Un dólar, un voto
Jaime Secco
23.07.2024
Un movimiento lateral a la renuncia de Joe Biden a su candidatura, merece atención. El papel público de los donantes en las decisiones de los partidos políticos estadounidenses.
Hace más de un año que integrantes del Partido Demócrata sostienen que Biden no debiera ser su candidato presidencial, porque no le ganaría a Donald Trump. Sin embargo, nadie tuvo la osadía para oponerse, ni el dinero, aclaremos.
Luego del debate televisivo y ante la frecuencia de lagunas mentales, la urgencia fue creciendo y llegó a niveles de histeria entre dirigentes del partido. Desde aquí no podemos determinar qué factores pesaron más, y las posiciones públicas de Barak Obama seguramente pesaron.
Sin embargo, los medios hablaron públicamente de coordinación entre "donantes" para cortar su sostén monetario si el actual presidente mantenía su candidatura. Es de suponer que, en la medida en que se concretó, la decisión de renunciar se precipitó.
No fue todo lo rápida que se esperaría para un salvataje de la elección, pero Biden terminó apartándose y apoyando a la vicepresidenta Kamala Harris.
De inmediato se abrió la canilla. Luego de conocida su carta de renuncia, en siete horas la precandidata recaudó 47 millones de dólares en donaciones. Muchas, de pequeños donantes, se informa.
No todos los amables donantes son tan impulsivos. Se publicó en titulares que Joe Ravitch, a quien se presenta como un destacado donante, tiene una cabeza quizá más política y opina que el partido no debe ungir a Harris por acuerdos previos a la convención, porque una competencia despertará más interés
"La política es uno de los deportes favoritos de Estados Unidos -fundamentó Ravitch-. Elegir al sustituto del Sr. Biden para enfrentar a Donald Trump tiene que ser la Final Four, las finales de la NBA y el Super Bowl concentrados en un mes emocionante para involucrar a todos en una discusión real sobre el futuro del país. Estados Unidos no es el único en tener una sociedad que está desafectada por la política tradicional."
Lo interesante es que probablemente sea lo que pase. Por eso, nadie pasó por alto la opinión de este destacado donante. Porque probablemente sea quien decida cuáles van a ser los pasos internos del partido de gobierno.
Cifras de muchos ceros
Sólo en junio pasado, Biden recaudó 64 millones de dólares. No tanto más que lo recaudado por su heredera política en unas horas. Pero en general, las campañas presidenciales se están haciendo cada vez más costosas. En 2020 Biden y Trump recaudaron 1.600 millones de dólares entre los dos. En 2016, Hillary Clinton y Donald Trump sumaron 887 millones.
Pero estas cifras son muy parciales. No incluyen, por ejemplo, los gastos de otros candidatos. Y, sobre todo, porque luego de cien años de restricciones en el financiamiento de los partidos, la Suprema Corte reconoció en 2010 el derecho a libre expresión de las corporaciones. El caso llegó a esa instancia a raíz de una película contra Hillary Clinton que no había sido financiada por una campaña rival, sino por una institución.
El principal efecto de esta interpretación fue la vía libre a las organizaciones "independientes" llamadas Super PACs (Comisiones de Acción Política) que hacen una campaña paralela sin casi control y sobre todo sin límites ni obligación de informar, siempre que no llamen explícitamente a votar a un candidato en concreto.
Todo muy lejos de ser un gobierno de cualquiera, solo superior en sabiduría, como le hubiera gustado a Platón. O, como dice nuestra Constitución: "no reconociéndose otra distinción entre las personas sino la de los talentos o las virtudes", no el dinero.
"No somos una democracia"
En diversas alas de la derecha estadounidense se insiste en que no son ni han sido ni quieren ser una democracia, sino una república. No se alude al republicanismo como una sociedad en que cada uno comparte derechos y responsabilidades hacia el colectivo, sino a que una democracia es simplemente un gobierno de la mayoría, mientras que una república salvaguarda a las minorías y sus libertades en toda la extensión imaginable. Por lo demás, los magistrados electos son libres de desempeñarse según su leal saber y entender, no necesariamente en función a su plataforma preelectoral ni las opiniones de sus electores. Nada de gobierno de, por y para el pueblo.
Más bien, muchas manos en el plato hacen mucho garabato, de manera que se acumulan leyes dedicadas especialmente a alejar la toma de decisiones del ciudadano, a impedir el voto de minorías, como los afrodescendientes, de personas que hayan sido condenadas alguna vez, o de dibujar los circuitos electorales para asegurarse que la mayoría de los representantes sean de su partido, etcétera, etcétera.
Se decía que democracia es un gobierno elegido según cierto procedimiento. Robert A. Dahl? opuso al concepto de democracia el de poliarquía, gobierno de muchos -poderes, prensa, organizaciones, etc.-, pensando que diluyendo el poder se controlaba el despotismo. Incluía algunos criterios para que un gobierno pudiera acercarse a una utopía. Mucha tinta se derramó para ajustar su lista. Adam Przeworski cortó camino afirmando que es democracia un estado en el que el gobierno puede perder elecciones.
El argentino Roberto Gargarella en su reciente Manifiesto por un derecho de izquierda, sostiene que la democracia es un diálogo entre iguales. El hincapié está en el diálogo, no en las elecciones. Considera a la abundancia de plebiscitos como una desviación populista que elude el debate público. "La democracia no son las elecciones, sino lo que pasa a partir del día siguiente".
Todo esto último va a que el hecho de que en un país haya elecciones no quiere decir que sea democrático. La dictadura de Stroessner llamaba a elecciones con cronométrica exactitud. Pero eso es sólo el principio, el tema es mucho más complejo, hay muchos grises y seguramente no se llegue a "la utopía".
Entretanto, es cierto que es deseable que rija un estado de derecho y no otra cosa. Pero creer que esa es la única piedra de toque para muestra política internacional, es de una ingenuidad inmensa.
Jaime Secco
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias