Urbanización y espacios verdes
Jaime Igorra
31.01.2021
Los espacios verdes en las urbanizaciones son esenciales para la recreación y oxigenación. Ante la pandemia que sufre la población mundial cobran mayor importancia, por lo que su cuidado, mantenimiento y preservación debe ser observada.
La estimación del crecimiento de la población mundial indica que para el año 2025 será de 8.500 millones de habitantes y para el 2050 de 10.000 millones, con una probabilidad de que la curva de crecimiento se haga asintótica y permanezca en adelante en esa cifra o incluso pudiera ser algo menor, dependiendo de las tasas mundiales de defunciones y nacimientos. Dependerá de que los actuales sectores de pobreza y extrema pobreza tengan acceso a la educación, la salud, el trabajo y por lo tanto a expectativas de progreso, planificación y bienestar que permitan, no solo que vivan dignamente sino que también tienda a disminuir su tasa de crecimiento demográfico, todo lo cual también llevará a un cambio de paradigma.
Por lo tanto es necesario generar e implementar modelos socioeconómicos y políticas sociales destinadas a crear condiciones de SALUD, trabajo, y educación que permitan expectativas de progreso, EN TÉRMINOS DE BIENESTAR a nivel individual y familiar.
Otro factor a tener en cuenta es el aumento en la esperanza de vida y por lo tanto un incremento en la población de adultos mayores.
La alta densidad de población en centros urbanos requiere más que nunca la disponibilidad de espacios verdes ya que los mismos cumplen con la función de oxigenación por ser los pulmones de una ciudad, también una función estética ya que un conjunto de árboles, arbustos o plantas, debidamente seleccionados mueven la sensibilidad de la gente. Además una función térmica por el comportamiento de los vegetales, lo cual no ha sido en nuestro medio debidamente divulgado, y que ha llevado este desconocimiento a cometer grandes errores, arrancando árboles cuya reposición tardará muchos años, y que mucho se extrañan cuando caminando en una tarde de verano se busca una sombra.
Tal vez la razón principal de los espacios verdes sea la de esparcimiento. A medida que la ciudad se densifica creciendo en altura, la gente se va quedando sin aquellos espacios que tenía en los fondos de su propia casa en planta baja con terreno. Los seres humanos y especialmente los niños SE RESISTEN A VIVIR CONFINADOS entre las paredes de sus viviendas en altura. Esta es una dura constatación que las cuarentenas por pandemias nos hacen ver y la que hoy vivimos es, la primera de orden mundial, pero seguramente habrá otras. Perentoriamente necesitamos espacios donde la vista pueda ver lejanías, se respire un aire más puro y visualicemos formas y colores diferentes, donde se vean otras personas y los niños puedan gastar, sin reproches, sus energías.
Los espacios verdes deben estar distribuidos equilibradamente en una ciudad de modo de facilitar su acceso desde las zonas habitadas que más lo necesiten. Procurar que la persona que ingrese a ese espacio pierda el malestar que produce una acera llena de gente apresurada y los ruidos y olores de los automotores, diferenciar los espacios dedicados a los niños y al descanso o encuentro de otras personas. No serán atravesados por circulación automotor alguna.
Deberán incluir espacios para recorridos peatonales, espacios para juegos y espacios para recorridos en bicicleta o a caballo.
Muchas de estas características se han perdido en nuestros parques por las concesiones, cesión, préstamo u otra forma legal a instituciones públicas o privadas. NO CONTINUAR CON ESTA PRÁCTICA Y ADEMÁS PARECE CONVENIENTE REALIZAR UNA REVISIÓN CUIDADOSA DE TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS QUE AFECTAN A ESTE PROBLEMA, YA QUE LOS ESPACIOS VERDES DE UNA CIUDAD SON DE UNA ENORME IMPORTANCIA PARA TODA LA POBLACIÓN Y NUNCA SON SUFICIENTES.
Sería muy extenso analizar lo ocurrido en diferentes años en arbolado público, plazas y parques de nuestras ciudades y en particular la capital Montevideo, lo cual nos mostraría como se ha actuado en desmedro de la recreación y oxigenación de las urbanizaciones a las que están vinculadas, tomemos un caso como el ex Parque de los Aliados hoy Parque Batlle.
Recuerdo que en mi niñez, viviendo muy cerca del parque, concurríamos muy a menudo. Había una reserva de ciervos con la que me topaba al ingresar al parque pues una de sus cercas era paralela a Avda. Italia. Los niños rápidamente nos aproximábamos a la misma arrancando pasto que poníamos a disposición de los ciervos a través de la cerca ya que eran muy mansos. Ya no están más. El Parque fue diseñado para circular en él a pie, en bicicleta o a caballo. Su amplio diseño lo permitía perfectamente, así como sus senderos sin calles con vehículos que los atravesaran. Se alquilaban ponys que permitía el recorrido a caballo. Era un verdadero parque central para la ciudad.
Para el campeonato mundial de 1930 jugado en Uruguay se construyó el Estadio Centenario, que luego permaneció en uso para partidos de fútbol todos los fines de semana (días en que las familias más concurrían al parque) por lo cual transitaba en él una multitud con otros propósitos, (entrar y salir del estadio) más el estacionamiento de numerosos vehículos y transporte colectivo al servicio del púbico que concurría al estadio. Esto contravenía el uso de recreación y oxigenación del parque, lo cual reconocía el Arq. Juan Scasso, fallecido en 1973, en sus charlas en la Sociedad de Arquitectos que fuera su proyectista y al cual se le encomendó la tarea desde el gobierno municipal. También fue el proyectista de la Escuela Experimental de Malvín, lo cual muestra su sensibilidad por la oxigenación y recreación de los niños.
En el Parque Batlle hubo que hacer calles que lo atravesaban para facilitar la circulación y estacionamiento de vehículos, (cuando no había más lugar estacionaban sobre los canteros) lo cual resentía los paseos a pie, en bicicleta o a caballo, finalidad primaria de ese espacio.
Se construyó un velódromo que hoy funciona como teatro al aire libre, un club de tiro, dos estadios más para cuadros de 1ra. División, que no poseen terrenos propios para construir sus propios estadios como indica la actual reglamentación. Todo esto determinó hacer calles interiores para facilitar la circulación y estacionamiento de vehículos, fundamentalmente los fines de semana, días en los cuales las familias y los niños más requieren el uso de plazas y parques en una ciudad para recreación y oxigenación. Como frutilla de la torta un circo que visitaba anualmente la ciudad armaba sus carpas frente al estadio Centenario, autorización que afortunadamente ya no se otorga en ese lugar.
Podría describir desaciertos en otros espacios destinados a plazas y parques urbanos creados para recreación y oxigenación que hoy, cuando más necesarios serían para contribuir a sobrellevar esta pandemia mundial, no pueden cumplir adecuadamente su finalidad.
Una política sobre los espacios verdes estará siempre en peligro si no se adoptan planes sobre la solución, en el tiempo, de los problemas del tránsito.
Hay que considerar el NO CEDER PARTE ALGUNA DE LOS ESPACIOS EXISTENTES para otras funciones que no sean permanentemente públicas.
Revisar las condiciones por las cuales se han cedido áreas para funciones públicas, semipúblicas o privadas, con el PROPÓSITO DE RESCATAR las que se consideren más importantes.
Procurar que TODOS LOS BARRIOS de las ciudades tengan sus espacios verdes.
Agradezco a mi profesor y amigo Arq. Roberto Rivero, ya fallecido, que fuera Director del Instituto de Climatología de la Facultad de Arquitectura el haber compartido estos principios fundamentales sobre las áreas verdes en las ciudades. Vaya para él mi homenaje.
Jaime Igorra