Confesiones de un funcionario público
Federico Filippo
31.07.2013
Debo confesar que llevo años promoviendo formas de gobernar y una cultura de la gestión pública que es poco propensa a escuchar. Debo dejar de pensar en mí mismo y pasar a pensar más como ciudadano que como funcionario público.
No será fácil, pues acarreo con todos mis miedos, es que tengo más preguntas que respuestas sobre cómo involucrarme desde lo público en esta nueva realidad que son las redes sociales. Lo más probable es que no todas las cosas que me digan a través de estos nuevos medios sean agradables. Tendré que aprender a lidiar con eso, o mejor dicho, tendré que aprender sobre la falibilidad de lo que hacemos y que la crítica es bienvenida.
Es hasta probable que se rían de mí, habrá mentiras amplificadas que ni siquiera podré parar y que se parecerán a grandes verdades, pero así funciona esto y tendré que aceptarlo. Sé que le ha pasado a otros que han incursionado antes que yo en estas lides, y sé también que a la larga se aprende y que se es mejores gestores. El juego en el escenario público está cambiando drásticamente y tiene nuevas reglas. Intuyo que es importante no intentar controlar el mensaje, esa época ya pasó, lo que me propongo ahora es ser uno más, no me involucraré en redes sociales solamente para presentar mis soluciones. Es probable que primero tenga que desarrollar nuevas capacidades de escucha. Me involucraré para buscar junto a la gente las mejores soluciones.
Le escuché decir a alguien un día que manejar redes sociales es tan difícil como arrear gatos. Ni lo intentaré, sería un suicidio público. Un amigo que trabaja en estos temas me dijo: Compadre le tengo una mala noticia, no puede hacer nada para cambiar lo incambiable. Las redes sociales son los que son en cada realidad, no vaya a cometer el error de verlas como un canal más de comunicación para lo que Usted hace, entiéndalo bien, o se me ajusta como buen funcionario público o lo acomodarán en la próxima elección. O quizás antes………
Haría bien en ir abriendo mis bases de datos, habilitando a que todo ciudadano que así lo desee pueda hurgar en la información que manejo en mi oficina. Pero si esa información no es mía, es de ellos. Haría bien en ir entrenando a mi personal en cómo usar Facebook, Twitter, Youtube, blogs y otras herramientas, negarse a ello ha demostrado ser un gran error. Que lo usen, pero si lo usamos todos, eso sí, debería lograr que junto con comunicarse con sus amigos también lo hagan con los ciudadanos. Estoy cada vez más convencido que lo que se nos viene va más allá de datos abiertos o incluso de gobiernos abiertos. Es como si mi despacho de repente fuera de cristal. Me gustaría tener la puerta abierta de par en par para que cualquiera pueda pasar y ver lo que hago a diario, puedan pasar y sentarse en mi escritorio a charlar un rato o para sugerirme cómo puedo hacer mejor mi trabajo. Tengo que perderle el miedo a los ciudadanos cada vez más informados y activos. Es que ahora que lo pienso debería tenerle mucho más miedo a no comprenderlos. En algunos países le están haciendo la vida imposible a más de un gobernante, y no le apuntan solo a los tiranos y los corruptos, se dirigen cada vez más a aquellos gobiernos que parecen alejarse de la gente. Si no hago algo esto se va a poner cada vez peor.
Debería recordarme más a menudo que antes de ser gobernante fui y seré un votante más. Debemos mejorar nuestras formas de gobernar “con” la gente. Al final volvemos a lo que siempre fue importante en la gestión de lo público, hacer las cosas bien, con honestidad, con transparencia, con efectividad y cariño por nuestro trabajo. La inmensa mayoría de nosotros queremos eso, las redes sociales nos ofrecen una oportunidad para repensarnos y para hacernos más confiables.
Quizás la respuesta está justamente ahí, no en lo nuevo sino más bien en recuperar viejos valores. Las redes sociales no son lo nuevo, este fenómeno precede incluso a Internet. Lo novedoso es el medio que las habilita y las gestiona. Una red social, ya sea esta virtual o presencial, produce contenidos de forma descentralizada y sin el control editorial de grandes grupos, una producción un tanto anárquica donde mucha gente produce para mucha gente. Las redes sociales las tenemos que ver como más y mejor protagonismo de la gente. Las nuevas herramientas de los medios sociales son los sistemas informáticos que permiten estas interacciones a gran escala y la colaboración que deviene del intercambio de información y conocimientos.
Qué bueno que esté pasando todo esto, justo en una época en la cual es preciso alentar cada vez más el desarrollo a través del aprovechamiento de la inteligencia colectiva.
Federico Filippo (*)
(*) Como decía mi abuelo, "Cittadino del Mondo"
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias