Un incendio en los ojos
Lilián Hirigoyen
03.11.2019
Un incendio en los ojos
Nils Artur Lundkvist nació en la provincia de Escania, Suecia, el 3 de marzo de 1906 y murió en Estocolmo el 11 de diciembre de 1991 a los 85 años. Fue narrador, poeta y miembro de la Academia Sueca desde 1968.
Sus estudios formales se limitaron a los seis años de escuela primaria y luego, unos meses, a la universidad popular de Birkagården, en Estocolmo.
Desde niño se sintió atraído por la literatura. En su libro autobiográfico publicado en 1956, cuenta que en su infancia sufrió el carácter duro de su padre que quería a toda costa dedicarlo a las labores del campo. Finalmente, abandonó el hogar siendo muy joven y se instaló en la ciudad.
En 1928 publicó su primer libro, Brasas.
Autodidacta convertido en erudito, viajó por el mundo y sus crónicas de viaje, publicadas entre 1933 y 1957, son testimonio de su gran preocupación por los problemas sociales.
En 1936 se casa con la poeta sueca María Wine.
Durante la Guerra Fría, Lundkvist fue partidario de la llamada "tercera posición" que abogaba por una postura neutral en el conflicto entre las dos superpotencias. A pesar de esto, fue miembro de la junta directiva de la pro-comunista Asociación Suecia-RDA. También fue miembro del Comité de la Paz de Suecia, la sección sueca del Consejo Mundial de la Paz. En 1958 fue galardonado con el Premio Lenin de la Paz de la Unión Soviética.
Admirador de Lorca y de su libro Poeta en Nueva York, cuando la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura a Vicente Alexiandre, poeta español de la generación del 27, Lundkvist manifestó que si Federico García Lorca no hubiera sido asesinado, lo habría merecido plenamente pues para él, Lorca fue un poeta universal.
En 1981 sufrió un derrame cerebral y estuvo en coma por más de dos meses.
En 1983 su nombre recorrió el mundo al trascender y volverse pública su discrepancia con la elección de la Academia Sueca, la que él integraba, por el Nobel de Literatura otorgado al novelista y poeta británico William Golding.
Según se cuenta, Lundkvist siempre mostró fuertes prejuicios en contra de la religión católica por lo que bloqueó los intentos de otorgar el Premio Nobel de Literatura al escritor católico Graham Greene. Así mismo, a pesar de la amistad que lo unía a Borges, a quien había conocido en un viaje a Buenos Aires, mostró su oposición a que el argentino recibiera el Nobel, llegando a manifestar: "Borges se ha convertido en un mito, sobre todo en Europa y pienso que su trabajo no está a la altura de un Nobel".
Pero, según se cuenta, fue con Pablo Neruda con quien llegó a entablar una profunda amistad que se tradujo en la correspondencia mantenida durante años, y del que llegó a decir que fue el poeta más grande de América Latina y el mejor amigo de su vida.
Lundkvist se interesó por tendencias y escuelas literarias modernas, y fue el creador de un par de revistas de vanguardia: Fronten (1931-1932) y Karavan (1934-1935).
Escribió poesía, novelas y ensayos con un centenar de libros publicados y también fue traductor de grandes obras de la literatura europea con lo que logró su divulgación en Suecia. Vivió un tiempo en España y tradujo las obras de Federico García Lorca y Juan Ramón Jiménez entre otros autores españoles e hispanoamericanos, dedicando especial atención a las traducciones de los escritores Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, César Vallejo, Octavio Paz, Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro.
Se contaba que leía más de quinientos libros por año y también que no corregía dos veces el mismo texto. Desde un principio estuvo influenciado por el modernismo, movimiento que buscaba una ruptura con los estilos predominantes de la época y por lo tanto aspiraba a una nueva estética y un cambio de paradigma.
La poesía es siempre revolucionaria -decía- aunque el escritor sea profundamente reaccionario. Su obra, de gran sensibilidad social, traduce a través de los sentidos una marcada fuerza vital,
De sus obras destacan: El dragón transformado, La montaña y las golondrinas, Poemas entre el animal y Dios, Agadir.
Hoy rescatamos de Artur Lundkvist dos poemas:
TAMBIÉN LOS CLASICISTAS
quieren beber
pero el agua se les escurre por entre los dedos.
Quieren tener fuego sin combustible y sin humo.
Se encierran en jaulas de pájaros
para poder cantar como ruiseñores.
Creen en un mármol eterno, sin musgo,
y vuelven a grabar por las viejas huellas de las planchas de cobre.
Erigen máscaras de piedra en lugar de rostros.
Su río de cristal no corre.
Su mundo es una pirámide construida por Dios de una vez para
siempre (con ayuda de esclavos, claro).
Cada amanecer matan sus flechas la misma presa.
Pan es una palabra prohibida.
Apenas se hereda la sangre en una minoría selecta.
Pero bajo el peso de la gloria los elegidos no son felices
sino trágicos.
Algunos son expulsados del grupo
por el crimen de haber hecho el amor en el mar.
Otros matan por un guante, por una rosa perdida.
Aman a los caballos como una parte de sí mismos,
más vivos entre sus piernas que mujer alguna.
Y la mujer muere en medio de sus deberes,
ama de casa con cabeza de reina y ojos de estatua,
con el corazón escondido en un árbol, una piedra negra
que alguien encontrará después de su muerte.
El hombre vive en una torre y mira las estrellas
hasta que cae dormido al alba
cuando los herreros empiezan a martillear las nuevas rejas:
nuevas y sin embargo siempre las mismas,
clásicamente iguales.
DE NOCHE AMO A ALGUIEN
De noche amo a alguien a quien nunca puedo encontrar de día.
Ella lleva un incendio en los ojos, una tormenta en el cabello
Lleva un vestido tenue sembrado de rosas silvestres.
Rodea su propio valle con siete colinas.
Sonríe siempre a un espejo que nadie más puede ver.
Puede, igual que un dado, mostrar un ojo o seis.
Es una gravera que se desliza con un ramo de amapolas en la cumbre.
Es Leda vadeando el cenagal en busca de su cisne.
Tiene una terraza que da al mar donde la veo muchas noches
con su vestido de fosforescencias marinas
mientras las velas hundidas respiran en las profundidades.
Ella dice: llámame Noche, entonces encontrarás la raíz del bien
que por el día llaman el mal.
Se aleja vadeando, se aleja hasta donde la marea nunca cesa.
Es ella a quien amo de noche pero a la que nunca
puedo encontrar de día.
(*) AL RESCATE DE POEMAS, columna emitida en el programa radial LA PUERTA, por FM CIUDADELA - 88.7.
Lilián Hirigoyen / Escritora