Los aranceles de Trump. 48 minutos que cambiaron el mundo. Daniel Barrios

11.04.2025

Todo ocurrió un 2 de abril de 2025, una tarde de primavera, fresca y cielo nublado. El lugar elegido fue el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca a pocos metros de su Despacho Oval. Especialmente invitados, sentados frente a un estrado con un telón de fondo tapizado de enormes banderas de Estados Unidos, lo esperaban sus ministros , congresistas, autoridades y un grupo de trabajadores industriales con sus cascos y uniformes de fajina.

A la hora señalada entró en escena un desenfrenado y agresivo Donald Trump y dio comienzo un discurso de 48 minutos,  desbordante de  resentimientos y revanchismos,  y al grito  de "Make America Wealthy Again" (Hacer que Estados Unidos vuelva a ser rico), declaró,  urbi et orbi , la guerra comercial al resto del mundo y anunció un tsunami de  aranceles (según el presidente "la palabra más bonita del diccionario") más altos en al menos un siglo.

En un ambiente teatral y surrealista "el Donald" exhibió unas tablas de "aranceles recíprocos" - algunos de sus acólitos llegaron a compararlas con las tablas de "los 10 Mandamientos" que recibió Moisés de manos Dios en el Monte Sinaí-  con una lista de países y dos columnas: la primera los "aranceles aplicados a EE.UU., incluyendo manipulación de divisas y barreras comerciales"(lo que desmiente la afirmación que los nuevos aranceles  son recíprocos) , y la segunda los nuevos aranceles que Washington impondría por un decreto ejecutivo que firmó una vez finalizado su discurso.

Si bien la obsesión proteccionista ha acompañado a Trump desde sus tiempos de joven promotor inmobiliario y que las empresas y analistas financieros sabían que Trump aumentaría las barreras comerciales prometidas  en su  campaña electoral, la magnitud  y el alcance de los aranceles confirmaron los peores temores.

Los impuestos a las importaciones aununciados, suponen el mayor giro proteccionista desde la Segunda Guerra Mundial  y elevan el gravamen medio estadounidense a su nivel más alto desde la Gran Depresión que,  como enseña la historia,  la hicieron más larga y profunda   al provocar, como esta ocurriendo ahora , represalias mundiales, y una contracción del comercio internacional en un 66%. A diferencia de  la crisis de 1930  la guerra comercial trumpiana  podría desestabilizar mercados con más velocidad y profundidad porque la interdependencia comercial y financiera actual es mayor y las cadenas de suministro son globales.

De un solo golpe, la Casa Blanca ha herido de muerte la globalización y amenaza con sumir a ella misma y a la economía mundial en una recesión global y a redefinir el orden geopolítico.

Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicó una dura advertencia. "Todavía estamos evaluando las implicaciones macroeconómicas de las medidas arancelarias anunciadas, pero es evidente que representan un riesgo significativo para las perspectivas mundiales en un momento de crecimiento lento. Es importante evitar medidas que puedan perjudicar aún más a la economía mundial. Hacemos un llamamiento a Estados Unidos y a sus socios comerciales para que trabajen de forma constructiva para resolver las tensiones comerciales y reducir la incertidumbre".

De la noche a la mañana, 185 países  del mundo se vieron  afectados por un gravamen base del 10% a los productos, entre ellos las Islas Heard y McDonald, un territorio externo de Australia en el océano Índico habitadas solo por pingüinos y focas. Menos ridículo pero más irracional es el ejemplo países como el  Reino Unido,  Australia o Uruguay,  a los que también les fue aplicado un arancel del 10% a pesar del superávit comercial que Estados Unidos mantiene con cada uno de los tres.

De esa lista, son más de 60 Estados o bloques comerciales que se enfrentarán a aranceles aún más altos. Desde aliados históricos como la UE (20%), Corea del Sur (26%) ,  Japón (24%), Taiwán (32%) , su archi rival China (34% que se suma al 20% que ya le aplica con la excusa del fentanilo), hasta las naciones más pobres y vulnerables del mundo como Lesoto (50%, según Trump una "nación africana de la que nadie ha oido hablar" ),  Camboya (49%) y Laos (48%).

Trump ha optado por destruir todo el sistema, sin perdonar ni a aliados ni a rivales. Las relaciones económicas y las alianzas geopolíticas de largo plazo y mutuamente beneficiosas han contado poco y en muchos casos, nada.

 

 Misión imposible I

 Según Trump, Estados Unidos necesita aranceles masivos para rectificar el deficit desequilibrios comercial con el resto del mundo (1.2 billones en 2024, 17% más que el año anterior)) al que   calificó como "una emergencia nacional que amenaza nuestra seguridad y nuestra forma de vida".

 Para Washington  la guerra arancelaria tiene un triple propósito.

En primer lugar, el republicano quiere que sus nuevas medidas recauden cientos de miles de millones de dólares anuales (según sus asesores entre 300 y 600 mil millones),   tomando así  riqueza del resto del mundo y devolviéndola a los estadounidenses en forma de exenciones fiscales. Un regreso  al siglo XIX cuando los aranceles eran la principal fuente de ingresos del Tesoro de Estados Unidos.

"Los contribuyentes llevan más de 50 años siendo estafados. Pero eso se va a acabar" prometió Trump.

Segundo: como herramientas de negociación, para obligar a los demás países a la reciprocidad, es decir, un tratamiento arancelario más favorable a los productos y servicios "Made in USA".

En tercer lugar, como herramientas para obligar a las multinacionales estadounidenses o extranjeras a venir a Estados Unidos a fabricar sus productos reindustrializando así al país y recuperando millones de puestos de trabajo que habían sido deslocalizados en otros lugares.

 

La teoría y la práctica demuestran que es imposible que los aranceles puedan cumplir esas tres funciones.

Por ejemplo: para que los ingresos fiscales provenientes de los aranceles sean muy elevados (objetivo número uno), Estados Unidos debe seguir importando mucho, aumentando  el déficit comercial que intenta abatir y en conflicto con  el objetivo numero tres y quizás el más importante: la reindustrialización del país.

Sin embargo, la tan prometida y esperada reindustrialización podría  verificarse -como de alguna manera lo logró  Biden con su Inflation Reduction Act- en sectores intensivos en tecnología, pero seguirá siendo inalcanzable en muchos sectores manufactureros, ya sea porque el costo de la mano de obra estadounidense todavía es demasiado alto o porque Estados Unidos nunca tendrá suficientes trabajadores para reemplazar a los chinos, vietnamitas y mexicanos. (A menos que reabra las fronteras  a la inmigración masiva, enemigo jurado del presidente y su electorado.

 

Misión imposible II

Para el presidente cualquier país que tenga un superávit comercial bilateral con Estados Unidos está, por definición, haciendo trampa, y que se necesitan aranceles recíprocos para equilibrar las cosas.

«Donald Trump está destruyendo el sistema de comercio mundial basándose en una falsedad colosal: que el déficit estadounidense es causado por una perversa perfidia del resto del mundo. Nada podría estar más equivocado" subraya  Jeffrey Sachs, firme defensor del multilateralismo cooperativo y solidario: y presidente a Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Este razonamiento no tiene en cuenta que, como demostrara hace más de 200 años, David Ricardo -  ferviente defensor de  las ventajas del comercio internacional en oposición al proteccionismo-  con su teoría de la ventaja comparativa, los desequilibrios comerciales bilaterales son inevitables y no esconden ninguna trampa sino que  reflejan la tendencia de los países a  especializarse en aquellos bienes y servicios que pueda producir de manera más eficiente y adquirir de otros aquellos que produzca de manera menos eficiente.

Los desequilibrios comerciales bilaterales son simplemente la naturaleza del comercio internacional  - donde  cada uno tiene la libertad de elegir a su proveedor en el país o en el extranjero -  y la única forma de evitarlos no son los aranceles sino aislarse por completo del comercio internacional.

Lo que Trump y sus asesores ignoran (o fingen ignorar) es que la causa principal del déficit comercial de su país no se debe a prácticas desleales de los países con superávit sino a lo que se conoce como  "déficit gemelos", el fiscal y el de la cuenta corriente. 

En Estados Unidos, el presupuesto público es  extremadamente elevado y se financia por la fortaleza del dólar y por ser  la divisa de referencia mundial. Los dos déficits tienden a correr en paralelo y ambos indican un exceso estructural de compras e inversiones sobre el ahorro. El gasto total de Estados Unidos es de 30,1 billones de dólares, en comparación con un PIB de 29 billones de dólares en 2024. No hay ninguna conspiración,  trampa  o deslealtad  de  terceros países: Estados Unidos  gasta más de lo que produce y es esa y no otra la causa de su desequilibrio comercial.

 

Moraleja: la andanada proteccionista no logrará cerrar ninguno de los dos déficits.

 Al contrario, los aranceles de Trump abarcan una gama tan amplia de productos y socios comerciales que inevitablemente tendrán efectos adversos en la economía estadounidense, y los costos de la disrupción recaerán sobre los consumidores y las empresas estadounidenses en prácticamente todos los sectores.

La gran mayoría de las empresas que hasta ahora se han beneficiado de cadenas de suministro eficientes y rentables tendrán que recortar gastos para reducir su exposición a los riesgos geopolíticos y de política comercial. Esto inevitablemente elevará los precios para los consumidores, ya que las empresas no podrán absorber y trasladarán parte o todo el aumento de sus costos.

Además las exportaciones de Estados Unidos, desde sus productos agrícolas hasta  los bienes de alta tecnología se verán afectados negativamente debido a los aranceles de represalia impuestos por los socios comerciales de Washington.

El mismísimo  Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, alertó que tendrán efectos "significativamente mayores" que los esperados, que se traducirán en menor crecimiento y mayor inflación.

 

 

Una nueva era global

La era del comercio internacional cada vez más libre y extenso, la fase de globalización jamás alcanzada en la historia del hombre, ha llegado  a un  abrupto final.

Instituciones como el Fondo Monetario Internacional,Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio,   que promovieron la liberalización del comercio como alternativa al proteccionismo que precedió a la  Segunda Guerra Mundial, y que nacieron  basadas  en reglas que el mismo Estados Unidos ayudó a crear, más temprano que tarde también serán víctimas de la artillería arancelaria de Trump.

Estados Unidos ha cedido su papel como bastión del libre comercio y, en cambio, lidera un resurgimiento del proteccionismo que perjudicará a consumidores y empresas de todo el mundo.

Se acelerará el  desplazamiento del eje del poder global hacia China, que aprovechará esta situación para tejer alianzas alternativas y aumentar aun más su influencia económica y consolidará su posición como líder del multilateralismo, de la cooperación internacional y el comercio mundial.

Ante el acceso restringido a los mercados estadounidenses y la menor demanda de los consumidores estadounidenses, el resto del mundo buscará la diversificación de los mercados de exportación, acuerdos comerciales que excluyan a Estados Unidos y otras estrategias para protegerse de una inminente guerra comercial global.

Para Donald Trump el 2 de abril será recordado como el como el "Dia de la Liberación", el día "en que la industria de Estados Unidos volvió a nacer".

Sin embargo, cuando se escriba, la historia económica del siglo XXI los 48 minutos del discurso del 2 de abril serán  recordados  como la muerte de la globalización , la destrucción del sistema global de libre comercio que llevó décadas en  construir, y que el proteccionismo de la primer potencia mundial intentó destruir.

 

Post Scriptum 1

Al momento de entregar esta columna las agencias internacionales dan cuenta de que Donald Trump, anunció este miércoles en su cuenta Truth Social una pausa de 90 días en la aplicación de aranceles a aquellos países que no han tomado represalias comerciales contra su plan arancelario y que China enfrentaría una tasa arancelaria más alta del 125 por ciento (más un 20% que había fijado en los meses anteriores por el tráfico de fentanilo), "con vigencia inmediata" al considerar que Beijing cometió una "falta de respeto" al imponer gravámenes en represalia contra Estados Unidos. 

Para la Casa Blanca la tregua de Trump es el "arte de negociar" de su inquilino. Para sus críticos es el "arte de la retirada" y, con un cierta dosis de ironía, si el 2 de abril  fue el "Dia de la Liberación, el 9 de abril es el "Dia de la Capitulación".

La reacción de Beijing fue inmediata y  en un gesto especular al de la Administración estadounidense elevó al 125% sus impuestos a las importaciones estadounidenses. 

"No hay vencedores en una guerra arancelaria", ha señalado. "Oponerse al mundo solo lleva al aislamiento" dijo Xi Jinping hoy viernes reunido en Beijing con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. China está dispuesta a construir una asociación estratégica integral con España.

"Si Estados Unidos realmente quiere resolver los problemas mediante el diálogo, debe dejar de ejercer presiones extremas y actuar con imprudencia. Estas tácticas no funcionan con China. Todo diálogo debe basarse en la igualdad, el respeto mutuo y la reciprocidad. Si Estados Unidos insiste en continuar la guerra arancelaria y comercial, la respuesta de China continuará hasta el final", afirmó el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lin Jian.

 

Post Scriptum 2

El 8 de abril nuestro ministro de Economía anunció su viaje a Washington para negociar bilateralmente con la secretaria de Comercio.

Ese mismo día en una cena para recaudar fondos para el Partido Republicano, Trump, refiriéndose a aquellos países que han manifestado la voluntad de llegar a acuerdos,  señaló  "Les  digo que estos países nos están llamando, besándome el culo. Se mueren por hacer un trato: 'Por favor, por favor, hagamos un trato, haré lo que sea, haré lo que sea, señor". Así negocia Trump. Esa es la"edad de oro" que prometió el 2 de abril. Que Oddone lo tenga en cuenta.

Daniel Barrios
2025-04-11T11:47:00

Ec. Daniel Barrios