Argelia, a 70 años del comienzo de una guerra genocida.
Michael Mansilla
20.11.2024
La guerra de Argelia finalizó en 1962. Fue una contienda en la que Francia usó todos los medios a su alcance para retener el último bastión de su imperio, llegándose a cometer, como denominó puntualmente Macron, 'crímenes contra la humanidad'. Hoy, todavía quedan muchas heridas por cicatrizar.
Noviembre de 1954 se considera el comienzo "real de la guerra de independencia de Argelia". Hasta ese momento todo eran protestas y acciones terroristas aislada. Pero en ese mes, el Frente de Liberación Nacional argelino llamó a sus compatriotas a tomar las armas contra Francia.
El 8 de mayo de 1945, día de la Victoria en Europa, estalló una manifestación masiva en Sétif que fue reprimida de forma inmediata y brutal, que incluyó bombardeos aéreos de pueblos cercanos y "cazas de ratas". En agosto de 1955, tras el asesinato de 123 colonos franceses en Constantina, soldados franceses mataron a cerca de 12.000 musulmanes.
La represión avivó las llamas del incendio. Pero solo uno de los bandos tenía la legitimidad de su parte. El FLN asistió como invitado especial a la Conferencia de Bandung (Indonesia) de 1955. El Egipto de Gamal Abdel Nasser, le proporcionó armas, asesoramiento militar y cobertura diplomática.
Si bien los argelinos eran considerados con-nacionales de segunda, Francia los incluyo en la conscripción militar obligatoria, para luchar sus guerras contra los comunistas de sus colonias del Sudeste Asiático, especialmente Vietnam. Muy mala idea. Esos conscriptos regresaron como duros soldados con experiencia en combate.
Algo de historia
Nido de piratas berberiscos, que hostigaban las costas españolas, Argelia permaneció bajo el control teórico del Imperio otomano desde el siglo XVI. En la práctica, el gobernante local, el rey, gozaba de independencia. En 1830, Francia se anexionó la zona por rivalidades económicas con Argel. La población musulmana resistió en forma heroica mientras el ejército galo empleaba métodos genocidas.
Sobre el papel, el gobierno francés defendía los valores de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad. Pero para la mayoría de los argelinos tan solo eran meras palabras, ya que no gozaban de la ciudadanía francesa, desempeñaban los peores trabajos y estaban excluidos de la política. El islam fue la única ideología que permitía resistir la imposición de una cultura ajena. Con el paso de los años, y en sucesivas olas de protestas, los argelinos bascularon de la lucha por la independencia al auge del islamismo.
Estos son los momentos clave de la historia reciente de Argelia:
Después de la Segunda Guerra Mundial, en una manifestación que celebraba la derrota de los nazis, aparecieron banderas independentistas entre la multitud. Los argelinos pensaban que la posición de EE. UU. y la URSS, contrarios al colonialismo, favorecía su causa por la autodeterminación. La reacción de Francia fue la represión, que dejó miles de muertos.
En 1954, el Frente de Liberación Nacional argelino llamó a sus compatriotas a tomar las armas contra Francia. Así empezó la guerra de la independencia. Duró ocho años, con episodios de extrema ferocidad en ambos bandos. Francia se resistía a abandonar un país que consideraba parte de su territorio nacional.
En 1959, Charles De Gaulle abogó por la autodeterminación de Argelia, pero encontró mucha oposición. La Organización Armada Secreta, un grupo de extrema derecha con métodos terroristas, intenta atajar el proceso de descolonización. En 1962 se firmaron los Acuerdos de Evian que ponían fin a la guerra de independencia.
En 1962 los bandos enfrentados firmaron un alto el fuego en los Acuerdos de Evian. Se acordó un referéndum en el que ganó la postura favorable a la autodeterminación y luego se proclamó la independencia el 3 de julio. Un millón de pied-noirs (colonos de origen francés) y los harkis, musulmanes que lucharon por Francia, unos 150.000 regresaron a la metrópolis.
En 2006, hablando en nombre de su partido, François Hollande, por entonces candidato socialista a la presidencia, reconoció que la Sección Francesa de la Internacional Obrera, antecesora del Partido Socialista Francés, "perdió su alma" en la guerra de Argelia. "Tuvo sus justificaciones, pero aún le debemos una disculpa al pueblo argelino", dijo. En 1956, fue un primer ministro socialista, Guy Mollet, quien lanzó una campaña de "pacificación" contra las guerrillas del argelino Frente de Liberación Nacional (FLN).
Hasta 1999 Francia consideró la guerra de Argelia -o guerra de Independencia de Argelia-(1954-1962) una mera "operación policial" pese a que fue su mayor conflicto bélico desde la Segunda Guerra Mundial, la feroz represión y sus innumerables atrocidades. El tiempo transcurrido solo ha dado mayor relevancia a la independencia argelina en la historia de la segunda mitad siglo XX y del proceso de descolonización.
Hace un siglo, Argelia era la piedra angular del imperio francés, tan fundamental para su existencia como India para el británico. En la encrucijada de Europa, África y Oriente Próximo, Argelia cobró un inusual protagonismo, tratándose de un país devastado por el paso por su territorio de los ejércitos aliados y del Eje y cuyas autoridades coloniales se mantuvieron leales al régimen colaboracionista de Vichy.
Historiadores franceses estiman que la guerra se cobró medio millón de vidas, 400.000 de ellos musulmanes argelinos, civiles y combatientes. Según la versión oficial argelina, las víctimas superaron los 1,5 millones durante la contienda y un total de 5,6 millones desde 1830, cuando Francia invadió lo que hasta entonces era un dominio otomano.
Setenta años después del comienzo de la guerra (finalizada en 1962), tuvo consecuencias siguen gravitando en ambas orillas del Mediterráneo. No es extraño. Argelia fue uno de los últimos países árabes en independizarse y el que más sufrió para lograrlo.
Heridas sin cicatrizar.
Unos siete millones de residentes en el Hexágono están vinculados a esa historia: los descendientes de los llamados pied-noirs (pies negros-franco argelinos), los antiguos colonos y sus familias, los exsoldados y los harkis, musulmanes que lucharon por Francia, unos 150.000. Las nuevas autoridades de Argel no mostraron contemplaciones. Los que fueron juzgados, condenados y ejecutados tuvieron suerte. Otros, quizá más de 100.000, murieron en actos de venganza que cometían escuadrones de excombatientes.
Samia Lokmane, corresponsal en París del diario argelino Liberté, recuerda que las violaciones -de mujeres y hombres, que eran sodomizados con botellas-se hicieron sistemáticas desde 1956. Louisette Ighilahriz, que a los 20 años fue torturada y violada por los militares franceses que la capturaron en 1957. Salvó la vida por la intervención de un médico militar que ordenó trasladarla in extremis a un hospital.
Francia se desprendió de Túnez y Marruecos en 1956 porque eran protectorados. En Argelia usó todos los medios y la fuerza que tuvo a su alcance para retener al último bastión de su agonizante imperio. En 1947, París hizo de Argelia un departamento y, por ello, territorio soberano francés. Pero no ciudadanos franceses, sino "nacionales franceses" con necesidad de un visado interno para desplazarse a la metrópolis.
La guerra se hizo inevitable. En Los condenados de la tierra (1961), que prologó Jean-Paul Sartre, Franz Fanon, psiquiatra martiniqués que se unió al FLN, denunció el "racismo absoluto" del imperialismo francés y justificó la violencia revolucionaria como forma de redención masiva. Los argelinos celebran cada año con marchas festivas los aniversarios del inicio y el fin de la guerra, el único acontecimiento que aglutina a casi todos.
«Francia se desprendió de Túnez y Marruecos en 1956 porque eran protectorados. En Argelia usó todos los medios y la fuerza que tuvo a su alcance para retener al último bastión de su agonizante imperio»
Algunas heridas han comenzado a cicatrizar. Durante su mandato, Nicolas Sarkozy autorizó la entrega a Argelia de un mapa con la localización de 11 millones de minas francesas. En diciembre de 2012, en su vista a Argel, Hollande reconoció que Argelia fue sometida a un sistema "injusto y brutal", aunque no se disculpó. "Es mejor decir la verdad", dijo.
En su última visita a Argelia en agosto, dos meses después del 60 aniversario de la independencia, Emmanuel Macron, el primer presidente francés nacido después de ella, expresó su esperanza de que algún día ambos países puedan mirar su "complejo y doloroso" pasado con "humildad", consciente de que sus respectivas memorias históricas quizá sean irreconciliables.
Como candidato en 2017 en Argel, Macron calificó el colonialismo francés de "crimen contra la humanidad", una expresión que después prometió no volver a utilizar. En 2021, sin embargo, cuestionó que Argelia fuese una nación antes de 1830 y acusó a su gobierno de azuzar el "odio a Francia". Argel retiró a su embajador y prohibió el sobrevuelo de aviones militares franceses en su espacio aéreo.
'Pas de deux'
En ese terreno minado, Macron ha mostrado ser un virtuoso del ballet diplomático al anunciar la creación de una comisión de historiadores franceses y argelinos que tendrán acceso irrestricto a los archivos del periodo colonial. En mayo de 2021 ya había creado la comisión de la Memoria y la Verdad presidida por el historiador franco-argelino sefardí Benjamín Stora.
En marzo de 2021, en El Elíseo, Macron admitió ante sus descendientes que Ali Boumendjel, abogado nacionalista argelino, no se suicidó en 1957 tras su arresto, sino que fue torturado y asesinado en un cuartel militar francés. Francia, les dijo, aún no ha resuelto los traumas de su pasado colonial. Pero, aunque recordar es difícil, olvidar es imposible.
París tiene motivos para querer mirar hacia adelante. Argelia es el décimo productor mundial de gas natural y envía el 80% de sus exportaciones a Europa. Su papel es clave en Libia y el Sahel, lo que explica el persistente cortejo de Pekín y Moscú, amistades peligrosas de las que Macron quiere alejar a Argelia, uno de los 10 países que más gastan en defensa: 5,6% del PIB, frente al 4,2% de Marruecos. Rusia es su principal proveedor de armamento.
Ante un grupo de estudiantes argelinos y africanos en Argel, Macron denunció la propaganda que presenta a Francia como el enemigo y las ambiciones "neocoloniales" de Turquía, China y Rusia en África. Tras firmar con Macron varios acuerdos en materia energética, médica y deportiva, el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, elogió sus esfuerzos "personales" por aproximar a sus países.
Transmisión del silencio en un mundo caduco.
Según la novelista franco-argelina Faïza Guène, a partir de ahora mucho depende de que no continúe la "transmisión del silencio", incluido el que rodea a la Argelia actual. Los ingresos por hidrocarburos aumentarán este año un 45%, pero también lo harán los precios de los alimentos y las medicinas en un país que lo importa casi todo. En 2019, el Hirak -un movimiento pacífico, popular y espontáneo- lideró protestas que forzaron la caída del presidente Abdelaziz Buteflika tras 20 años en el poder y cuando trataba de perpetuarse.
Pero lo que los argelinos llaman Le Pouvoir -el régimen de partido único de facto heredero del FLN-, sigue casi intacto. La oposición boicoteó las legislativas del año pasado. Las protestas, sin embargo, cambiaron algunas cosas. Dos ex primeros ministros y varios exgobernadores están en la cárcel. Un expresidente de Sonatrach, la poderosa empresa estatal de hidrocarburos, está siendo juzgado.
En Argelia: France's undeclared war (2011), Martin Evans escribe que la perspectiva del tiempo hace aún más difícil entender la "Argelia francesa" en medio de la incontenible marea anticolonialista de la posguerra. Una vez que estalló la violencia, los gobiernos de París nunca tuvieron la menor oportunidad de ganarse a los argelinos o a los pied-noirs, que terminaron apoyando a los militares golpistas de la Organización del Ejército Secreto (en francés: Organisation de l'Armée Secrète porque, entre otras cosas, creían que solo el Mediterráneo los separaba de Francia. La O.A.S, fue la semilla del Frente Nacional, el ultranacionalista partido de Marie Le Pen.
Pese al abismo que les separaba en otros asuntos, Estados Unidos y la Unión Soviética estaban de acuerdo en que la era de los imperios coloniales había terminado. Al final, los franceses se cansaron de la guerra, del racismo de los pied-noirs y de las muertes de jóvenes que cumplían el servicio militar.
La solución llegó de la forma y de las manos más inesperadas: las de Charles de Gaulle, que, tras descartar la escalada militar, apostó por las negociaciones de paz, que cristalizaron en 1962 con los llamados acuerdos de Evian.
Los franco-argelino no tuvieron una buena recepción en la metrópolis, acusados de racistas y criminales, la mayor parte se marcharon hacia el exilio mayormente hacia el continente americano, Sudáfrica o Australia.
En Uruguay estuvieron entre los primeros cultivadores intensivos de cítricos. La descendencia se calcula en 3,5 millones distribuidos alrededor del mundo.
Argelia se liberó de la colonización, solo sufrir una pseudodemocracia del FNL. Un estado un partido.
El experimento socialismo árabe
El golpe de Estado hizo que el ejército se hiciese con el poder. Un consejo revolucionario formado por 26 oficiales se convirtió en el órgano supremo bajo la dirección de Houari Boumedienne, quien asumió las funciones de presidente y de primer ministro. Boumedienne gobernó con mano de hierro, postergando las formalidades de la democracia en aras de unos objetivos económicos a largo plazo y situó al país en la vía del socialismo nacionalista, siguiendo gran parte de las tendencias del socialismo árabe.
En concordancia con ello, en mayo de 1968 Boumedienne nacionalizó las empresas de prospección, extracción y comercialización de hidrocarburos líquidos y gaseosos. Además de una desastrosa reforma agraria, que convirtió Argelia en un productor de alimentos en uno que depende del exterior para subsistir.
La política represiva de la dictadura argelina convirtió a aquellos que combatieron o fueron martirizados en su lucha por la independencia, se unieron a una diáspora de exiliados políticos .Hoy son 4 millones sus descendientes, viviendo en los violentos "ghettos", bloques de apartamentos, en los suburbios de las grandes ciudades francesas.
Michael Mansilla
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