Han secuestrado el agua y la crisis se agravará
Marcelo Marchese
18.07.2023
La clave para entender la crisis del agua se puede resumir en dos palabras: capital financiero. Fue el Banco Mundial quien primero dijo que había que cambiar el régimen jurídico del riego para incorporarlo a la especulación financiera. En nuestro País eso se manifestó en la Ley de Riego.
Actualmente el agua es de dominio público, pero lo ci
erto es que quienes han podido costear embalses, han aprisionado el agua. Sociedades anónimas con fuerte respaldo de capital la acaparan en miles de embalses.
Hasta el año 2000 el 96% de los embalses eran para el arroz. A inicios del 2022, tras cuatro años de Ley de Riego, los embalses para el arroz significaban un 57%, lo que quiere decir que básicamente la soja, el trigo, el maíz, la forestación y las pasturas explican el otro 43%, pero más que nada significa que los embalses se han multiplicado.
El agua es un sistema integral. Si yo corto el flujo aquí, mañana dejaré sin agua allá. Los acuíferos y los arroyos están conectados, desde el momento en que la presión del agua subterránea lleva a que mane de las rocas de una sierra dando nacimiento a un río.
Se detectaron por satélite al menos 486 embalses en los afluentes del Santa Lucía aguas arriba de Aguas Corrientes. Si llueve, para que el agua llegue a la zona de bombeo, debe traspasar los embalses. Estos son los datos de una zona del Santa Lucía. Debemos imaginar los embalses de los afluentes del resto de los ríos y arroyos del País.
El lector atento se preguntará por qué permitieron que se embalsara el río que proveé de agua a más de la mitad del País ¿Es curioso, verdad? Para colmo, dejaron que el río se pudriera arrojando aguas abajo de la planta potabilizadora todo el barro hediendo generado por décadas. Es como si uno comiera, y luego, a la hora de ir al baño, lo hiciera justo donde come.
Pero esto no es todo, la mitad del agua bombeada desde Aguas Corrientes, no llega a las canillas de quienes pagan la tarifa.
¿Todo esto es casualidad? Ya vimos que el Banco Mundial pretendía cambiar el régimen jurídico del riego. El agua dejará de ser de dominio público, como ya sucede en Chile. El agua valdrá dinero, y sus propietarios serán aquellos que puedan embalsarla o extraerla para sus fines.
UPM2 consume 85 metros cúbicos de agua por segundo cada hora del día cada día del año. Sumemos lo que consumen UPM1 y Montes del Plata. Sumemos que ya hay cinco proyectos para hacer hidrógeno verde, uno de ellos, de UPM. Otro, el Proyecto Tambores, además de agua del acuífero guaraní, utilizará restos industriales de UPM a modo de biomasa.
Las malas noticias continúan, ya que Google pretende instalarse aquí, para lo cual requiere agua para enfriar sus máquinas, agua que devolverá toda estropeada, y el Proyecto Neptuno pretende extender su zarpa al agua del Río de la Plata para proveer a Montevideo. Detrás de Neptuno se encuentra, con otras, Saceem, la misma del trencito de UPM y la misma del trencito que quieren hacer desde Montevideo a Ciudad de la Costa. Detrás de Saceem, detrás de Neptuno, detrás de UPM, detrás de Montes del Plata, detrás de Tambores, detrás de los embalses, se encuentran siempre los fondos de inversión, y detrás de los fondos de inversión, Él fondo de inversión: Vanguard.
Vanguard tiene la sartén por el mango y usa de todo su inmenso poder para, desde el Banco Mundial, la ONU, la OMS, la Reserva Federal, el Banco de Pagos Internacionales, las calificadoras de riesgo, Google, Facebook, Hollywood, Netflix, FIFA, todas las Academias del planeta y tutti quanti, acrecentar sus riquezas, esto es, su poder.
Quien tiene dinero maneja a los hombres, pues, como se sabe, por la plata baila el mono.
El problema de Vanguard es muy sencillo: los hombres consideramos el aire como un bien de todos. De hecho, ni siquiera lo consideramos un bien. Está ahí, para que toda la vida en el planeta pueda respirar. Pero ojo, antes pasaba lo mismo con la tierra. Hoy, más o menos pasa lo mismo con el agua. Es de todos, pero se la apoderan ellos. No se la apoderan más, porque todavía no pueden, ya que nosotros la seguimos considerando algo nuestro y la Constitución lo afirma de manera tajante.
A la postre, se trata de alterar ese librito. Antes de cambiarlo, lo que hacen es prostituirlo. La Constitución es el alma de una República. La vienen acribillando con miles de embalses, pasteras y negocios bien turbios.
De momento, medio País vuelve a tener agua no salada. Potable, no es. Está llena de porquerías. Se trata de saber de quién es el agua.
El resto, es paparrucha.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias