Cuba hay presos por sus opiniones, por manifestar, por protestar contra el gobierno y el partido y que las banderas originales, el impulso inicial se hace añicos ante su propio pueblo y ante el mundo.

No solo por la falta de libertades, de elecciones libres y democráticas y que la libertad de prensa sigue siendo una quimera, sino porque un país que realmente comenzó con una revolución que entusiasmo a millones, que despertó el espíritu de rebeldía y de construcción de una sociedad diferente, se sumerge gota a gota en un líquido gris y opaco.

Los que tenemos conocidos y amigos en Cuba, los que no podemos borrar todo mirando hacia otro lado, los que no somos capaces de buscarle explicaciones y justificaciones a todo y a cualquier cosa, nos duele. Nos duele mucho, pero más les duele a los cubanos.

Los que todavía viven en Cuba en condiciones miserables, donde comer todos los días, viajar a cualquier lado de la ciudad o del país es un calvario. Tengo relatos que conmueven.

Ya no hay discurso oficial capaz de ocultar una realidad tan apabullante para la gran mayoría de los cubanos. La derrota no es explosiva, es paso a paso, renunciamiento a renunciamiento, es que los estudiantes y profesores no puedan ir a sus institutos porque no tienen transporte, es que la energía eléctrica, el gas sea un lujo, que la impresión de libros haya caído a niveles coloniales, que el azúcar que se produce en la isla del azúcar no alcance para el consumo interno.

No hay un rubro, ni siquiera la salud, que fue siempre un orgullo nacional, que funcione decentemente, que brinde los medicamentos necesarios.

Con un sueldo de una inspectora de enseñanza con 40 años de servicio no se puede comprar ni un huevo diario, ni la insulina para dos días.

La economía se bambolea sin destino ni objetivos, cada día peor y no la sufren las estadísticas, sino la gente, los que trabajan, enseñan, curan, investigan. La inmensa mayoría.

Un país donde los rubros principales de la economía, de la producción, del turismo están en manos de los militares y nadie lo puede ni lo quiere ocultar. E incluso en el turismo, la perla del Caribe viene cuesta abajo porque no se garantizan los servicios básicos. Ni por los militares todopoderosos.

Lo más triste es la falta de perspectivas, de aquellos años impetuosos, llenos de proyectos audaces, con la mano tendida hacia otros pueblos, hemos llegado a la actualidad, que es la síntesis de la incapacidad política, el fracaso de un modelo y el sufrimiento diario de un pueblo cuya única alternativa es ser parte, aunque sea colateral de la nomenclatura o irse del país.

La última noticia que recibí es que una médica especialista cuya familia se había ido casi toda a pesar de su pasado revolucionario, con altas calificaciones profesionales, ahora trabaja en una panadería en España, mientras tramita su reválida. Terminó por derrotarme.

¿Hay algo más cruel que renunciar a tu tierra que defendiste, que trabajaste, que amas, que era tu proyecto, con tus hijos, los amigos que te quedan y tu historia, se quede en el recuerdo y el desconsuelo?

Cuando leo este pequeño párrafo de Leonardo Padura en una entrevista: "A nuestra generación nos educaron en el sacrificio y en el trabajo, pensando en que la recompensa sería el futuro. Y ese futuro nunca llegó... Ese sentimiento de desencanto me llevó a escribir El hombre que amaba a los perros y, estudiando ese proceso, me fui dando cuenta de que era una utopía frustrada. Eso se refleja en la diáspora y en la vida de muchos cubanos en la isla, donde a una persona que trabajó durante 45 años la jubilación no le alcanza ni siquiera para pagar el precio de comerse un huevo diario. El nivel de frustración, de decepción y de desencanto es muy grande".

Para muchos de nosotros también.

 

Esteban Valenti
2025-01-23T07:02:00

Esteban Valenti.

Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).