Otro obituario, el pathos de llamarse Federico. Lynn Cruz
01.04.2025
Su nombre de origen germánico Fiedrich, significa “aquel que impone la paz”. Federico Naguil (Montevideo, Uruguay., 1974) entra en la lista de los Federico de las letras que han tenido, no solo muertes prematuras, sino que sus acciones se han correspondido con el contenido de su nombre.
Falleció de un golpe mortal, propinado por un borracho. Suena tan triste para los que tenemos que padecer la ausencia de un buen hombre.
No recuerdo la primera vez que hablamos, debió ser durante alguna zambullida en aguas turbulentas en Facebook, mientras compartía mis textos de Havana Times.
Durante ese tiempo también conocí a Flòreal Melgar, otro de esos amigos escritores que se encuentran en el multiverso virtual. Puedo igualarlos en sus modos de ser afables e inmensos como océanos. Allí, de izquierda a derecha, comentaban, esquivaban y daban golpes de agudeza verbal. Así surgió la amistad. Entonces se volvió familiar, verlos pasar por allá.
Las discusiones parecían no tener fin. Cada semana yo escribía un texto para mi columna. Me impuse el compromiso de responder a los comentarios, como si se tratase de un manojo de cartas. Mis palabras eran duras, y las reacciones mucho más. Entonces llegaba la ayuda. La solidaridad.
Luego vino la pandemia. Recuerdo que publiqué un video en mi página de actriz en Facebook, y terminaba con esta frase: "por miedo a morir". Los cuerpos se agolpaban unos encima de los otros y ya faltaba tierra para sepultar a los muertos. Testimonios desgarraban las redes. Y entonces Federico escribió un comentario en el post: "No vas a morir, Lynn". Con la certeza de alguien que se aferra a la vida.
Y bueno, pasó la pandemia. Sobrevivimos a la peste. Federico tenía razón. Solo que, llegué medio muerta, después de perder a mi padre en las manos de un médico que se vendió a la muerte. Mis nervios se dispararon, esos que explotan o se apagan cuando menos los esperas.
Abel Lescay, estudiante de música del Instituto Superior de Arte, es capturado y tomado como excusa para escarmentar. Probablemente la violencia política pretendía, tratar de asegurarse de que ningún otro estudiante siguiera el mismo rumbo que Lescay, detenido el 11J, por rapear a la policía, en medio de un estallido social.
Las reacciones de los estudiantes dentro de las escuelas de arte y posteriormente el resto de las universidades en La Habana, aumentaron las presiones.
Nos reunimos con Christian Jesús, entonces estudiante de actuación. Él tenía una carta para entregar en distintos ministerios. Necesitaba recaudar más firmas. Le aconsejamos que usara WhatsApp. Así nació el chat Libre Abel Lescay. Rápidamente comenzaron a entrar los simpatizantes, a igual velocidad que los espías. Esta vez el trabajo sería arduo, los espías en WhatsApp, a diferencia de Facebook, debían tener más veracidad. No solo aparecerían sus nombres, sino sus números de teléfono. Las tensiones en el chat nos hicieron descabezar el grupo. El único líder debía ser Lescay. Aunque ni él mismo fuera del todo consciente, puede que, hasta hoy sepa en detalle, todo lo que vivimos durante el tiempo que duró la campaña por su liberación.
No volvimos a vernos. Eso es lo que significó hacer lo que hicimos. Esta incomunicación genera luego malos entendidos, sospechas, paranoias, y por último la desintegración de un colectivo. En Cuba, el activismo no está permitido. Hay que volverse creativos a pesar de todos los riesgos y la falta de sentido. Creativos de verdad. Con el corazón en la lengua, ardientes y la mente fría. Calcular cada movimiento cívico, como un soldado en campo minado. Desconfía hasta de tu propia sombra, con la misma intensidad en que te abres a los demás. La idea paradójicamente es sumar.
Llegamos a tener rangos. Se establecían jerarquías de manera natural. Se aprovechaba al máximo, lo que cada quien podía aportar. Viéndolo con distancia, parecía que estábamos bajo la influencia de "las condiciones creadas". Sí lo estaban. La gente está harta. Dispuesta a salir a gritar.
Así se sentía. Éramos muchos, Federico entre nosotros. El intelectual uruguayo radicado en la Patagonia. Qué sujeto singular. El amigo anarquista, yo decía. Me gustaba cómo todo se había armado así, por puro apetito de hacer justicia. Tenía su poesía, y Federico además era poeta. Necesitábamos estrategias de combate. Federico entre los que proponía. Yo añadía sus propuestas al grupo. En Cuba tampoco se puede decir que tenemos un grupo político en WhatsApp. Hay que andar con pies ligeros por las redes. Nada puede aparentar gravedad. "Keep it simple stupid", como dijo Sanford Meisner a sus estudiantes de actuación.
Federico advirtió que las firmas no se debían recaudar por Avvaz o Change.org, pues nuestra campaña podría ser estigmatizada fácilmente. Recogimos las firmas de manera manual, medio a la antigua. Desde el chat de WhatsApp se copiaban a Excel y esto ocurrió durante casi dos meses. Una verdadera batalla de resistencia. Cada día actualizábamos las publicaciones en la página de Facebook, Free Abel Lescay, con la lista de los nombres que apoyaban nuestra causa. Hay nombres que no menciono por una cuestión de seguridad. De hecho, mi misión eran las redes públicas. Yo era prácticamente la única que exponía el nombre. En mi mente la conciencia de que en cualquier momento me fueran a buscar. Pasa que en aquel tiempo yo impartía además un taller: "El monólogo interior y el silencio en el escenario", una forma de educación alternativa. Algunos de mis estudiantes eran compañeros de Lescay.
Día tras día recibíamos amenazas veladas, otras más obvias, especialmente a través de WhatsApp. Los estudiantes más visibles, que ejercían liderazgo, eran presionados en sus respectivas facultades. Federico, además, comenzó a sumar a cuanto colega conocía dentro de la academia. No solo en Uruguay o Argentina, también en Ecuador y México.
Las presiones internas y el escándalo internacional pujaban. Nosotros nos defendíamos en plural. Sin mencionar nombres como dije antes. Los periodistas y activistas se ofendían porque no dábamos entrevistas. Fuegos cruzados desde un bando y desde el otro. Al final, Lescay no fue encarcelado. Su familia, al menos en apariencia, prefirió archivar el caso.
Todos volvimos a la normalidad, como si del paso de un huracán se tratara. He dicho también, que no podemos hacer reuniones de corte político, mucho menos cuando uno se encuentra en el ojo del ciclón. Entonces no hubo resúmenes, ni medallas al honor de mis compañeros. Todo quedó así, en silencio. Como si el silencio tuviera la forma de una página en blanco. Una página que espera el grito callado de la escritura es convertida en poema. El poema de hombres y mujeres que luchan con voluntad de poder.
Ahora reaparece el blanco en un eterno ritual que camufla las heridas de cientos de páginas que el poeta Federico Naguil , no podrá escribir. Qué gran ironía, justo cuando ha muerto, mi mente me conduce a aquel lugar. Qué vida esta me hace comprender de un solo golpe, la naturaleza del bien. Que opera así, de manera silenciosa.
Últimamente creo que muero más rápido a causa de tantas personas queridas que se van. Nos abandonan en este juego de espejos, donde una amistad virtual puede parecer tan auténtica, como una real. Porque regresa la misma sensación de lo poco que conocemos de los otros. Y luego este sentimiento de reescribir lo que otros han escrito sobre ese tono espectral que puede tener la vida. Aun cuando no termina. La vida tiene el color de los sueños. Difusa. Inmaterial. Uno no entiende del todo, si los demás en verdad se van.
He escrito mis palabras después de leer las de José W. Legaspi.
Amanezco el domingo 30 de marzo, recuerdo el ingreso de mi padre. Justo un 29 de marzo de 2021, y alrededor de las 9:00 pm de 2025, en la misma fecha, según la nota de despedida de Legaspi. Una moto impactó a Federico.
Legaspi es amigo del amigo que por extensión es también amigo. Conectados a la red.
Continúa el torrente de palabras tristes y entonces descubro que Boris González Arenas, también fue cercano a Federico.
Lynn Cruz nació en La Habana en 1977. Licenciada en Pedagogía en la Universidad de Matanzas (2000). Graduada de la Escuela Profesional de Actores (2005). Es actriz, escritora, dramaturga, y productora. Está censurada como actriz desde 2018. Como intérprete se destacan: Corazón Azul (próxima a estrenarse) ¿Eres Tú Papá? (UK 2018), El Niño (Venezuela 2015), Finales (Ecuador 2015), Larga Distancia (2010). Como dramaturga versionó textos y escribió la obra "Los Enemigos del Pueblo" (2017). Escribe para revistas y medios digitales como Hypermedia, Rialta y Havana Times. Su novela "Terminal" obtuvo Mención en el Premio Novelas de Gavetas Franz Kafka (2018). Fue premiada por el Fondo para productores de impacto documental que otorga Perspective Fund y Doc Society (2020), con el que realiza su primer documental "Desaparecida".
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias