Duelen la inseguridad y el teatro

Ramón Fonticiella

29.07.2022

“Algunos vecinos del barrio no votaron al Frente en las elecciones nacionales, porque consideraban que había inseguridad. Ahora vemos que diariamente varias mujeres que esperan el ómnibus de mañana para ir a trabajar, llegan a la parada en grupo, con gases y hasta con un arma. Tienen miedo. Esto es peor que nunca”.

Las expresiones, palabra más palabra menos, corresponden a un vecino de La Teja, afincado allí desde hace añares. Como él, mucha gente seria, de trabajo, tiene temor de que todo se agrave. Porque lo conozco, sé que no es una pose política ni una exageración. Es preocupación, aumentada por avisos tristes de personas laburantes de otros barrios, que informan "que se vacía la zona, la gente tiene miedo y se va buscando lugares más seguros. ¿Qué hacemos? Ahora nos roban hasta los cables de la electricidad de las casas que van quedando sin gente, esperando inquilinos...". El clamor es de un veterano al Norte de Bulevar Artigas, que sólo aspira a estar tranquilo, sin meterse con nadie...

Los casos de Montevideo se multiplican en los informativos de la noche (que no son de canales de izquierda), que narran un día sí y otro también, que han sido asesinadas personas, que parece haber guerra de pandillas, que balean liceos, que en Rivera la cosa está muy brava.

Duele la inseguridad del Uruguay.

Sobre todo, duele porque es como que revolvieran una herida y le echaran sal. No pretendo ponerle todas las culpas al ministro Heber, como él y los multicolores se las pusieron al sacrificado Bicho Bonomi. Menospreciaban la acción del anterior ministro y pedían su cabeza: ¿qué cambió? Para bien, nada y con el agravante de que parece que hay que normalizar los tiroteos, los crímenes, las rapiñas y acostumbrarse al delito.

Duele la inseguridad del Uruguay. Y los teatros que se montan para disimularla.

Aunque el presidente Lacalle (dicen portales y medios), le haya ofrecido apoyo a su par ucraniano para "que se logre de una vez por todas terminar esta acción ilegítima" (la invasión de Rusia), suena poco serio, mientras la seguridad de su pueblo pende de la acción de los delincuentes. No trato de ridiculizar la buena voluntad del presidente uruguayo, pero me suena a explosión de bomba de humo de colores (otra más), generadora de entusiasmo o de sonrisas, según se considere. El país se deshace en desempleo, en sueldos y jubilaciones que cada vez dan para comprar menos, en tristeza de muertos en la calle, por tanto sorprende que el presidente (y antes la vice) se involucren en ayudar, como sea, en una guerra ajena. Parece que fueran fuegos artificiales en un siniestro. O es teatro o es ironía.

No quiero ser negativo, pretendo ser realista. No tiene el gobierno la habilidad, capacidad o decisión de solucionar los problemas más acuciantes de sus habitantes, pero hace gala de solidaridad internacional para ayudar (dice) a otras naciones. No es ser egoísta, es tener lógica. Ya sé que nadie va a entronizar a Lacalle por mejorar las jubilaciones, por ejemplo, porque estaría cumpliendo con su deber. Cuando mucho se saludaría su cambio de posición, poniéndose del lado del pelotón y no de los malla oro; pero no es lo mismo ofrecer ayuda a los jubilados uruguayos que al presidente Zelensky. Tiene menos marketing...

Siempre creí que por ideología (del herrerismo), por antecedentes (gobierno de Lacalle Herrera), por historia (dos mandatos del Partido Nacional 1958 y 1962), la cosa no sería fácil para la población en general; pero la realidad me ha superado. Unos botones bastan para muestra.

La actual administración nacional (blancos, colorados, cabildantes e independientes) ha construido o tolerado acciones casi ridículas. Por ejemplo, la Administración Nacional de Viviendas hubiera hecho perder unos 450 millones de dólares a los uruguayos en hipotecas que prescribirían, si no hubiera mediado la acción del Frente Amplio . Se pidió la renuncia de la ANV multicolor; el presidente Lacalle Pou dijo que alcanzaba con un "tirón de orejas". El ministerio de Defensa detuvo e inició denuncia a un buque chino por delito de pesca, en medio de gran movida de prensa y grandes elogios a la acción; la Fiscalía uruguaya determinó que no hubo ilícito. El ministro de Cultura habría criticado irónicamente a una gobernante española por plagiar un trabajo de maestría; lo hizo en redes; pero defiende la acción de autoridades de la educación uruguaya, denunciadas por docentes y estudiantes, por haber supuestamente plagiado materiales técnicos argentinos en un proyecto oficial uruguayo, sin dar cuenta de ello. Los porcentajes de inflación proyectados en la Rendición de Cuentas, son crecientes y todos son considerados por debajo de los que calculan los especialistas independientes; las cosas seguirán subiendo, pero los sueldos y jubilaciones no, y el gobierno dice que estamos mejor.

Si no fueran situaciones graves y tristes, serían verdaderamente ridículas.

Lamentablemente para los habitantes, el paisito se transforma en republiqueta...

¡No nos rendiremos!

 

Ramón Fonticiella

Columnistas
2022-07-29T11:04:00

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