LA GANADERÍA Y LA INDUSTRIA FRIGORÍFICA
Gustavo Guarino
05.08.2014
Desde hace ya unos cuantos meses, se viene procesando un debate entre los productores ganaderos y la industria frigorífica.
El tema es tan viejo como la existencia de las dos actividades en el país; lo nuevo quizás sea que, al influjo de los buenos precios de los ganados que se pagaron hasta hace un año atrás, comenzó a retribuirse con buenos precios a los productores de terneros, es decir, a los productores criadores. Lo anterior llevó a que se incrementaran prácticas de manejo más intensivas y se aumentara notoriamente el número de terneros nacidos. Se estima que en el 2013 la producción se acercó a los 3 millones de terneros, cifra ésta que siempre fue vista como una meta paradigmática para la ganadería uruguaya.¿ Qué pasó? Sobre fines del pasado año y durante el transcurso de 2014, los industriales frigoríficos comenzaron a bajar las faenas, es decir, a disminuir la demanda de animales gordos, especialmente en la categoría vacas, y eso repercutió inmediatamente en una baja de precio del ganado terminado, baja que se trasladó a los precios de los terneros; es decir, los criadores tuvieron que vender sus terneros entre 80 y 120 dólares menos que el año anterior. Lo raro fue que en ese periodo la carne de exportación no bajó de precio; al contrario, hasta hubo mejores precios promedio y posibilidades de más mercados abiertos para que la industria hiciera buenos negocios. Como la industria ha tenido un proceso de concentración importante, resulta lógico pensar que pudo haber existido un proceso de acuerdo entre los industriales para no generar demanda y por esa vía bajar los precios. No resulta alocado pensar que, en una industria donde una docena de plantas dominan el grueso de la faena, se haya podido acordar los volúmenes de faena. Ahí se ha centrado la discusión. Lo normal era que el precio de la materia prima en la industria fuera el 80%, del valor del novillo tipo de exportación (INAC). Desde hace unos cuantos meses ronda el 70%, es decir, la industria incrementó la parte que le toca (se supone que para pagar los gastos operativos, amortizaciones y ganancia del capital). Recordemos, antes con el 20% alcanzaba; también hubo períodos coyunturales en que ese porcentaje se redujo a menos del 20% y la industria vivió momentos complicados o de pérdida relativa. Lo cierto de todo esto es que quienes vienen pagando los platos rotos son el sector dedicado a la cría; ellos son el último eslabón de la cadena y no pueden transferir la baja a nadie. Recordemos que, en la línea productiva, existe el sector invernador , o sea, el que compra terneros para terminarlos como novillos para faena y también las vacas de descarte para engordarlas; este sector traspasa a los terneros y a las vacas de invernada la baja de precio que la industria le hace; por lo tanto, no siempre sufre el problema de la baja del valor del ganado gordo. Esta espiral negativa ha generado quejas de productores y sus gremiales y del propio Gobierno, que se ha interesado en el tema; INAC ha hecho algunos planteos de fijar precios de referencia, las gremiales han amagado a estudiar la posible existencia de fenómenos de conjunción fruto de los oligopolios, y todo ha quedado en veremos. El resultado inmediato es la pérdida de estímulo para el sector criador e incluso de aquellos que hacen el ciclo completo (tienen vacas de cría, producen terneros, los recrían, engordan y los venden como novillos, también engordan las vacas de descarte). Ese desestímulo lleva a que se dejen de realizar manejos más intensivos, se preste menos atención a la vaca de cría y caiga el número de terneros producidos, ya para 2014 se estima una disminución importante. Esto afecta el desarrollo del país, tanto a los productores como a los trabajadores del campo y de la industria.
QUÉ HACER
Esa es la pregunta; es evidente que estamos frente a una actividad que no logra ensamblarse como cadena productiva y parece ser que el sector más concentrado, el industrial, no pone un interés estratégico, ya que como punta es el responsable de tirar la cadena hacia adelante. Alguien dijo que las cadenas sirven para tirar no para empujar; parece claro que, si no se trasladan los estímulos desde arriba, el sector criador no puede empujar.
Cuando en el mes de enero el Pte. Mujica se mostró preocupado por el tema e INAC propuso ponerlo en debate y buscar alternativas, algunas de las gremiales grandes salieron a decir que cualquier cosa menos la intervención del Estado, y esa es la posición predominante hasta hoy, más allá que después se armó una mesa de diálogo entre gremiales de productores e industria. Lo cierto es que, en el último ejercicio (jul 2013-jun 2014), los productores tuvieron un menor ingreso de 320 millones de dólares (cálculos de J. Chouy, revista SERAGRO-El País, julio 2014), que mayoritariamente se lo apropió la industria por el efecto de comprar más barato y seguir vendiendo a precios iguales y superiores. En este momento, fruto del invierno y de que por el propio desestímulo generado no se hicieron suficientes verdeos, hay una escasez de ganado terminado y algo ha subido el precio del gordo; pero quienes tienen ganado pronto para aprovechar esos precios son muy pocos.
ALGUNAS ALTERNATIVAS
Precios de referencia. INAC ha planteado que, en base al novillo tipo, se fije un precio de referencia que podría estar en el entorno del 75% de ese valor para el novillo gordo. Las gremiales lo están masticando, la industria también, pero todos sabemos que un precio de referencia en Uruguay no puede ser más que eso: referencia; porque en una economía de libre mercado no hay manera de obligar a que se pague ese precio. Distinto es a lo que ocurre en EEUU, donde recientemente se votó una Ley de precios de referencia para el sector agropecuario, en la cual el productor que vendió a menos de ese precio tiene derecho a que el Estado lo compense. En nuestro país es imposible llegar a esos niveles de subsidio, tampoco sería deseable. Por lo tanto esto no parece ser una solución.
Exportación en pie. Actualmente está liberalizada la exportación en pie y cumple un papel importante; puede servir como válvula de escape y, en determinadas coyunturas, ser un elemento de competencia importante. Pero si miramos los volúmenes de exportación en pie, veremos que no son significativos como para determinar precios de mercado. Tampoco resulta razonable que el país tienda a desindustrializarse en un sector clave como la carne, donde hemos acumulado experiencia, tanto en capacidad tecnológica como en recursos humanos.
De todos modos aceptemos que la válvula esté abierta.
Frigorífico Estatal. Esta alternativa ha estado planteada por sectores del movimiento obrero y también del FA; sin embargo, tiene tan malos antecedentes que de antemano las gremiales de productores se niegan a pensarla. La experiencia del viejo Frigorífico Nacional lleva a que, sin estudiar las causas de su fracaso y sin analizar las virtudes que en determinados momentos de la historia del país tuvo, se descarte. Es casi imposible hablar de esa alternativa sin que afloren prejuicios anti estatales. Debemos recordar que, en la época en que existió el viejo FRIGONAL, también existieron muchos frigoríficos privados que, al amparo de protecciones y prebendas del Estado, se enriquecieron empresarios y fundieron plantas. Hoy habría que pensarlas de otra manera, sobre todo con la amplia experiencia de empresas públicas regidas por el derecho privado.
Esta alternativa habría que estudiarla sin preconceptos, pero aceptemos que hoy no está en el horizonte inmediato.
Frigorífico de productores. Esta alternativa es de interés y amplias posibilidades. En el país han existido experiencias que deberían ser analizadas con seriedad. El sistema cooperativo tuvo una experiencia con Central Cooperativa de Carnes que habría que analizar en detalle, para ver las causas de su extinción, al igual que INFRINSA. Hoy a nivel del rubro ovino, tenemos la buena experiencia de Central Lanera que comercializa la lana y la carne ovina, especialmente el cordero pesado, pagando al productor el precio promedio obtenido de los negocios de exportación, al que se le descuenta los costos de producción. Existió la experiencia del PUL que no se la debe catalogar como fallida; en determinado momento fue muy exitosa y si hubiese tenido suficiente capital de giro podría estar compitiendo hoy sin problema. Los recursos humanos formados en el PUL hoy siguen siendo quienes dirigen plantas privadas de las más destacadas; así como suena, gente de Melo formada en el PUL hoy ocupa cargos gerenciales en algunas empresas de las más importantes del país y del mundo.
Pensamos que la existencia de un frigorífico gestionado por productores puede ser una mejor alternativa que apostar a la exportación en pie. Las Cooperativas Agrarias Federadas van a cumplen 30 años con variadas experiencias. Hay masa crítica de productores gestionando emprendimientos cooperativos importantes; se debería habilitar una línea de trabajo con este sector de productores para estudiar alternativas. Hoy el negocio de la carne es otro; existe demanda abundante y múltiples mercados, negociaciones de país a país que abren enormes posibilidades, existe el FONDES, un BROU con recursos, que con voluntad política puede ser la fuente de financiación (la que no tuvo el PUL, por ejemplo). Esta alternativa no es excluyente de la existencia de plantas privadas, nacionales o extranjeras de última generación, que por suerte hoy tenemos en el país y nos ubican muy bien en el mercado mundial. Pero sí es una alternativa para productores que quieran trabajar con el sistema cooperativo y serviría como testigo de los costos del proceso industrial. Tengamos en cuenta una cifra; sólo en el ejercicio pasado los industriales que hicieron los negocios de exportación se quedaron con gran parte de los 320 millones de dólares que deberían haber ido al bolsillo de los productores. Una planta de última generación, con capacidad para matar 1200 animales por día y construida desde cero, en menos de un año, tiene un costo del entorno de los U$S 90 millones.
Somos conscientes que el tema es complejo, pero lo que sí está demostrado es que, por simple apelación a la buena voluntad, no se lograrán los precios justos para todos los actores de la cadena. En nuestro país hay experiencias exitosas como la de CONAPROLE o la de Central Lanera; no temamos buscar explorar esos caminos. Hay países competitivos con nosotros y aún más desarrollados donde las principales empresas exportadoras son gestionadas por los productores.
Gustavo Guarino
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias