La psicología como herramienta del poder

Marcelo Marchese

02.01.2025

(Acerca de "Trauma y pandemia", del licenciado en psicología Luis Goncalves Boggio).

En el prólogo a esta obra, el Doctor Radi dice que debemos transformar el trauma pandémico en un mejor futuro para la humanidad, lo que constituye una suerte de confesión de que la pandemia fue parte de un plan más vasto.

Siguiendo esa festiva idea de una oportunidad para todos, el autor propone que rompamos con los monopolios estatales para garantizar la universalidad del acceso a los servicios. "El Estado no puede ser propietario de lo que no puede ni debe estar a la venta (el agua, el aire, la tierra y la salud de los ciudadanos)" Tenemos que encarar lo común como "lo público no estatal", y habida cuenta que la lógica del patógeno será mutar hacia algo más fuerte" (un delirio) "en lo social y lo político, quizá sea necesaria" (debió decir "necesario") "el pasaje de una mutación forzada a una mutación deliberada"

De esta manera vemos cómo la psicología se desliza hacia la mera propaganda política, y habida cuenta que una de las funciones de las políticas pandémicas era debilitar a los Estados, ya que nada funcionaba; ya que los gobiernos no decidían sino que todo venía impuesto de afuera; ya que no había ni podía haber actividad ciudadana; ya que el Estado hizo de sirviente de un plan macabro de experimentación sanitaria y para colmo, se endeudó en quién sabe qué cifra, pues el contrato con Pfizer continúa secreto, habida cuenta de que el plan se ejecutó al pie de la letra, ahora continúa, por lo que hay que acabar con el monopolio del agua, que en realidad, es el monopolio del pueblo sobre el agua a través de su instrumento, el Estado ¿Y quién manejará el agua? ¿El hidrógeno verde, Neptuno, UPM? ¿O será más bien la ONU o la organización global que suplante a la ONU?

En un despliegue de originalidad se nos advierte que fue la ambición del hombre la culpable de la pandemia, pues ¿a razón de qué nos metimos en ecosistemas frágiles? El murciélago estaba los más tranquilo ¡Dejemos en paz a los murciélagos!

El psicólogo nos dice que mucho peor que la pandemia será el calentamiento global. Tenemos que detener al capitalismo, lo que implica que el autor prevé lo que algunos tememos: estas gentes vienen a transformar la estructura de la propiedad, ya que las oportunidades que entrevé Radi, y el discurso neoestoico, implican que no tendremos nada, que quedaremos desnudos de atributos.

Hay en este libro un capítulo fantástico donde analiza las conductas esquizoides, oral-depresivas, oral-ansiosas, masoquistas, histéricas, narcisistas y psicopáticas durante la pandemia. Tengo malas noticias para quienes enfrentaron las absurdas medidas pandémicas: resulta que son unos psicópatas.

"Los psicopáticos pueden agregarse a teorías conspiratorias... y van a intentar minimizar lo que está realmente sucediendo". Si a un psicólogo lo atenaza el temor o las ansias de escalar regurgitando los dogmas del poder, eso que teme y ansía, pasa a estar "realmente sucediendo", ya que los psicopáticos, "van a negar cualquier emoción que les produzca un conflicto interno, sobre todo el miedo y la angustia".

Los psicopáticos pierden contacto con sus emociones, por lo que se niegan a dar y recibir afecto, y "tienen mucha dificultad de cuidar de sí y de otros". En otro absurdo de la pandemia, tenemos que "los psicopáticos", que fueron personas que perdieron su trabajo por no doblegarse, que fueron radiados de círculos sociales por advertir mentiras evidentes, que perdieron clientes, dinero o prestigio por alertar a todos los demás de La Gran Farsa, por arte de birlibirloque pasan a ser unos sádicos robots desvinculados de su ser interior, de la humanidad y de la armonía con el Cosmos.

Los psicopáticos se creen especiales, lo que los pone al margen de las reglas y las normas, así que "son transgresores de toda medida de confinamiento y cuarentena, e incluso son más que reticentes a la hora de usar barbijo".

Con ser todo lo anterior fascinante, la joya de la corona es una referencia a Tucídides: "Releyendo "La historia de la guerra del Peloponeso" de Tucídides, escrita hace 2400 años, descubrí en la mitología griega quizás al "primer historiador científico".

No sé qué importancia tiene que "releyera" la obra, cosa que dudo infinito, pero en todo caso, aún no descubrió que La historia de la Guerra del Peloponeso, como su título indica y como indica su contenido, es una obra histórica y no mitológica, aunque puede ser que el autor esté volando en muy altas y crípticas esferas y que yo no alcance a comprenderlo.

Luego resulta que "descubrió" al primer historiador científico, cuando en todas las historias de la historiografía se repite que Tucídides fue el primero en buscar las causas de los fenómenos y analizarlos, amén de que fue un maestro de retórica y amigo de los magos sofistas.

Pero aquí no termina la cosa, ya que la referencia al genio deviene de su descripción de la peste de Atenas, acerca de la cual nuestro psicólogo saca muy profundas conclusiones. Veamos esta cita de Tucídides: "se intuyó como cosa honorable y útil lo que era placer inmediato y los medios que resultaban provechosos para ello. Ni el temor de los dioses ni ninguna ley humana podía contenerlos".

Es increíble cómo el autor no ve el elefante en la bañera. El griego nos dice que ante la peste, ante la muerte inminente, la gente se abocó al placer inmediato y nadie respetó las leyes, cosa que ha sucedido en toda peste, ya que si la muerte es inminente, se extingue la necesaria coerción que anida detrás de toda prohibición.

Precisamente eso demuestra que la del coronavirus no fue ninguna pandemia, pues lejos de abandonarse a los placeres inmediatos, la gente se encerró en sus casas, y lejos de extinguirse la fuerza de la ley, se siguieron al pie de la letra multitud de reglas absurdas y contradictorias, como ir todos pegoteados en el ómnibus para sentarse a metro y medio en el teatro, o acusar a los no vacunados de poner en riesgo a los "inmunizados".

El autor no puede evitar aleccionarnos: "como sabían hace 25 siglos atrás los sabios griegos"(con decir "hace 25 siglos" era suficiente y ese "atrás" no se sabe para qué se escribe, "la soberbia se paga y tiene su némesis".

¡Pecadores imprudentes que coméis pangolines y murciélagos en sopas siniestras! Vuestra soberbia nos trajo la ruina, y si no seguís las maternales indicaciones de la psicología, el planeta se convertirá en un horno. Debemos ser "resilientes, pues "la vida del mundo es nuestra vida".

La psicología es una ciencia que, como toda ciencia, no para de progresar, lo que implica negar hoy lo que afirmó ayer de manera tajante. Su biblia es el DSM5, ya que dentro de los psicólogos, existe una aristocracia, los que están en contacto con la realidad palpable y medible: los psiquiatras, que son médicos psicólogos.

El DSM5, que suplantó al DSM4 que a su vez suplantó al DSM3, es un manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría. A modo de resumen de esta magna obra, todos padecemos trastornos mentales, menos los autores de estos manuales que establecen la normalidad, y guay del que se aleje de la normalidad, pues lo pagará carísimo.

Para estos guardianes de la mente, si uno dice que vio otros mundos, padece un trastorno, por lo que si se encontraran con Blake, que pintaba sus visiones, o con Shakespeare, que veía brujas y fantasmas por doquier, o con Dante, que viajó por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, o si tropezaran con el Buda, Jesús o Mahoma, los enchalecaban y los mandaban a Chirona. Y aquí no termina la cosa, pues mañana vendrá el DSM6, y luego, el DSM7, para que nuestra realidad sea cada vez más acotada, más reducida, más estéril, más científica.

Marcelo Marchese
2025-01-02T21:49:00

Marcelo Marchese

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