Un futuro lleno de realismo

Federico Filippo

09.03.2013

Llegamos al punto de sufrir de una profunda indigestión provocada por una realidad en mal estado.

 

La cotidianidad está tan plagada de hechos desagradables y de confusiones que necesitamos consumir y entender la realidad más que cualquier otra cosa. Los canales de noticias las 24 hs se multiplican y el consumo sobre lo real se híper-potencia. Los blogs, los portales informativos, los libros que nos ayudan a entender dónde vivimos, encuentran un creciente mercado en una sociedad necesitada cada vez más de respuestas. Necesitamos entender qué nos ha pasado, hacia donde nos lleva todo esto, dónde vivimos y por qué las cosas se dan como se dan. Pero esta necesidad de “realismo” aleja las fantasías que son también vitales. Ahí reside el verdadero peligro para una realidad que está aún por venir.

Resulta que lo que fue real en el pasado, lo fue en gran medida por alimentarse de importantes dosis de un mundo fantástico, presente en libros, en la poesía, en los teatros, en los programas de televisión, en los cuentos infantiles, en las películas, en las modas de un imaginario colectivo lleno de sueños irreales y fantásticos, pero absolutamente necesarios. Si la realidad le gana a la imaginación estaremos perjudicando a un futuro falto de algo. Ese algo será la inocencia que nos da la fantasía, lo fantástico, la parte más lúdica e infantil que debe conservar toda sociedad.

Si las listas de los libros más vendidos entre Ficción y No-ficción se parecen cada vez más entre sí, o si los programas de comedia más vistos son cada vez más una parodia para explicar lo que somos, o si pasamos la mayor parte de nuestro tiempo navegando para descubrir la realidad que nos rodea, y si la última novela fue una historia teñida de explicaciones e interpretaciones sobre lo que nos hemos convertido, entonces estaremos perdiendo una batalla fundamental frente a los sueños colectivos y el poder del juego y las fantasías.

Si es la realidad la que se está enfermando, y como consecuencia de ello las sociedades, es cuando necesitamos recurrir a los payasos, a los duendes, los ogros, los caballeros, a personajes y situaciones que nos devuelvan la fantasía. Todo se ha vuelto demasiado realista e inmediato como para conseguir entenderlo todo. La felicidad de una nación, tema tan de boga por estos tiempos, depende en gran medida del tamaño y del nivel de socialización de las fantasías. La cura para tanta realidad es un antídoto para que los niños sigan creyendo en monstruos, los adultos puedan salir a la búsqueda de tesoros escondidos, los animales hablen entre sí, los museos cobren vida por las noches, sigan naciendo leyendas urbanas que nos confundan la realidad, nuevos piratas surcando mareas a la búsqueda de barcos para abordar, y las bicicletas vuelvan a volar………..

Quiero hablar, quiero escuchar y quiero poder escribir sobre sueños, solo sobre sueños, nada reales, y poder recobrar el poder que tiene la fantasía para transmitirnos cosas importantes. Hoy parece que una historia fantástica poco tiene que ver con la vida real, el distanciamiento es cada vez mayor y evidente, un motivo de preocupación. Lo fantástico tiene que volver a formar parte de nuestra realidad. Así como necesitamos a la ciencia, también necesitamos a mundos fantásticos para poder entendernos y poder explorar a partes de nuestro Yo que nos serán siempre ocultas.

Parafraseando a la murga: Aaaaaaaay si habrá que “fantasear” para olvidarse las penas, volver a soñar, para inventar alegrías que nos devuelvan la vida, nuestra vida. Aaaaaaaai si habrá que “fantasear” con el corazón, sacándose la amargura, dejando que la esperanza venga y alegre este día. Otra vez a empezar, la noche la tenemos que alumbrar.

 Si habrá que fantasear para que nos devuelvan la vida.   


Federico Filippo
2013-03-09T11:09:00

Federico Filippo (*)

(*) Como decía mi abuelo, "Cittadino del Mondo"

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias