Así no.

María Simon

05.04.2012

Las internas transcurrirán en un panorama sectorializado, aunque a muchos nos gustaría más abierto y de ideas, porque el Frente está sectorializado; es un hecho. Busquemos en ese panorama la mejor manera de darle forma al Frente, de afinar el instrumento o de afilar la herramienta para todo el trabajo que hay que hacer. Ahora es tiempo de discutir qué Frente queremos y para qué.

Hay dos grandes trabajos: participar del gobierno gobernando en nuestros ámbitos, con independencia de criterio y principios ciudadanos, y elaborar un programa para seguir gobernando. En él hay que tomar posiciones acordadas sobre asuntos de principios, de los que doy varios ejemplos palmarios. Frente a cuestiones profundas como ésas no puede ser que estemos desafinados o improvisemos o le temamos a la discusión. La mejor opción será la que dé mayor lugar al pensamiento.

Los compañeros candidatos a las internas son todos buenas personas y buenos candidatos, de lo mejor de sus respectivos sectores o ámbitos. No voy a manifestar opción entre ellos. No voy a dejar de nombrar, también con neutralidad y respeto, al quinto candidato (suena a aquella bruta película, "El tercer hombre" o al inspirado Kinto) que es el voto frenteamplista en blanco. El adjetivo frenteamplista es importante. El quinto candidato tiene una definición muy distinta en una interna que en una instancia de confrontación con otros partidos, como fue el caso de la Intendencia de Montevideo. En el caso de la IM había una protesta contra los procedimientos y lo que se llama una actitud de "free rider", es decir de hacer algo porque se supone que lo harán pocos. Si muchos hubieran tomado esa opción podía ganar la Intendencia otro partido, lo que no estaba en las especulaciones de los "en blanco por protesta" porque sabían que la mayoría de los frenteamplistas no haríamos lo mismo.

Respeto al que tome una de esas cinco opciones y lo haga por la positiva, para cambiar, y en forma consecuente con su acción posterior. Hay opiniones diversas sobre qué es mejor para cambiar. Considero que no es buena la ausencia -es decir, no ir a votar- porque en definitiva es conformista, es facilitar que todo siga como está, y si somos fuerza de cambio no podemos ser conformistas. La ausencia es apolítica.

"No hacer política es renunciar a una parte de tu poder, lo que siempre es peligroso, pero también a una parte de tus responsabilidades, lo que es siempre condenable. El apoliticismo es a la vez un error y una falta: es ir contra tus intereses y contra tus deberes" (André Comte-Sponville).

El conjunto de candidatos, que repito son muy buenos, tanto que se los echaría mucho de menos si abandonan otros ámbitos, es una expresión de sectorialidad; plantea opción esencialmente entre sectores y por lo tanto refleja una competencia por el poder al interior del Frente en tanto coalición. Y el conjunto de los posibles fue filtrado. Así no es la mejor manera.

Quisiera hablar de antes y después, que son tiempos más largos. Desde antes es necesario plantearse compromisos mutuos con quienes sean autoridades: presidencia, plenario, departamentales. La elección no puede ser sólo por simpatía o por antecedentes sino por compromisos. El esencial es cómo tiene que ser el Frente para elaborar su programa y llevarlo a cabo, es decir un proyecto de Frente con lugar para todos. Ahora eso, y luego una comisión de programa lo mejor que se pueda, porque sencillamente no es ético hacer las cosas menos bien de lo que se puede.

Tiene que ser transparente y abierto a la participación. Es cierto que hay crisis de participación, pero también hay quienes aprovechan esa crisis y prefieren decidir en ámbitos vacíos, lo que se reproduce al interior de los sectores. Transparente en las decisiones y en la información a tiempo. Con una suerte de acción afirmativa hacia los independientes (los sobre todo frenteamplistas), cuya voz se oye muy poco. A primer juicio se diría que son o somos un grupo probablemente muy heterogéneo por lo simple de su definición; sin embargo los frenteamplistas independientes -no los independientes de todo partido o grupo- tienen muchos rasgos en común además del sentirse poco escuchados.

Hay comités de base que no funcionan o funcionan apenas como para votar, y que a veces predominan en las coordinadoras frente a los que sí tienen vida. La idea de los comités funcionales, que no es nueva, puede reflejar bien afinidades que no son las geográficas y en la vida actual son en general más intensas. Los comités virtuales, ¿por qué no? No hace falta tocar el estatuto, o prácticamente no. De esas medidas para incrementar la participación no se ha hablado o no se ha sabido que se trataran. Ya se sabe que sobre aquello que no gusta o que se teme, mientras se pueda, es mejor guardar silencio que hablar en contra. Lo esencial sería romper el silencio. Los muchos silencios.

Aunque parezca una contradicción hay poder vacante. En los consejos de participación de los centros educativos, por ejemplo, hay poder ofrecido por ley y no ocupado. En la comisión de programa hay presencias faltantes que contribuirían a mejores resultados. En las comisiones de vecinos, para la seguridad por solidaridad, también. La manera de participar no es sólo en estructuras políticas, si bien todas estas actividades son también políticas.

El Frente tiene que buscar todos estos modos y maneras. Al Frente vale la pena repensarlo y darle nueva vitalidad, lo que nunca es volver atrás.

Uno, durante el gobierno: como se puede ayudar es gobernando. No me refiero a una mezcla totalmente reñida con los principios republicanos entre poder institucional y partidario, sino a que la gente trabaje en todos esos centros de poder ciudadano, junto con quienes quieran y del partido que sean. ¿Hay acción más política y liberadora que la autogestión?

Dos, para el próximo, con un buen programa, que defina con suficiente flexibilidad pero deje en claro los temas que son de principios, frente a los cuales no pocas veces nos encontramos desorganizados o bastante desafinados. Por ejemplo las políticas de justicia: minoridad, adopción, despenalización del aborto, crímenes de lesa humanidad. O políticas de desarrollo: fomento de la industria nacional sin caer en la subvención, calificación de las inversiones, equilibrio entre privacidad y prevención de delitos como el lavado de activos, aprobación o no de zonas francas. O políticas sociales: equilibrio entre asistencialismo -que no descalifico- y acciones de integración o incluso para prevenir la desintegración, como se habla de prevención en salud. O de género: todo sería tanto más fácil si el sexo no se consignara como dato de identificación, y se resolvería de un plumazo el matrimonio este o aquel, o el cambio de sexo registral. U otras de género, como los salarios desiguales, el ingreso al trabajo, el efecto de las licencias por maternidad o lactancia, que puede ser de doble filo pero hay que elegir el filo adecuado. O demográficas: medio rural y cultura rural como valor de la sociedad, el tratamiento de la previsible inmigración, del retorno. O políticas culturales: qué debe hacer el Estado y en qué debe delegar la gestión, sistema nacional de artistas, tratamiento de lo patrimonial. O de educación: qué quiere decir descentralizar la Universidad -que no es una facultad de cada carrera en cada departamento!-, qué queremos de la educación terciaria o de la formación de educadores. O de comunicaciones: ¿el uso del espectro es gratuito en qué casos? ¿Cómo se promueve la industria del audiovisual? O medioambientales, o de relaciones exteriores, o... tantas otras.

Sobre todas esas cuestiones de principios me consta que se ha trabajado y trabaja. No me pongo a enumerar qué se ha hecho; queda para otra. Pero si hay discusiones profundas y fraternas, no las he visto ni oído. Creo que nos cuesta animarnos a discutir estos temas profundos y decir algo claro. Eso tiene que hacerse. No podemos estar desafinados ni librados a la improvisación sobre los principios.

Entonces, eso. El panorama para las internas está definido, se confrontarán sectores. El plenario también será muy sectorial, lo que dificultará el trabajo de la presidencia. Pero pienso sobre todo en después, porque creo que el Frente vale la pena.

Lo difícil también hay que hacerlo, y los compañeros no estarán solos si quieren estar acompañados. Muchos estamos dispuestos a trabajar si se nos convoca. La clave es crear las condiciones internas para elaborar un buen programa. Y para gobernar desde todos los lugares de gobernanza, en democracia.

Así sí.

María Simón
2012-04-05T20:10:00

María Simón