Independientes de frente y en movimiento.

María Simon

13.03.2012

Nos dirigimos a aquellos como nosotros mismos, independientes por no sectorizados o, sobre todo, porque su condición de frenteamplistas prevalece sobre otras consideraciones o pertenencias, independientes de criterio, quienes cuando lo consideramos necesario criticamos desde adentro y para construir.

El Frente Amplio en que creemos, al que pertenecemos, es mucho más que la suma de sus sectores y muchísimo más que una coalición electoral. Es coalición y es movimiento. Gran parte de su base electoral se autodefine como frenteamplista sin más.

Muchos frenteamplistas de corazón, pensamiento y hechos, cuya cantidad es difícil pero no imposible estimar, se sienten alejados por la manera como funciona la estructura y por la orientación de algunas políticas y prácticas de gobierno. Es a ellos a quienes queremos invitar a participar, como nos invitamos a nosotros mismos.

La vitalidad de un movimiento está basada en su capacidad de evolucionar. En este momento debe evolucionar acompañando, y mejor adelantándose, a cambios del mundo y del país.

Qué nos unió y debe seguir uniendo: Un sustrato común de ideas sobre las que no hay transacción posible: los derechos de todas las personas a la salud, vivienda, trabajo, educación, conocimiento, cultura, libertad, expresión, garantías, justicia, dignidad. El tener siempre en cuenta a los más desposeídos. La defensa de la clase trabajadora. El convencimiento de que el Uruguay es un digno integrante en el concierto de las naciones, tanto del punto de vista productivo como creativo. La conciencia de que somos depositarios y no dueños, por lo que tenemos responsabilidades hacia futuras generaciones.

Qué nos separa, a veces: Métodos, tácticas o prioridades para llegar a objetivos comunes. O ideales que están más allá de ellos, concepciones ulteriores como las filosóficas o religiosas, que pueden seguir otros caminos mientras se atiende el deber humano de la justicia en todo sentido en que coincidimos. También a veces temas de poder, que deberían ser secundarios.

Qué ha cambiado: El mundo, para empezar, en que las polaridades son otras y todavía dinámicas. El capitalismo, que de básicamente fabril ha pasado a basarse en la información y comunicación. El propio sector agro industrial, que no necesariamente posee sino que alquila fábricas, tierra, trabajo.

Ha cambiado el Uruguay, que al cabo de algo más de 7 años de gobierno del Frente Amplio tiene otros problemas sobre la mesa. Del hambre, el exilio económico, el desempleo, se ha pasado a discutir sobre la seguridad, la educación, la distribución, la naturaleza de la inversión extranjera, el respeto del medio ambiente, la energía. Problemas serios y reales que muestran cambios de crecimiento.

La economía ha mostrado resultados muy buenos y con una duración sin precedentes. Pero la economía sola no puede, no se produce distribución por derrame en forma automática. La sola prosperidad no modifica la forma de la pirámide socio económica; la levanta, con lo que muchos han salido de la pobreza y más de la indigencia, lo que ya es un gran logro, pero hace falta más para hacer que los cambios imprescindibles sean irreversibles.

El propio Frente Amplio ha cambiado en muchos aspectos. Estar en el gobierno le da experiencia; será siempre una fuerza política más evolucionada. También el trabajo de gobierno tuvo que nutrirse de la fuerza política y en algunos aspectos y áreas la ha vaciado o disminuido. Muchos frenteamplistas esperaban resultados más rápidos y de fondo y se sienten desanimados.

Su base electoral ha crecido hacia sectores más desfavorecidos económicamente, lo que indica la llegada de las políticas sociales. Aparecen nuevas culturas, lenguajes y expectativas. Hay un grupo en transición y una toma de conciencia. Ser parte de ese cambio es una responsabilidad política mayor.

Es un hecho que su militancia y participación están en un período bajo. Muchos factores confluyen: el trabajo de gobierno que demanda esfuerzo directo de muchos, los medios de comunicación, los tiempos disponibles (tanto de las personas como del gobierno), el notar pocos resultados de la participación y el hecho de que las cúpulas en general no la estimulan. Un cierto desencanto, en fin, y un riesgo de indiferencia.

Los intelectuales -en sentido amplio- están menos organizados e inciden menos; participan poco, se los convoca menos y ambos fenómenos se potencian mutuamente. Todos somos necesarios, como lo ilustra el genial logotipo de Manuel Espínola Gómez para el PIT CNT: los haces que representan a los trabajadores rurales, fabriles y del conocimiento se vuelven fuertes entrelazándose, formando una cuerda. Los que tienen más instrucción o capacidades tienen también más responsabilidades. Ese mutuo abandono debe ser superado, en un doble movimiento convergente.

¿En qué y para qué queremos que el Frente cambie?

10 años es muy poco para grandes transformaciones sociales y culturales. Bregamos para que la democracia nos conceda la duración necesaria para invertir la prosperidad obtenida en justicia social, en educación y en investigación y llegar a ver sus frutos. Para ensanchar la base social del cambio, que es la clase trabajadora organizada.

El programa de gobierno debe ser repensado, porque la situación es otra y porque en parte ya se ha cumplido. Debe ser enjundioso, claro y de visión global, profunda y de largo plazo. Un gobierno responsable debe pensar en 30 o 40 años aunque sólo tenga mayoría segura durante un período electoral. Debe tener direcciones definidas, junto con una flexibilidad suficiente. En su elaboración -lejos de la tecnocracia, del voluntarismo y del populismo- deben participar los que más saben de los temas, así como los destinatarios de las políticas.

La democracia que deseamos para el Frente no es sólo la del voto; sin duda la incluye, lo que ya es una oportunidad, pero la excede porque debe ser participación fuerte por la vía que sea: personal, a través de medios de comunicación (virtual), desde el propio partido o desde las organizaciones sociales. Todas son a estimular y son complementarias. Las redes son un medio que ha mostrado su fertilidad, pero no sustituye ni pretende sustituir a las organizaciones.

Esta democracia se debe apoyar en una información completa y oportuna como para poder recoger opinión en todo lo esencial, que hace al programa. Sabemos que los acuerdos de cúpulas, internos o con otros partidos, no llegan a plasmarse en evolución sin la adhesión crítica de la sociedad. No podemos actuar en forma cerrada.

Queremos un Frente abierto y respetuoso de diversos grupos y sensibilidades, incluyendo generacionales y de género. Ser mujer u hombre, joven o viejo, residir en el medio rural o en el urbano, pertenecer a la minoría o mayoría que sea, ser independiente, no son de por sí méritos ni deméritos. Lo preocupante es una fuerza política que no es capaz de entender, reflejar y recoger en sí esa rica complejidad de la sociedad y de sus propios integrantes. Además, los movimientos sociales han cobrado creciente incidencia y carecen de interlocución -o la tienen escasa- con las fuerzas políticas.

Las fuerzas y las instituciones y hasta las especies de larga vida son las que saben cambiar manteniendo sus principios vitales. La hora es a la vez propicia y riesgosa. Las elecciones internas entrañan peligros; es difícil confrontar manteniendo a la vez claro lo que nos une. Para eso es deseable que el proceso sea lo más abierto, claro, sencillo, fácilmente comprensible, participativo. Sin trabas a las candidaturas, menos aceptables aún cuando se discuten junto con las candidaturas mismas. Exento no sólo de candidatos de sectores mayoritarios sino también de acuerdos de cúpulas. La elección es múltiple. La presidencia por sí sola tiene un margen de acción limitado. Proponemos que se completen los 6 independientes en el Plenario, como gesto de alto valor simbólico.

Creemos que el Frente es un instrumento válido, probado y con futuro, que hay que cuidar, repensar cuantas veces sea necesario y acrecentar. Nos necesitamos todos para un proyecto de largo aliento. Todos necesitamos de todos para ir proyectando el camino, construyéndolo y avanzando por él.

Por todo esto nos convocamos todos a votar y a participar en un proceso que, más que sin exclusiones, debe ser búsqueda y garantía de inclusión.

Marzo de 2012.

 

María Simón
2012-03-13T04:30:00

María Simón