Cartes desgraciado
José Antonio Vera, desde Paraguay
28.07.2022
La mediocridad y la incertidumbre del pensamiento social y político, que hoy caracteriza el ambiente cultural de la sociedad paraguaya, se han visto sacudidas esta semana por una declaración de la Casa Blanca.
Era previsible pero se hacía esperar, cuya Secretaria de Estado, sostiene que el exPresidente Horacio Cartes, es "significativamente corrupto" y ha pasado a integrar la Lista Engel, conformada por delincuentes internacionales.
Chocolate por la noticia, que, conociendo algo del cansino sistema de las injerencias de la diplomacia imperial, en Paraguay tiene el efecto de un terremoto moderado, cuyos coletazos se están expandiendo en medio de la opacidad de las dirigencias y la modosidad que prima entre los adversarios del gobernante Partido Colorado.
Dos primeros efectos relevantes: 1) la Cámara de Diputados, comenzó el debate para iniciar un juicio político a la Fiscal General de la Nación, Sandra Quiñones, incondicional a Cartes, en cuya inmoral trayectoria destaca la lista de órdenes de represión de campesinos, desde desalojos en plenas madrugadas de invierto, hasta la cárcel de decenas y el asesinato de varios.
En una orgía de pedidos y ofertas de dinero, de chantajes abiertos, el grueso de los 80 curules ha consumido durante dos días, tres cuarto intermedios, y su mesa directiva anunció que retomará el bochorno el próximo lunes, para dar tiempo a que cada grupo negocie la compra de votos a favor o en contra.
Esta pantomima, recuerda el Juicio Político que se le hizo, el 21 de junio del 2012, al Presidente Fernando Lugo, en otra comprobada intromisión del imperio, que utilizó a traidores locales. En 24 horas quedó resuelta la destitución. Un relámpago que pasó, en una noche, de la cámara baja al Senado. Absurdo político y jurídico contra un funcionario que había asumido el cargo por sufragio universal, a diferencia del titular del órgano unipersonal que es el Ministerio Público, designado de forma indirecta.
El segundo efecto de la clasificación de Cartes como "significativamente corrupto", lo comenzó a operar este miércoles la sometida Corte Suprema de Justicia que, con inocultable decisión de utilizar un paraguas protector, reabrió la posibilidad de que el exmandatario, pueda ser nombrado Senador Activo, en grosera violación de la Constitución que fija el Vitaliciado, con voz pero sin voto, para todo ciudadano que haya ejercido la presidencia del Ejecutivo Nacional. El intento es cubrir con impunidad al sindicado corrupto.
QUÉ ES LA LISTA ENGEL?
La caracterización de Cartes, hecha por el Secretario de Estado Antony Blinken, fue trasmitida este lunes a Paraguay por el Embajador Marc Ostfield, anuncio interpretado de diferentes formas: "un mazazo", dicen algunos, inclinados a sostener que anticipa su extradición a EEUU. Una clara medida injerencista, según otros, que intentan disminuir el efecto. También reaparece alguna expresión patriótica, reivindicando soberanía.
La Lista Engel, obra del exSenador demócrata Eliot Engel, significa injerencia, ante todo, desprecio por la soberanía nacional, prueba de que, aún en este siglo XXI, una potencia imperial puede decidir la vida de los pueblos.
En Paraguay, el 22 de junio del 2012, se produjo un golpe de estado parlamentario diseñado por EEUU, según diversos testimonios, incluso de origen militar. Cartes, conocido desde años con antecedentes delictivos, fue ungido Presidente. En el 2009, un quiebre institucional similar, había ocurrido en Honduras. Tres años de diferencia, pero ahora, a ambos países y en tiempo más corto, la misma flecha Engel los une.
Semanas atrás, Washington arrestó en plena Tegucigalpa y lo llevó preso al exPresidente Orlando Hernández, un déspota que el imperio sostuvo por años, "avalado como Presidente impostor", a juicio de la actual mandataria Xiomara Castro, quien afirma que la lista tiene motivación política, viola la autodeterminación y sirve a EEUU para perseguir a tres o cuatro delincuentes, al tiempo de reprimir a enemigos ideológicos en el extranjero.
Lo objetivo es que nadie debiera mostrarse altivo, "aunque en el estribo esté, porque suele quedarse a pie el gaucho más advertido". La egolatría y la soberbia, le ha jugado una mala pasada al poderoso empresario deportivo, el mayor fabricante de tabaco y de su exportación ilícita, figurando propietario de cientos de empresas de todo tipo, de decenas de establecimientos rurales modernos, hasta bancos y fábricas de bebidas, desde farmacias a restaurantes, desde expendios de combustibles hasta sanatorios, poniendo y sacando autoridades en toda la administración pública.
En solo una década y media, Cartes se convirtió en el Patrao indiscutido en este país protectorado brasileño y semicolonia estadounidense, ejerciendo absoluto predominio sobre el Parlamento, gobernaciones e intendencias, la Suprema Corte, el Consejo de Magistrados, Ministerio Público, y otros órganos del Estado, al que mantiene sometido con la complicidad del agronegocio transnacional y el dejar hacer por Estados Unidos, que ahora parece descubrir que lava dinero y es narcotraficante.
Después de la declaración que el lunes hizo el Embajador ante una rueda de prensa que convocó, varios fusibles han comenzado a saltar, al extremo que la poderosa Asociación Rural que, por años, ha exhibido a Cartes como ejemplo de empresariado exitoso, ahora estudia su expulsión como asociado.
No sería sorpresa que detrás llegue la Iglesia Católica, de la que se declara un apasionado amante, con tres visitas al Vaticano, encuadrado en la rareza de que es uno de los pocos multimillonarios de la región, que aún se abstiene en vociferar elogios a las sectas evangélicas.
LA OPOSICIÓN NO COLORADA SE CONCENTRA PARA OCUPAR CARGOS
En las filas partidarias, hay regocijo en la fracción gobernante del Partido Colorado, que pronostica el fin político del díscolo correligionario, porque ello abriría el camino para copar la presidencia de esa organización al actual Jefe del Ejecutivo Mario Abdo Benítez, otro violador de la Constitución Nacional que prohíbe la duplicación de cargos a todo funcionario del Estado.
Doble discurso y doble moral, ejercicios relevantes en esta nación mosaico en lo territorial y en el entramado de sus clases sociales, propietaria de dos hidroeléctricas binacionales pero sin energía social, predominando una minoría concentrada de acaparadores de tierra y especuladores financieros entre los ocho millones de habitantes, encima de un extracto social de ricos y numerosa clase media nacida en los últimos 30 años, que representan un 50 por ciento de la población.
Diez puntos abajo y, por ahora, está el creciente número de pobres y hambrientos, volcados a dormir en el basural de los pisos destruidos de las calles de Asunción, convertidas en dormitorios de excluidos, mayoría desempleados, indígenas y campesinos. El país enumera 200 mil multimillonarios, dos millones de pobres, un millón y medio de niños desnutridos, y cientos de adolescentes de 12/3 años embarazadas y abandonadas.
Paraguay es un raro teatro político sin enemigos ideológicos, cuasi inmóvil, en permanente apatía y modorra, un aburrido escenario que sólo lo agita la ambición de postularse para ocupar cargos públicos, como centro de las aspiraciones del grueso de los candidatos, sin ideas de programación ejecutiva, alentados por la proximidad de la nueva administración que, presuntamente, ingresará negociada tras las elecciones nacionales de abril próximo.
Ha sido necesario que Washington intervenga para sacudir la esterilidad y el cretinismo reinante, dejando al desnudo la incapacidad del mundillo partidario y, en particular de los aparatos dirigentes de los tres poderes del Estado, para combatir el crimen organizado, del que hoy se acusa a Cartes, cabeza de un entramado delictivo construido entre muchos poderosos.
En este país, la disputa doctrinaria es ausencia. Fácil es palpar entre el grueso de la población un descreimiento generalizado que ha ido creciendo en paralelo a la instalación de la atrayente y contagiante narcopolítica que viene motorizando, desde hace 10 años, la actividad del Estado y de las grandes empresas, al tiempo de asesinar funcionarios, familiares y hasta socios presuntamente débiles o conversos.
Ese ambiente delictivo endulzó en exceso a Horacio Cartes, un personaje que hace unos 13 años se convenció y convenció a muchos sátrapas, de que la conducción del país debería estar en manos de un fuerte empresario, dado que hasta un Obispo lo había hecho, después de numerosos militares e impresentables políticos paridos en la ideología servil a Estados Unidos, que encabezó 35 años (1954/89), el tirano General Alfredo Stroessner, junto con el Partido, el Ejército y la rosca déspotas y de capitalistas foráneos, con los cuales comparte sus excesos el actual amenazado de defenestración, cuya extradición a EEUU es pronosticada como inminente por algunos analistas.
La incapacidad nacional para juzgar a los corruptos es, antes que nada, sinónimo de complicidad, acción de socios asociados, prueba de que el virus que ha inculcado el estronismo, reivindicado por el actual Presidente Abdo Benítez, está expandido por todo el mapa nacional.
Cartes se construyó mandatario haciendo trampas y abriendo su chequera, que lo convirtió en adherente al Partido Colorado y, con sólo tres años de afiliación, impuso su candidatura a la presidencia contra los estatutos que exigen 10 años a cada socio.
El hombre venía con experiencia de violar normativas, en complicidad con autoridades del país y también con inversionistas extranjeros, en particular brasileros, que cada año operan más desembozadamente en Paraguay, beneficiados por la desprolijidad judicial, la exoneración impositiva, la masa desocupada, los bajos salarios, y la tan difundida corrupción institucional.
Una de sus primeras estafas la concretó Cartes durante el régimen de Stroessner, quien ordenó al Banco Central que le otorgaran un préstamo de algunos millones de dólares al precio preferencial, destinado a la producción. De inmediato, colocó todo ese capital entre privados, a un interés superior.
El nuevo miembro de la Lista Engel está debilitado, y su entorno de sicarios no oculta su preocupación, entre ellos su candidato a la Presidencia, el economista Santiago Peña, exoficinista del FMI, sin carisma, pero lanzado por la fortuna de su jefe. El oficialismo gobernante sufre similar miserabilidad de candidaturas.
Casi enfrente está la Concertación, un conglomerado de más de una docena de emblemas con buenas voluntades, pero sin propuestas que, al menos, apunten a renovar el funcionamiento del Estado. Su discurso, tozudo y persistente, es la denuncia de la corrupción, ante una sociedad "harta de los políticos, que no le interesa hablar de política, sino de cómo solucionar los problemas diarios de comer y pagar el almacén, el alquiler y otras cuentas"
En la calles, en los sitios más concurridos, en la prensa, incluso en los órganos más cavernarios, se registra preocupación por la falta de candidatos con credibilidad ciudadana, entre la docena de aspirantes a la presidencia y miles al parlamento y a los numerosos entes.
José Antonio Vera
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias