¿Qué hacer?
Marcelo Marchese
23.10.2024
Todo movimiento cuya aspiración fue cambiar la vida, terminó siendo absorbido por el sistema para convertirse en pieza del sistema, y de esto, no existe una sóla excepción en la Historia.
Tras el pensamiento revolucionario viene una Iglesia que establece el dogma, tal como ocurrió con el cristianismo, el marxismo, el psicoanálisis y el surrealismo. No en vano Jesús enfrentó toda estructura. Krishnamurti disolvió la Orden de la Estrella que heredó, y Lacan, antes de morir, disolvió la asociación que había creado y que de inmediato generó multitud de sectas.
Opera aquí un mecanismo de preservación del sistema, que al contener y luego vencer el embate revolucionario, se fortalece y destruye hasta el nombre de la cosa que lo enfrentaba. La destrucción del nombre, es la destrucción de la cosa. Fijate lo que han hecho de la palabra comunismo, que de plantear una sociedad sin clases y sin Estado, pasó a ser la mayor imposición estatal.
¿Pero por qué ocurre esto, y más importante aún, cuál es la salida de esta trampa?
El hombre es un ser gregario que vivió millones de años en manadas. Es tal su riqueza, que puede pensar por sí mismo y enfrentar la manada, pero eso lleva riesgos. En general, el hombre tiende a pensar como la manada, pues contra el instinto, nada se puede, y la manada le hace ver lo que le conviene, y sin embargo, siempre hay alguien que se rebela, por lo que la tensión es un hecho, y esa tensión, se vive fuera y se vive dentro de cada uno de nosotros.
Cuando se crea una estructura se crea una división: yo soy parte de esto, vos no. Desde ese momento, el alcance de tus ideas será limitado, y también el alcance de las ideas del otro, del extraño en el mundo de las ideas.
La estructura, al mismo tiempo, genera la fidelidad a la estructura, lo que implica fidelidad a quienes manejan el poder y las ideas fuerza de la estructura. Como existe una lucha por el poder hacia fuera, ya que se quiere cambiar el mundo, y como la estructura intercambia con el mundo, inevitablemente surgirá una lucha por el poder a la interna, y aquellos que asciendan en la escala del poder interno, se ceñirán al dogma que define la estructura, y aquellos que piensen por sí mismos, terminarán envenenados con arsénico como Lenin, o desaparecidos como Roque Dalton.
Si uno se calla o repite para ascender, y el otro es sometido al potro de tormento infernal, la conclusión es que la estructura anula el libre curso de las ideas.
El proceso, siempre, es gradual. En un principio, el núcleo duro es radical, pero de inmediato, crece como los círculos concéntricos si uno tira una piedra al lago. El primer círculo será menos radical, pues recién llega y no asume todo el pensamiento rebelde, y el siguiente, menos, y a la postre, el aluvión genera en la estructura un espíritu de cuerpo que lleva a suavizar la prédica para no perder a los nuevos, por lo que se cuidará el crecimiento y fortaleza de la estructura en perjuicio de la idea. De esa manera, el número suplantará a la palabra, ya que lo que dice el rebelde que sigue la idea primitiva asusta a los nuevos, pues se pasó del reino de la calidad al reino de la cantidad.
La adhesión a la estructura refiere al conflicto esencial del hombre: por un lado, someterse a la autoridad, que en aquel pasado, fue el jefe de la manada, el padre. Por el otro, la necesidad de liberarse para cumplir su destino. Sófocles ha expresado esta tensión de manera magistral. Veamos cómo cambiar la vida, incluyendo la vida política.
La realidad política no se rige por las reglas de la política, así como lo que se piensa en política, no deviene de lo que genera la política, sino de fuerzas más profundas.
Las noticias llegadas a Europa sobre América, hablaban de comunidades igualitarias que desconocían la propiedad de la tierra. Esto se hilaba a un pasado europeo más o menos olvidado, ya que la comunidad de la tierra campesina, persistía.
El mundo nuevo pulverizó los esquemas mentales, y como resultado, devino la Inquisición. Las nuevas ideas que luchaban con el dogma cristiano, se expresaron en las diversas utopías del Renacimiento, en Cervantes y Shakespeare, en Swift y Defoe, y en su fulgor máximo, los románticos.
Sabemos que heredamos lo que pensamos, pero no siempre sabemos de quién heredamos lo que pensamos. Las noticias llegadas de América cambiaron la realidad política, lo que no podía hacer el juego del pensamiento político precedente, una hoja racional arrastrada por la tormenta de la vida. Los poetas influyen más en nuestra forma de pensar, que lo que pueda influir cualquier racionalista.
Heredamos una lengua, nuestra herramienta para pensar el mundo, ya que todo lo que se quiera decir contra la palabra, será dicho con palabras. Hacemos el mundo con palabras, pero si las palabras van dirigidas a lo que no define, nada definirán. Las palabras, el discurso de aquel que quiera transformar al mundo, debe ir a lo que define.
Tenemos todos nosotros una estructura psíquica por la cuál pensamos ciertas cosas porque necesitamos pensar ciertas cosas. La ideología sólo cumple el rol de justificar nuestras necesidades, ya que las ideologías no son causa sino consecuencia. Creemos que somos libres para pensar, y sin embargo, somos seres gregarios, y como seres gregarios, venimos de un pasado en que convenía ceder ante el jefe, pero latía en nosotros la necesidad de emprender nuestro propio camino, ya que ese era nuestro deseo.
La imagen adecuada es el iceberg, donde lo que se ve, es lo racional, y lo que no se ve, es lo que determina lo racional, llamado, apropiadamente, inconsciente, así que si se dirige el discurso a lo que no define sino que es definido, nada suma, y al contrario, se resta y se entra en el mecanismo del sistema, por lo que el discurso debe ir a lo que define, a ese mar tempestuoso donde se hunde el iceberg.
Supongamos una idea, como sea la necesidad de rebelarse ante la injusticia, y por un lado, a un político revolucionario que se rebela contra la injusticia con un discurso, y por el otro, a un dramaturgo que representa ese discurso por medio de actores que luchan entre sí, lo que hará una lucha de ideas, y una lucha de caracteres, ya que la idea debe ir con un carácter psicológico, pues son los caracteres psicológicos los que engendran la ideas.
En una obra dramática, cada personaje es una faceta del espectador. El conflicto que ve fuera, lo lleva a un conflicto que vive dentro, un conflicto que vive en el inconsciente.
Así que tenemos un discurso racional como un viento que pretende atacar el edificio por el tejado, y tenemos otro discurso que mueve los cimientos del hombre, ya que uno mueve razones, y el otro, revela el conflicto esencial de la Humanidad, la lucha entre la culpa, que lleva a aceptar la autoridad paterna, y el deseo, que conduce a la libertad.
¿Son necesarias estructuras que difundan la necesidad de comer, dormir y amar? El mensaje viene del fondo de los tiempos y seguirá existiendo sin necesidad de estructuras, aunque muchas estructuras lo reproduzcan, como puede ser una editorial, un partido político o una compañía de teatro.
Nada nuevo bajo el sol: las cosas que sabemos vienen del principio. Tenemos una vasta herencia legada por los poetas ¿Qué cosas unen a Sófocles, Jesucristo, el Giotto, Dante, Leonardo, Servet, Giordano Bruno, Durero, Shakespeare, Cervantes, Blake, Shelley, Baudelaire, Dostoievsky, Freud, Borges y Tarkovski? ¿Algún partido, secta o cofradía? Lo que los une es un vasto pensamiento que se expresa en todas las lenguas, en todas las geografías y en todos los tiempos, y ese pensamiento no tiene necesidad de un nombre, pues ponerle sólo será otro límite, otra estructura en el plano de las palabras.
¿Pero cómo haremos para incidir en la realidad política, ya que, con toda evidencia, el mundo corre hacia una dictadura global? No hay esclavitud más eficiente, que aquella en que el esclavo se cree libre. La verdadera prisión está en la mente, así que se trata de liberar la mente.
Emprender todo camino que lleve a la mente a encontrarse a sí misma. La batalla ocurre en nuestra mente. Vemos el mundo que llevamos dentro.
Un proverbio dice que el pensamiento es esclavo de la pasión. Se trata de provocar el pensamiento a través de una conmoción emocional, y nada de lo humano debe ser relegado en aras de la comprensión de sí mismo.
El presente en que escribo, es el futuro de tu presente, y esto que digo, que no es cosa mía, es cosa tuya. Las palabras son el agua que todo lo penetra y desafía la tiranía del tiempo.
La humanidad ya creó las herramientas de la libertad. Los poetas son los legisladores desconocidos del Universo.
¿Qué hacer?
Todo movimiento cuya aspiración fue cambiar la vida, terminó siendo absorbido por el sistema para convertirse en pieza del sistema, y de esto, no existe una sóla excepción en la Historia.
Tras el pensamiento revolucionario viene una Iglesia que establece el dogma, tal como ocurrió con el cristianismo, el marxismo, el psicoanálisis y el surrealismo. No en vano Jesús enfrentó toda estructura. Krishnamurti disolvió la Orden de la Estrella que heredó, y Lacan, antes de morir, disolvió la asociación que había creado y que de inmediato generó multitud de sectas.
Opera aquí un mecanismo de preservación del sistema, que al contener y luego vencer el embate revolucionario, se fortalece y destruye hasta el nombre de la cosa que lo enfrentaba. La destrucción del nombre, es la destrucción de la cosa. Fijate lo que han hecho de la palabra comunismo, que de plantear una sociedad sin clases y sin Estado, pasó a ser la mayor imposición estatal.
¿Pero por qué ocurre esto, y más importante aún, cuál es la salida de esta trampa?
El hombre es un ser gregario que vivió millones de años en manadas. Es tal su riqueza, que puede pensar por sí mismo y enfrentar la manada, pero eso lleva riesgos. En general, el hombre tiende a pensar como la manada, pues contra el instinto, nada se puede, y la manada le hace ver lo que le conviene, y sin embargo, siempre hay alguien que se rebela, por lo que la tensión es un hecho, y esa tensión, se vive fuera y se vive dentro de cada uno de nosotros.
Cuando se crea una estructura se crea una división: yo soy parte de esto, vos no. Desde ese momento, el alcance de tus ideas será limitado, y también el alcance de las ideas del otro, del extraño en el mundo de las ideas.
La estructura, al mismo tiempo, genera la fidelidad a la estructura, lo que implica fidelidad a quienes manejan el poder y las ideas fuerza de la estructura. Como existe una lucha por el poder hacia fuera, ya que se quiere cambiar el mundo, y como la estructura intercambia con el mundo, inevitablemente surgirá una lucha por el poder a la interna, y aquellos que asciendan en la escala del poder interno, se ceñirán al dogma que define la estructura, y aquellos que piensen por sí mismos, terminarán envenenados con arsénico como Lenin, o desaparecidos como Roque Dalton.
Si uno se calla o repite para ascender, y el otro es sometido al potro de tormento infernal, la conclusión es que la estructura anula el libre curso de las ideas.
El proceso, siempre, es gradual. En un principio, el núcleo duro es radical, pero de inmediato, crece como los círculos concéntricos si uno tira una piedra al lago. El primer círculo será menos radical, pues recién llega y no asume todo el pensamiento rebelde, y el siguiente, menos, y a la postre, el aluvión genera en la estructura un espíritu de cuerpo que lleva a suavizar la prédica para no perder a los nuevos, por lo que se cuidará el crecimiento y fortaleza de la estructura en perjuicio de la idea. De esa manera, el número suplantará a la palabra, ya que lo que dice el rebelde que sigue la idea primitiva asusta a los nuevos, pues se pasó del reino de la calidad al reino de la cantidad.
La adhesión a la estructura refiere al conflicto esencial del hombre: por un lado, someterse a la autoridad, que en aquel pasado, fue el jefe de la manada, el padre. Por el otro, la necesidad de liberarse para cumplir su destino. Sófocles ha expresado esta tensión de manera magistral. Veamos cómo cambiar la vida, incluyendo la vida política.
La realidad política no se rige por las reglas de la política, así como lo que se piensa en política, no deviene de lo que genera la política, sino de fuerzas más profundas.
Las noticias llegadas a Europa sobre América, hablaban de comunidades igualitarias que desconocían la propiedad de la tierra. Esto se hilaba a un pasado europeo más o menos olvidado, ya que la comunidad de la tierra campesina, persistía.
El mundo nuevo pulverizó los esquemas mentales, y como resultado, devino la Inquisición. Las nuevas ideas que luchaban con el dogma cristiano, se expresaron en las diversas utopías del Renacimiento, en Cervantes y Shakespeare, en Swift y Defoe, y en su fulgor máximo, los románticos.
Sabemos que heredamos lo que pensamos, pero no siempre sabemos de quién heredamos lo que pensamos. Las noticias llegadas de América cambiaron la realidad política, lo que no podía hacer el juego del pensamiento político precedente, una hoja racional arrastrada por la tormenta de la vida. Los poetas influyen más en nuestra forma de pensar, que lo que pueda influir cualquier racionalista.
Heredamos una lengua, nuestra herramienta para pensar el mundo, ya que todo lo que se quiera decir contra la palabra, será dicho con palabras. Hacemos el mundo con palabras, pero si las palabras van dirigidas a lo que no define, nada definirán. Las palabras, el discurso de aquel que quiera transformar al mundo, debe ir a lo que define.
Tenemos todos nosotros una estructura psíquica por la cuál pensamos ciertas cosas porque necesitamos pensar ciertas cosas. La ideología sólo cumple el rol de justificar nuestras necesidades, ya que las ideologías no son causa sino consecuencia. Creemos que somos libres para pensar, y sin embargo, somos seres gregarios, y como seres gregarios, venimos de un pasado en que convenía ceder ante el jefe, pero latía en nosotros la necesidad de emprender nuestro propio camino, ya que ese era nuestro deseo.
La imagen adecuada es el iceberg, donde lo que se ve, es lo racional, y lo que no se ve, es lo que determina lo racional, llamado, apropiadamente, inconsciente, así que si se dirige el discurso a lo que no define sino que es definido, nada suma, y al contrario, se resta y se entra en el mecanismo del sistema, por lo que el discurso debe ir a lo que define, a ese mar tempestuoso donde se hunde el iceberg.
Supongamos una idea, como sea la necesidad de rebelarse ante la injusticia, y por un lado, a un político revolucionario que se rebela contra la injusticia con un discurso, y por el otro, a un dramaturgo que representa ese discurso por medio de actores que luchan entre sí, lo que hará una lucha de ideas, y una lucha de caracteres, ya que la idea debe ir con un carácter psicológico, pues son los caracteres psicológicos los que engendran la ideas.
En una obra dramática, cada personaje es una faceta del espectador. El conflicto que ve fuera, lo lleva a un conflicto que vive dentro, un conflicto que vive en el inconsciente.
Así que tenemos un discurso racional como un viento que pretende atacar el edificio por el tejado, y tenemos otro discurso que mueve los cimientos del hombre, ya que uno mueve razones, y el otro, revela el conflicto esencial de la Humanidad, la lucha entre la culpa, que lleva a aceptar la autoridad paterna, y el deseo, que conduce a la libertad.
¿Son necesarias estructuras que difundan la necesidad de comer, dormir y amar? El mensaje viene del fondo de los tiempos y seguirá existiendo sin necesidad de estructuras, aunque muchas estructuras lo reproduzcan, como puede ser una editorial, un partido político o una compañía de teatro.
Nada nuevo bajo el sol: las cosas que sabemos vienen del principio. Tenemos una vasta herencia legada por los poetas ¿Qué cosas unen a Sófocles, Jesucristo, el Giotto, Dante, Leonardo, Servet, Giordano Bruno, Durero, Shakespeare, Cervantes, Blake, Shelley, Baudelaire, Dostoievsky, Freud, Borges y Tarkovski? ¿Algún partido, secta o cofradía? Lo que los une es un vasto pensamiento que se expresa en todas las lenguas, en todas las geografías y en todos los tiempos, y ese pensamiento no tiene necesidad de un nombre, pues ponerle sólo será otro límite, otra estructura en el plano de las palabras.
¿Pero cómo haremos para incidir en la realidad política, ya que, con toda evidencia, el mundo corre hacia una dictadura global? No hay esclavitud más eficiente, que aquella en que el esclavo se cree libre. La verdadera prisión está en la mente, así que se trata de liberar la mente.
Emprender todo camino que lleve a la mente a encontrarse a sí misma. La batalla ocurre en nuestra mente. Vemos el mundo que llevamos dentro.
Un proverbio dice que el pensamiento es esclavo de la pasión. Se trata de provocar el pensamiento a través de una conmoción emocional, y nada de lo humano debe ser relegado en aras de la comprensión de sí mismo.
El presente en que escribo, es el futuro de tu presente, y esto que digo, que no es cosa mía, es cosa tuya. Las palabras son el agua que todo lo penetra y desafía la tiranía del tiempo.
La humanidad ya creó las herramientas de la libertad. Los poetas son los legisladores desconocidos del Universo.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias