"Nacidos para molestar", de Hugo Gutiérrez

Marcelo Marchese

16.01.2025

No es habitual que un rockero sea escritor, que el batería sea el letrista de la banda, que un músico y escritor punk sea licenciado en fisioterapia, y que todo esto se dé junto y además en una persona que no haya crucificado los sueños de juventud.

De estas originalidades deviene un collage que tiene como hilo central la autobiografía del autor y principal protagonista, una autobiografía intelectual que incluirá una mirada al mundo.

La historia comienza, como en todo viaje iniciático, en la adolescencia, y en este caso, una adolescencia en la dictadura donde el código disciplinario incluía el castigo en base al "mal uso del tiempo libre".

Un día esa dictadura se terminó, aunque conviene aquí citar al Levrero de "Dejen todo en mis manos" cuando describe una novela genial: "Abarcaba, aunque en un tiempo no lineal, el período que iba desde la lucha armada, pasaba por la dictadura y desembocaba en una nueva democracia más bien formal".

Abundan las pruebas de que pasamos a vivir una nueva democracia más bien formal, ya que el capital financiero siguió ejecutando su invasión de manera más desfachatada; quedaron impunes aquellos que habían cometido aberraciones y hundido al País; permanecieron los mandos, la inteligencia militar y el sistema de instrucción de oficiales; y se ejecutaron las razzias cuyo código disciplinario se basaba en el mal uso del tiempo libre, pues se trataba de impedir a los jóvenes hacer nada en las plazas.

Hugo advierte una línea invisible que une a esas razzias, donde te impedían hacer nada en las plazas, con la prohibición en pleno delirio pandémico de hacer nada en las plazas. La razón de esta medida es castrar a quienes están en la etapa fermental de la vida, en el entendido de que ese fermento precisa de la manada. La biología manda desde el fondo de los tiempos.

Aquel mal uso del tiempo libre y la sórdida opresión que sentían los jóvenes, mezcla de aburrimiento y desesperanza, dio, sin embargo, el nuevo rock, y en especial, el punk, que dejó pálida a la canción de protesta, por lo que podemos afirmar que los punks liquidaron una música que ya había cumplido su rol, pues los genuinos punks expresaban el sentir de unos cuantos jóvenes del País de la desesperanza.

La historia del rock de los ochenta, contada por quien vivió los acontecimientos de primera mano, nos informará del vínculo California Pando que dio nacimiento a Los Estómagos, y nos dará entrevistas a un Renzo Teflón de amplia mirada, a un Enrique Symns en la agonía que recuerda cómo, en Mar del Plata, fue vejado y obligado a realizar una felatio a los diez años, y a un Luca Prodan que, antes de cantar en Montevideo Rock, se coló entre el público con una ginebra en la mano y una media can can en la cabeza. Al término de esa entrevista, le pregunta a los uruguayos si conocen el Hotel Carrasco, donde "los pestillos se mueven solos y las mucamas son vampiros. Allí no duermo ni en pedo".

Como Hugo es un estudioso del rock y un coleccionista que ha gastado fortunas en vinilos, nos informa de algunas cosas, como que en los recitales, y en especial en los recitales de Los Traidores, se enviaban tiras a provocar, y como que en una conferencia de prensa de Los Beatles, Lennon le responde a un argentino que quisiera tener alguna información de unos roqueros de su zona llamados "Los Malditos". El Destino le hizo llegar a Lennon un cassette con la música de Mateo para que percibiera su sinceridad. Ciertas antenas se encuentran a tal altura que captan las ondas sin interferencias.

A medida que la obra transcurre, el lector confirmará que se encuentra frente a un libro punk, y como es un libro punk, golpea, aunque el golpe no lleve a una victoria, salvo a la victoria del que no se ha dejado derrotar. Esa ética da nombre al libro, ya que Luca Prodan le dice al autor que algunos, nacieron para molestar.

Los golpes serán variados y por doquier, y para empezar, al Estado, que con la excusa de apoyar el arte, lo controla, luego, a un poder más grande, la industria de la música, cuyo propósito, con la excusa del dinero, es prostituir el rock hasta la médula, y por último, a los canarios que se dejan encerrar en jaulas de oro para emitir gorjeos agradables a la siesta de la crítica al sistema.

Ahora, como el autor también conoce por dentro la industria de la medicina, nos explicará que los virus y las bacterias ruedan y vuelan por el ancho mundo, y sobre todo, entre nosotros y en nosotros. Sin esos virus y bacterias, no existiríamos, por lo que, desde todo punto de vista y sin disputa, el aislamiento social para afrontar una pandemia, real o ficticia, es una imbecilidad, y en rigor de verdad, un crimen perpetrado contra la humanidad.

Nuestro protagonista nos llevará a una muchacha de ojos grises que además, ama a Keats, así que la muchacha de ojos grises siente la poesía, y en el Parque Rodó, se sorprende con esta frase de Joe Strummer: "Confía en la Historia, pero no en el que la cuenta". Luego, beca mediante, la relación termina, pero un día Hugo se entera de su muerte y de que las cenizas se encuentran en La fuente de los italianos, en Londres.

Uno supone que esa fuente tiene que ver con los románticos ingleses, que fueron los punks de su época y el movimiento más revolucionario de aquel País, pero el asunto es que el autor viaja a despedirse de aquellas cenizas, y en Londres, lo sorprenden las medidas pandémicas, así que vaga cuarenta días por una ciudad fantasma, donde se supone que los hospitales colapsan, por lo que visita treinta y cuatro, y resulta que lejos de colapsar, los hospitales apenas tienen gente.

Querido lector, me entero que cuando varios periodistas se enteraron de la existencia de un libro que refiere al rock de los 80, se contactaron con Hugo para recibir el material, pero las entrevistas rara vez se concretaron. Creo que vos y yo sabemos por qué las entrevistas rara vez se concretaron, así que nada nuevo hay bajo el sol, y sin embargo, quiero despedirme diciendo cuatro verdades.

La primera es que agradezco al editor que le haya dado voz a Hugo y agradezco a Hugo ser uno de los protagonistas.

La segunda es que el libro es un llamado a la reflexión y a la lucha, pues el capital financiero nos está llevando a un abismo siniestro, y si no lo enfrentamos, no habrá vuelta atrás. Somos ocho mil millones y ellos son una manga de cretinos.

La tercera es que se discute a menudo si el rock ha muerto, pero este libro es rock, así que ¡El rock ha muerto! ¡Viva el rock!

La cuarta es la que de verdad importa y es la verdadera razón de este escrito. Al leer a Hugo uno siente una poderosa carga vinculada a la coherencia, a una cosa que se mantiene incorruptible, que no decae, que es siempre fiel a sí misma como el amor, hasta que descubre que en esta Negra Noche del Hombre, se encuentra ante un libro dotado de una explosiva carga moral, como está dotada de una explosiva carga moral La Divina Comedia. Espero que al lector le suceda lo que a mí, y si encuentra un mejor elogio para un libro, que me lo diga: cuando terminé de leerlo, sentí tristeza de volver a la realidad, pero luego, entendí que me había convertido en un mejor Marcelo.

 

 

 

 

Marcelo Marchese
2025-01-16T08:08:00

Marcelo Marchese

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