La polémica en torno a Shakespeare. Marcelo Marchese

11.02.2025

De Shakespeare se discute hasta la identidad, pues sobrevivieron tan pocos datos de su vida, que uno puede pensar que toda otra información fue eliminada.

Un día, se nos dice, se fue al campo y no escribió más, cosa bien rara, ya que el poeta escribe por necesidad, y sin embargo, acaso sólo escribiera para que sus textos fueran representados.

Es extraño que en su testamento no dejara un libro, y se supone que un actor criado en el campo sin instrucción, no podría escribir tamaña obra. Esto es dudoso, pues acaso nos encontráramos con un autodidacta extraordinario.

Nos cuesta concebir a una persona que tuviera su amplitud para ceñir el alma humana, o al menos, no se sabe de caso igual, y a esa amplitud sumemos los conocimientos relativos al poder de las palabras, a la naturalidad de las palabras, a la métrica adecuada al uso de las palabras, y en suma, a la magia, pues el arte es una de las formas de la magia. Agreguemos a esto, el coraje, pues en plena Inquisición defiende a la magia.

Según una interpretación, un grupo de intelectuales cuyos nombres son debatidos (Francis Bacon (inverosímil) Sir Walter Raleigh (inverosímil) Edward de Vere, Thomas Sackville, Edmund Spencer, Christopher Marlowe) se reunirían para dar la batalla en el terreno del arte. Este grupo sería conocido como "La escuela de la noche".

¿De qué batalla hablamos? El lector pensará en una batalla política, pero aunque la política sea inevitable, no es la política lo que rige al hombre, sino la lucha entre el deseo y la culpa, y esto Shakespeare lo entendió mejor que nadie y sin Shakespeare, y sin los románticos que rescataron a Shakespeare, no existiría Freud.

Así que estos poetas, en vez de darse a los panfletos políticos, crearon personajes que enfrentan ideas y pasiones ante públicos abigarrados, y eso que hicieron ayer, vive hoy y vivirá mañana, siempre y cuando la literatura no pase a ser digital y con un delete eliminen a Shakespeare.

Entre las personas que tienen dudas razonables o que aseguran que Shakespeare no fue Shakespeare, tenemos a Delia Bacon, que quería abrir la tumba del poeta, ya que allí se encontrarían pruebas definitivas, a Nathaniel Hawthorne, Mark Twain, Ralph Waldo Emerson, Walt Whitman, Henry James y Sigmund Freud. Sea que el autor fuera aquel autodidacta, sea que fuera un noble o muchos nobles, el misterio agiganta la imagen del poeta.

 

¿ERA SHAKESPEARE ANTISEMITA?

Uno de los rasgos distintivos del mago es presentar varios niveles en cada obra, como si asistiéramos a varios niveles de una pirámide. Uno puede entender la base y cree que se lleva una idea acabada, pero puede entender también el nivel inmediato y también pensará que se lleva una idea acabada y así podemos seguir hasta el pináculo. Terminada la obra, variadas personas entenderán variados mensajes, y esto sucede porque cada personaje es presentado en su esencia. El poeta obsesionado por la verdad, pues la verdad es la materia del arte, no puede falsear a los personajes y debe mostrar la esencia del debate en juego: en cuestiones de magia no se pueden hacer trampas al solitario.

Es tan brillante la retórica de Shylock como la de su antagonista, Porcia, la heroína de la obra, y como la retórica de Shylock es brillante, se ha pretendido adulterar a Shakespeare, y así tenemos que en Hollywood nació un adefesio protagonizado por Al Pacino, donde la heroína se transforma en villana y el villano se transforma en héroe, y hablamos de un villano que es un criminal, pero el criminal revisitado pasa a ser una víctima de la intolerancia y "del discurso de odio".

Esto no debería asombrarnos ¿no han usado de la imagen de quien predicó el amor para llevar a cabo guerras, conquistas y torturas inenarrables? ¿No han usado del nombre de uno que dijo que deberíamos acabar con la división de clases para imponer la dictadura de la nomenklatura? El sistema de la culpa actúa de tal manera, que apenas surge un revolucionario se lo sepulta con una iglesia erigida en su nombre.

A diferencia del fraude de Hollywood, en la versión que escribió Shakespeare el mercader de Venecia no es el usurero, sino el cristiano Antonio, que a la hora de prestar dinero, no pide interés. Esa es la razón del odio que se profesan el cristiano y el judío, pues Shylock le dice que prestando dinero sin usura, le arruina el negocio, y ese es el asunto crucial de la obra: la usura enfrentada al amor (véase aquí 1 mi análisis de la obra).

 

Es evidente que a los usureros y sus paniaguados no les gusta El mercader de Venecia, y como no les conviene discutir sobre la usura, tiran la pelota a la casa de la vecina y arguyen que Shakespeare se movió guiado por la ignorancia, ya que como los judíos habían sido expulsados de Inglaterra, no pudo conocer a ninguno.

Este argumento ridículo que se repite y se repite, nada tiene que ver con el asunto en cuestión, primero, porque no sabemos de verdad quién fue Shakespeare, así que Shakespeare pudo haber viajado por aquí y por allá y negociado con mucha gente y haber viajado a América, que en todo el proceso de la conquista americana los judíos se mezclaron con los cristianos, ya que desde el principio financiaron a Colón. Luego, si para hablar de una cosa necesitamos tenerla a mano, no podríamos hablar del sol, de la luna, las estrellas, las nubes, los griegos, los romanos, Atila, Moisés y el mar de la China, lo que resultaría en una negación no sólo de la inteligencia, sino de la humanidad. Por último, no todos los judíos fueron expulsados de Inglaterra, ya que algunos se quedaron pasándose al cristianismo o haciendo como que se pasaban al cristianismo.

Nosotros, pobres habitantes disciplinados del siglo XXI, estamos acostumbrados a la usura, pero para aquellas gentes del siglo XVI y XVII, era una cosa chocante, y si pensamos en las gentes del siglo XIII y XIV, era mucho más chocante. Esto lleva a que los grandes poetas enfrentaron la ruina de los valores cristianos de bondad, piedad y amor, en aras de una codicia rampante que invadía y se apropiaba a sangre y fuego de continentes enteros.

Para atacar mediante el arte un vicio, la usura, se precisa un personaje que haga de símbolo, y como eran judíos los banqueros que le prestaban dinero a los reyes cristianos para llevar a cabo sus crímenes, Shakespeare tomó como personaje a un judío, y como ese judío concreto era un asesino, le dio el nombre de Shylock, que es el sonido del cuchillo al afilarse, cosa que hace Shylock babeando de felicidad.

Pensar que Shakespeare ataca al judío cuando ataca a la usura, es actuar como el imbécil que mira el dedo de quien señala la luna. En cuanto a este crucial asunto de los símbolos, digamos que la misma simbología se aplica en Los Evangelios, en Las mil y una noches, en la obra de Manrique y en la obra del Dante. Fijaos en estas palabras de Beatriz, que no es una mujer concreta, sino la sabiduría, que es femenina, así como es femenina la sabiduría que encarna Porcia en El mercader de Venecia:

 

"Sed, cristianos, más firmes al moveros:

no seáis como pluma a cualquier soplo,

y no penséis que os lave cualquier agua.

 

Tenéis el viejo y nuevo Testamento,

y el pastor de la Iglesia que os conduce;

y esto es bastante ya para salvaros.

 

Si otras cosas os grita la codicia,

¡sed hombres, y no ovejas insensatas,

para que no se burlen los judíos!"

 

¿Qué tenemos aquí? A la sabiduría enseñando a Dante: de nada sirve la inteligencia si no está regida por los valores que nacen del amor. Eso es lo que quiere mostrarnos el poeta, justo cuando los templarios han sido incinerados, y con los templarios, su modelo de banca donde no tenía lugar la usura.

Shakespeare nos dice que hay un Shylock y una Porcia en cada uno de nosotros, y que la vida no es otra cosa que resolver cuál prevalece, y el Dante nos dice que el infierno, el purgatorio y el paraíso, no son otra cosa que facetas de nuestro ser; que debemos elegir cuál ser y cuál vivir.

La conclusión de todo esto es que para criticar una obra de arte es preciso entenderla. Sea que la entendamos o no, lo más sabio es dejar a los artistas a su aire ¿O es que alguno de nosotros se cree con la suficiente autoridad para decirle al prójimo qué se debe decir, cómo lo debe decir y para obligarlo a ceñirse a nuestro antojo? ¿No era que el triunfo sobre los nazis nos dio la libertad?

Dejemos a Shakespeare, a Las mil y una noches, a Manrique, al Dante, a Los caballeros y a La gran muñeca seguir su camino, que quien yerre, lo pagará, y quien acierte, recibirá gratitud, y en todo caso, no nos preocupemos de la basurita en el ojo ajeno, y atendamos más bien a la viga en el nuestro; no sea cosa que esa viga nos convierta en cómplices de atrocidades que comprometan el destino de nuestra alma.

 

1- https://www.uypress.net/Columnistas/Marcelo-Marchese-uc132517

 

 

 

 

 

 

 

 

Marcelo Marchese
2025-02-11T19:29:00

Marcelo Marchese

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