Libros y pantallas

Marcelo Marchese

08.09.2022

Habrás advertido que ya no dedicás el mismo tiempo que antes a leer un buen libro. En parte, esa falta de sosiego se debe a leer en formatos digitales.

La inteligencia del hombre es moldeada por lo que hace. El carpintero, la maestra, el poeta y el verdugo, tienden a ver el mundo como sus oficios les hacen ver el mundo. Nunca la tecnología es neutra y siempre actúa en la inteligencia y en aquello que determina a la inteligencia: la sensibilidad.

El primer problema que genera la lectura digital es que uno presta menos atención y retiene menos, piensa menos, y, problema de los problemas, siente menos. Las razones son evidentes apenas te ponés a pensar en el asunto. La lectura en celular o en computadora es menos íntima, y en general está interferida ora por anuncios molestos, ora por links a otros sitios, ora por mensajes de messenger, whatsapp, instagram y la mar en coche. Si estás leyendo de esa manera, estás, como decía Rabelais, "con el ojo en el libro y el alma en la cocina", sólo que, pasados quinientos años, no tenés el alma en la sensual cocina, sino en otra función de la tecnología.

La lectura digital es más inmediata, en el sentido de que debe generar placeres más inmediatos. Un un texto en internet no debería superar los cinco mil caracteres si pretende ser leído. Este texto mío tendrá ocho mil caracteres, y trato de no pasarme de ese margen. Agamben, que no es bobo, no supera los cinco mil caracteres en sus textos digitales. Así que ya sabés que los trabajos duran menos que antes, las relaciones amorosas duran menos que antes, y, como te estoy diciendo, tus momentos de lectura duran menos que antes.

Esto, como podrás adivinar, no es bueno, ya que ciertos asuntos, para entenderlos, requieren un tiempo, al menos, si son complejos, ahora, si se trata de adoctrinar, con textos cortos, en tanto sean a mansalva, alcanza.

Lo que vale, cuesta, y lo que se ha conseguido con esfuerzo, es valioso. Buñuel dice que cuando iba una orquesta al pueblo, dos meses antes, con sus amigos, sólo hablaban de eso, y el día del concierto, era la gloria. La diferencia en el goce con nosotros, que al apretar un botón tenemos a Bach en diez versiones, es inaudita. Esto significa que si te desplazaste a un lugar y diste algo que costó conseguir a cambio del libro, tu relación con ese objeto será diferente a la relación que tenés con una dádiva.

Ese libro será algo tuyo, por lo que vos serás también ese libro, al que tocarás y olerás y al que guardarás en un lugar elegido, amén de que lo leerás refugiado en la cama. Terminado de leer ese libro apasionante, el objeto que te regaló tantas sensaciones ocupará un lugar en tu corazón. Si tiene un aroma y si genera sensaciones al tacto, más cosas tuyas se pondrán en juego.

Esto lo descubrí apenas imprimí un texto para corregirlo. En la corrección en pantalla había encontrado cinco errores, luego, en el papel, descubrí veinte errores. Mientras un texto estaba en la pantalla, el otro ocupaba un lugar en el espacio y era mío, y además, la tinta negra sobre el papel blanco era diferente a una pantalla que encandila, que quema los ojos, y que parpadea a una velocidad que aunque no la perciba, me altera. La tinta negra absorbe la luz, hay una cuestión pasiva que despierta mi parte activa. Las letras de la pantalla, y todo lo que rodea a las letras, están activas, emiten algo narcótico e hipnótico y me colocan en otra posición.

¿Te acordás cuando sacabas fotos, las revelabas y luego iban a un álbum? Me pregunto a dónde van a parar esas cientos de miles de millones de fotos que sacamos con el celular creyendo que las guardaremos en algún lugar idílico. Esas fotos, Blade Runner dixit, se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Ese poema que leíste en la página número treinta, en la parte inferior de la página izquierda, sabrás, tu mente de alguna manera lo sabrá, que está ahí, cosa que no sucede con esa sábana digital uniforme que baja ante tus ojos. Un renglón de esa sábana digital será igual al otro renglón de esa sábana digital, de una sábana digital que sólo en raras ocasiones marcarás como marcabas al libro, sea con un lápiz, real, sea doblando la esquina de la hoja real.

¿Se te ha ocurrido leer En busca del tiempo perdido o La Crucifixión rosada en celular? La verdad es que no, ya que en el celular lees informes, algún texto analítico, y vanas noticias, pero esa tarea íntima con la narrativa y la poesía, la dejás, o la dejabas, para ese momento de intimidad con un buen libro, con un buen libro escrito desde la intimidad del autor para que disfrutes en tu intimidad, y esto refiere a que la lectura en formato digital te lleva a esa cosa superficial de informes, artículos y noticias que no mueven las pasiones humanas como mueven las pasiones humanas Dante, Shakespeare y Baudelaire.

Te preguntarás por qué escribo esto en formato digital y por qué no arrojo mi computadora por la ventana ¿Quién te dice que al leerme acá no termines buscando algún libro mío o de cualquier otro en la realidad palpitante? Observo una tendencia y un peligro. Yo sólo no podré hacer mucho. Uso las armas que tengo para dar la lucha que puedo dar. De momento, sólo te estoy planteando algo que otros no te han planteado, pero hay algo más que quiero decirte.

Las palabras son la memoria de las cosas. "Libro" refiere a la libertad. Hay algo que libro de otra cosa. Ahora, "pantalla" ¿qué es? No logro asociar nada grato, sino más bien, algo más allá del todo, del "pan", de lo que es. La pantalla es algo que oculta. Es un velo ante tus ojos ¿Quién digita, quién está detrás de la pantalla? Detrás del libro hay un alma a la que volvés a dar vida.

El día que los libros sean sólo digitales, el que controla la pantalla extinguirá a Borges con un delete. Períodos históricos y vastas revoluciones del espíritu se hundirán en el abismo. Esos hechos quedarán sólo en el inconsciente del hombre, en un espacio de la memoria imborrable a la que no se puede acceder con facilidad. En ese tiempo habrá revolucionarios que se dediquen a rescatar libros y protegerlos. Su vínculo con las palabras sanadoras será más poderoso y por eso serán más sanos y fuertes.

Más de una obra de ciencia ficción pronostica ese futuro, y la explicación es sencilla: la ciencia ficción no ve el futuro, ve el presente, por lo que el ataque al libro ya se ha iniciado, y el borrar hechos del pasado es una práctica ínsita al poder, lo que significa que sin alterar el pasado, no existe el poder ¿Qué ha quedado de esa escuela que decía que veíamos un mundo de ilusiones, y que ha pasado a la historia como los sofistas? Su obra fue eliminada en Roma, ya que Roma se encargó de purgar el pasado y de establecer el canon. Hay tres siglos de la historia de Egipto del que se borraron los registros. Se supone que fueron tres siglos de anarquía. Cuando una nueva dinastía llegaba al poder en China, destruía los libros de historia de la anterior dinastía, y hacía escribir libros de historia nuevos, donde la nueva dinastía engendraba a China.

Cuando ves un libro estás tocando un objeto que no conoce del progreso. Desde que se inventó, el libro es. No tiene evolución, no puede mejorar. Así como es, es perfecto. Es como un ser dormido que espera que lo abras para darle vida, y si lo que lees te emociona, si un espíritu te roza el alma, leerás en voz alta, pues la literatura escrita es un sucedáneo de la literatura oral. La Odisea, Las mil y una noches y El Mercader de Venecia, no fueron escritas para ser leídos, vivían en la boca de los hombres. Así que el libro que perderemos, ya es en sí una degradación, pues el libro puede ser censurado, pero no se puede censurar la palabra viva, ni se puede alterar la voz de los hombres, como sí puede alterarse la memoria escrita.

Eso que ves, ese libro que te regaló momentos de felicidad, no existe, ya es algo del pasado, será perseguido y alimentará al fuego. Es fuego, pues el papel es madera, y los árboles acumulan energía solar, pero en un sentido más importante, el libro es fuego, y como fuego, volverá al fuego en la Era Oscura que estamos principiando.

Marcelo Marchese
2022-09-08T11:36:00

Marcelo Marchese

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