La obra de Pepe Mujica, "los indomables" y lo verdaderamente relevante

Gerardo Bleier

13.01.2025

Capítulo 1


Una profunda, entrañable tristeza, embargó a los uruguayos cuando Pepe Mujica confirmó lo que ya sabíamos: en un futuro cercano dejaremos de contar con sus sabios gruñidos, meditadas sentencias y brillantes intuiciones.
No conforma, pero amortigua esa inevitable tristeza, la observación atenta de su obra, que deja huella y tierra sembrada.
Este texto, esencialmente escrito antes de que Pepe comenzará a organizar su despedida, como hacen los individuos que trascienden su tiempo, ya estaba esencialmente escrito y no es más que el puntapié inicial de una serie cuyo objeto es promover un debate necesario.
Veamos a vuelo de pájaro algunos rasgos novedosos del estado actual del proceso político uruguayo en el contexto del mundo en crisis, (toda vez que la violencia en sus diferentes formas prevalece sobre la cultura es síntoma de que algo no anda bien), en profunda crisis.
Lo que está en juego en el mundo es qué clases sociales y tradiciones político-culturales dirigen al proceso de la civilización hacia la superación de las singularidades estatal nacionales competitivas y antes, hacia la reformulación de políticas de desarrollo que eviten procesos de descomposición y autodestrucción de muchas, demasiadas naciones. La sociedad mundial ya no resiste el obsceno proceso de concentración de la riqueza de los últimos cincuenta años.
Uno de los conflictos más agudos que se desenvuelve actualmente en el sistema mundo lo es el que tiene lugar entre el acumulado cultural civilizatorio y la disputa salvaje de intereses económicos y geopolíticos centrado esencialmente en la reproducción de privilegios obtenidos en el pasado.
Esta tensión ocurre (quizá por ello mismo de un modo tan radical) en una circunstancia histórica en la que la humanidad desde el punto de vista científico técnico está en condiciones de producir abundancia, lo que genera las condiciones para una profunda transformación de las formas de organización del trabajo y la cooperación social universal.
Lo relevante en todo caso es que la violencia coercitiva de poderes establecidos de forma hegemónica durante varios siglos, pero con poder impositivo radical en los últimos ciento cincuenta y que procuran no ver debilitado ese lugar de privilegio pone en juego la viabilidad de las naciones no demográfica y territorialmente relevantes y entra en conflicto con otras naciones no dispuestas a aceptar un rol secundario en la gestión de la economía mundial.
El triunfo electoral del Frente Amplio de Uruguay es un eslabón importante en el esfuerzo político por evitar el deterioro del acumulado cultural en el mundo.
Y aunque ya no contará con ninguno de sus líderes históricos le cabe una enorme responsabilidad porque es estudiado como modelo de organización de las izquierdas, como proyecto viable para organizar las transformaciones nacionales e influir en el acontecer mundial en la orientación democratizadora de las relaciones sociales.
La izquierda uruguaya es una de las pocas en la actualidad global que ha elaborado un proyecto política e institucionalmente maduro, pero ingresa en un período en el que deberá dar respuestas político-prácticas y conceptuales a desafíos nuevos que caen del mundo. Por su carácter modélico, probadamente efectivo para desarrollar un programa democratizador, deberá sin embargo diseñar y ejecutar un proyecto de desarrollo viable y aportar desde esas realizaciones a la estructuración de un acuerdo regional latinoamericano autonomista, que priorice las necesidades de sus comunidades productivas.
En el momento histórico presente, todo aquel que procure navegar en el convulsionado tejido de conflictos que caracteriza al sistema mundial y a algunas regiones en particular, sin recursos teóricos, político culturales e institucionales, dejará de tener capacidad alguna de influir en los acontecimientos.
Quizá por ello casi simultáneamente Pepe Mujica revaloriza las políticas de desarrollo según las lógicas que históricamente todavía son las propias del sistema capitalista de producción y Esteban Valenti refiere a la necesidad de regenerar la noción de revolución.
Respecto de la noción de desarrollo como asunto central expuesta por Pepe puede resultar valioso leer el siguiente artículo del profesor Andrés Rivarola Puntigliano: https://latinoamerica21.com/es/america-latina-y-el-desarrollo-integral/
En fases como la que tiene lugar en el mundo, tan profundamente disruptivas desde el punto de vista geopolítico y científico técnico, el pragmatismo, seguir la corriente de los procesos según como parece que se desenvuelven, tiene virtudes. Ante la incertidumbre, la dificultad para anticipar tendencias, el pragmatismo como forma de pararse ante la realidad ayuda a no apresurarse. Pero contiene falencias, no produce un instrumental para adoptar decisiones científicas sobre cómo preparar el futuro.
Por su historia y por la forma y el momento en el que el Frente Amplio recuperó el gobierno nacional, vale la pena subrayarlo, la izquierda uruguaya tendrá en el futuro inmediato una responsabilidad histórico universal. Su acción puede resultar en un modelo civilizatorio, ¡nada menos! Sus dirigentes tienen que ser conscientes de la responsabilidad que dada esta circunstancia pesa sobre ellos.
Naturalmente, el Frente Amplio no es la única fuerza política de izquierda que procura desempeñar un rol protagónico en el diseño e implementación de políticas democratizadoras, pero a diferencia de otras izquierdas en otras naciones, dispone en general de condiciones favorables para implementarlas.
Los procesos de transformación de la sociedad que procuran democratizar las relaciones sociales únicamente concitan apoyo popular consistente, es decir, se tornan viables, cuando interpretan científicamente la realidad y producen marcos conceptuales, o en un nivel superior, elaboraciones teóricas colectiva y seriamente concebidas y socialmente instrumentadas, puestas en práctica con y desde la sociedad.
E incluso ese método no es suficiente si no es liderado por individuos espiritualmente densos, capaces de lidiar con las complejidades de la naturaleza humana, sus características esenciales y sus estados contingentes. Los contenidos constituyentes, ontológicos, la aptitud productiva de valor, que explican la existencia de la especie humana y que por lo tanto influyen todo el tiempo en el proceso de la civilización y los obstáculos y posibilidades de cada época. Y en esta esfera Pepe Mujica ha sido guía, aunque a él mismo le disguste, como le disgusta, el adjetivo.
En el proceso de la civilización no hay contribución más importante a la cultura que aquellas acciones orientadas a superar las diferentes formas de la violencia, la contención de la agresividad, la experimentación de formas políticas que democraticen al mundo de la vida, y que, por ello, generan condiciones estructurales de estabilidad para el desarrollo. Toda forma de contención democrática de la violencia nos distancia social e individualmente de la mera necesidad de satisfacción de los impulsos biológicos.
Y plantea exigencias político-culturales a las sociedades, educa en la paciencia, templa el carácter, agudiza la inteligencia colectiva.
El hecho objetivo de que la ultraderecha mundial, darwinista social, vitalista en el sentido del elogio caricatural del guerrero, resalte formas brutalmente coercitivas de desenvolverse en las relaciones internacionales enfatiza todavía más la significación de la cultura. Pero no es meramente la cultura la que obstruye el desenvolvimiento de la violencia, sino una fuerza material real, un sujeto social activo, una formulación civilizatoria consistente.
En el momento presente la ultraderecha mundial fomenta discursos violentistas demonizadores contra un otro al que demoniza precisamente para no abordar los antagonismos irresueltos por la política y que por ello mismo operan como causas de la crisis de desigualdad, de la crisis de estabilidad, de la crisis socio cultural y geopolítica.
La violencia ha jugado un rol significativo en la historia toda vez que las formas de organización del trabajo social, de la producción de insumos necesarios para satisfacer las necesidades sociales y sus expresiones jurídicas y culturales no resulta posible desenvolverlas políticamente mediante experimentaciones democratizadoras.
El fracaso de algunas de esas experimentaciones democratizadoras en el siglo XX y la administración no científica del desarrollo por parte de una aristocracia tecnoburocrática global ha dado a la ultraderecha histórica un protagonismo que es necesario estudiar con seriedad.
Aunque representa intereses minoritarios la ultraderecha ha logrado conectar con las aspiraciones y el sentimiento de frustración frente a las políticas gestionadas superficialmente por la mencionada aristocracia tecnoburocrática global que meramente administró durante décadas los intereses reproductivos del capital corporativo. Una de las causas de esa inserción social de la ultraderecha clásica puede radicar en la impotencia de muchos estados nación para resolver problemas prácticos y necesidades sociales mediante políticas diseñadas en los estrechos márgenes de la economía nacional. La conformación ya definitiva del sistema mundo único requiere políticas globales para solucionar problemas globales. El hastío frente a la política del marketing y el lugar común de los partidos liberales conservadores clásicos y las propuestas democratizadoras que no se han propuesto modificar las relaciones de poder reales por parte de algunos progresismos frente a este nuevo escenario de una economía mundial indivisible también ha facilitado el incremento de la influencia de la ultraderecha.
Y es que el problema de la violencia, tan actual y tan escolásticamente tratado por la en el mundo hegemónica academia positivista no se resuelve recurriendo a eslóganes morales. Pepe se ha esforzado por dejar esa enseñanza tanto como la constatación de que toda revolución genera una contrarrevolución salvo que logre desenvolverse productivamente de modo más eficiente que el mundo que deja atrás. Ha reflexionado una y otra vez en sus últimas intervenciones sobre el hecho constatable de que en el contexto mundial actual las naciones no suficientemente desarrolladas que no son capaces de gestionar políticamente al desarrollo pueden ingresar en procesos autodestructivos letales para la preservación de la comunidad, para las posibilidades de dinamizar productiva y culturalmente a la nación.
Los seres humanos únicamente podemos mejorar nuestras condiciones sociales e individuales de existencia cuando simultáneamente evolucionamos productiva, socio cultural y existencialmente. Cuando superamos contenidos que caracterizaron al proceso de la civilización pero que en un período histórico por efecto de nuevas tecnologías u otras innovaciones y potencialidades sociales dejan de ser funcionales a uno de los sentidos de la actividad humana: perfeccionar, dignificar, embellecer, la vida del ser social.
Como para lograrlo, (se trata de una dialéctica evolutiva muy lenta, no alcanza con disposiciones político-jurídicas ni instituciones disciplinantes con capacidades coercitivas), es necesario un sujeto social productiva y políticamente activo y consciente, o por culturalmente consciente, activo, las instituciones políticas que orientan el proceso son esenciales. Por eso el fortalecimiento institucional de la calidad de la democracia y del instrumento político transformador, en el caso del Uruguay, el Frente Amplio, fueron una preocupación constante de Liber Seregni, de Rodney Arismendi, de Tabaré Vázquez, de Pepe Mujica, Lucia Topolanski y de los principales dirigentes e intelectuales históricos de la izquierda uruguaya.
Para transformar en un sentido democratizador la realidad objetiva de las sociedades, vale la pena señalar por ahora de pasada, no alcanza con disposiciones político-jurídicas ni con relatos, como sostiene en un simplón reciente libro Yuval Harari. Las cosmovisiones, las narraciones, mediante las cuales los seres humanos procuran comprender su entorno y a sí mismos tienen, culturalmente, como enfatizaba Carlos Marx, "efectos histórico ontológicos" pero no superan el estado de cosas que caracteriza a determinado momento del proceso evolutivo sino sólo cuando crítica y prácticamente producen conocimientos científicos mediante los cuales perfeccionar las condiciones de existencia de la humanidad como humanidad.
El espacio 609
El espacio 609 fue, dejando de lado lo más relevante, el triunfo electoral del Frente Amplio, con mucha luz, el fenómeno político electoral más significativo de los comicios nacionales de 2014.
La elaboración conceptual y la amplitud táctica mediante las cuales tomó forma la constitución actual del Espacio 609 del Frente Amplio es una obra de arte de la inteligencia política.
En buena medida puede señalarse que una etapa decisiva de esa acción concluyó junto al proceso electoral nacional y dejó dibujados incluso liderazgos de largo aliento en proceso de consolidación: Yamandú Orsi, Pacha Sánchez, y más en perspectiva electoral, Blanca Rodríguez y un conjunto de jóvenes en proceso de formación.
Pepe Mujica, Marenales, Huidobro, el "ruso" Rosencof, Bonomi y otros dirigentes influyentes hicieron confluir desde una sensibilidad que interiorizó al frenteamplismo (unidad institucional en la diversidad de las tradiciones de izquierda) al artiguismo como sentido de nación (lo nacional popular democrático radical), componentes de lo socialcristiano (la opción vivencial por los pobres), un republicanismo teóricamente sutil, jacobino, es decir, basado en un sujeto social crítico y controlador del poder, ocupado voluntariamente en el control de toda forma de poder excesivo y no en meros enunciados moralistas como los que caracterizan al liberalismo individualista anglosajón.
Lo nacional popular democrático radical, por contener los signos de identidad de tradiciones fundacionales de la nación como la artiguista y la batllista, que confluyeron en su forma democrático radical en el frenteamplismo, toma distancia de cualquier forma de populismo.
Además, unas pinceladas de marxismo (como crítica de las formas de dominación jerárquicas históricas y experimentación de prácticas orientadas a su superación), y todavía, como si el esfuerzo de síntesis anterior fuese poco, contenidos libertarios desconfiados de toda forma estatal jerárquica y un marco de referencias éticas que toman la espiritualidad transformadora (militante, práctica, involucrada en las luchas sociales y los padecimientos en los barrios populares) que constituyen como una marca de origen, una forma de honrar a Raúl Sendic, el fundador del movimiento.
Por todo lo anterior resultó llamativa la virulencia con la que fue criticada Lucia Topolanski por sus expresiones sobre casos particulares de testimonios falsos en casos judiciales de violaciones de derechos humanos.
Hacer el análisis de los contenidos polémicos expresados más o menos espontáneamente en el libro de reciente publicación "Los Indomables", (como ha ocurrido), sin considerar este fenómeno, el proceso histórico de los últimos 30 años, las preocupaciones de Pepe y Lucia por propiciar en los últimos años de vida debates político culturales más hondos que los que tienen lugar, la voluntad de poner en debate asuntos que únicamente pueden ponerse en discusión en los próximos dos años, constituye una reacción muy superficial frente a la inserción popular de ese proceso de síntesis de ideas, que tiene lagunas, pero que no por ello deja de resultar admirable.
Las inquietudes intelectuales y políticas que aspira a dejar como aprendizaje Pepe las ha expresado además en muy diferentes medios y son esas preocupaciones las verdaderamente relevantes.
Pepe Mujica, desde una sensibilidad introspectiva profunda y erudita, teórico práctica, trata de dejar al modo de una amplia avenida, un horizonte ideal. Un "por acá no", que toma en cuenta las profundas transformaciones que tienen lugar en el mundo, tanto geopolítica como científico tecnológicamente y el análisis de los fracasos transformadores del siglo XX y a partir de ese diagnóstico un por acá quizá sí, pero buscando siempre. Es decir, sometiendo cada tanto a crítica al proceso en su conjunto.
El comentario de Lucia Topolanski que despertó la legítima crítica del universo de militantes involucrados hasta la médula en la batalla por juzgar las practicas del terrorismo de estado para producir un "Nunca Más" como cultura democrática y antifascista fue profundamente equivocado. Es posible que buscase generar un clima propicio a la redacción de un decreto para enviar a prisión domiciliaria a los presos de Domingo Arena a cambio del mapa con la ubicación de los detenidos desaparecidos en Uruguay que falta localizar, pero la formulación entraña una profunda injusticia con las víctimas y su batalla tesonera y persistente por reunir pruebas para lograr Verdad y Justicia. Por producir una cultura de los derechos humanos como no violencia, que, lo saben los entrañables militantes de la vida, que eso son los activistas de los Derechos Humanos, que las comunidades nacionales no logran consolidar procesos evolutivos si no ponen detrás de ello y colectivamente, inteligencia, autenticidad y energías físicas.
El posible que el error haya podido emerger a la conversación durante la entrevista para el libro "Los Indomables" como consecuencia de que para muchos viejos dirigentes del MLN la lógica de los "combatientes" ha prevalecido sobre la lógica de los "Derechos Humanos". Pero no es esa espiritualidad la que han cultivado en "la barra" que tendrá "que superarlos con ventaja".
Esa es la espiritualidad de ellos porque matrizó sus vidas y porque como viene de decirse y subrayarse ampliamente más arriba, los combates acompañan dialécticamente los procesos de creación de cultura. En las sociedades clasistas, (que además compiten geopolíticamente), de vez en vez, los combates adquieren formas radicales.
La democratización de las relaciones sociales precisamente lo que procura es superar las lógicas jerárquicas competitivas que generan las causas de la violencia.
Que todo lo anterior lo escriba un militante que con cierta ironía podría calificarse como un comunista republicano, es decir, un marxista que sabe que es necesario regenerar el aliento de la ilustración tanto como el de la revolución bolchevique en su origen, antes de la desviación nacionalista y burocrático autoritaria, puede resultar para algunos algo perturbador, pero tiene que leerse como una humilde contribución de partida al debate que se proponen dejar planteado Pepe y Lucia en ese libro y en otras intervenciones públicas. Y que procura estimular también, y no es casual que esto ocurra, Esteban Valenti, en varias de sus últimas columnas en "uypress".
En momentos de incertidumbre y peligro, el maniqueísmo de los resentidos tanto como el de los petulantes entraña serios peligros: otorga capacidad de influencia a la mediocridad y termina apuntalando lógicas tecnoburocráticas políticamente "correctas", formas de intervención de prácticas apenas inerciales pues alguna vez "funcionaron". Esas prácticas tecnoburocráticas se presentan en general como garantía de estabilidad cuando en general no hacen más que reproducir antagonismos que benefician a los grupos de privilegio históricos con lo cual preparan crisis más profundas como destino inevitable.
(Continuará)

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2025-01-13T12:39:00

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