Ramón Fonticiella
19.07.2024
¡Cartón lleno en el gobierno!
Por lo menos en el interior del Uruguay se sigue jugando a la lotería de cartones, donde una de las máximas posibilidades es completar totalmente uno de los cartones que se dispone. Ahí viene el anuncio del jugador: "¡Cartón lleno!" y el juego se termina. Aficionados a los refranes, como buenos descendientes de latinos, se suele decir "cartón lleno" cuando una situación ha culminado; ya sea la llegada de algún personaje, la obtención de un triunfo o la culminación de una mala racha.
He pensado que este gobierno nacional debería decir "Con el escándalo de la intendencia de Artigas ¡cartón lleno! " Pero...tal cual han sido estos cinco años, nunca es posible ver el final.
Muchos comentaristas y medios se han ocupado de la condena del intendente Caram por no haber denunciado los delitos que se cometían con pago de horas extras en su administración de funcionarios de confianza y de la renunciante diputada blanca del departamento. En ancas de la modalidad de un acuerdo con la Fiscalía, el intendente se acusó de ese delito, logró una pena muy leve, que se la conmutaron por "tareas comunitarias". Algo similar hizo la ex diputada. Un servidor de este gobierno (Astesiano por ejemplo) también cerró acuerdo con Fiscalía, reconociendo un delito (no importa si era el más importante) y se benefició con cierre del caso y sanción tolerable. Hay entrenamiento en pecar y obtener indulgencia (por suerte no está Martín Lutero para rechazar el tráfico de indulgencias).
Téngase en cuenta que Pablo Caram y Valentina Dos Santos, no son Astesiano, aunque su acción va en la misma bolsa del gobierno nacional. Parece imprescindible que en el Partido Nacional alguien grite "¡cartón lleno!", porque los registros de irregularidades a costa del dinero público y la institucionalidad ya rompen marcas nacionales (y aquí no hay clasificación para los Juego Olímpicos).
Si cree que no tengo razón empiece por recordar el caso del intendente Moreira, de Colonia. Aquel señor mayor que (nadie lo negó) trató de canjear pasantías en su intendencia por atención de necesidades sexuales. Se fue del Partido Nacional, pero volvió con votos bajo el brazo. Si le parece muy lejano, procure rememorar las acciones del entonces intendente Bascou, blanco de Soriano, que fue acusado de comprar insumos para la intendencia en una estación de servicio de su propiedad. Mucho más cerca rememore las novelescas instancias del pasaporte express para el narcotraficante Marset; cayeron ministros y subsecretarios, se destruyeron pruebas por parte de alto allegado al presidente de la república (asesor publicitario) y de fondo: nada. Un paquete de malas acciones inusual en un gobierno uruguayo democráticamente electo, pero que no ha ejercido en consonancia su función: ha actuado con autocracia, como dueño y no como servidor del país.
De mi parte digo ¡cartón lleno! No repartan más tabletas, que con este sistema siempre habrá interesados en jugar con la seguridad de ganar.
Hemos visto irregularidades graves y groseras, que jamás creímos que se apreciaran en este país. Nadie, que se sepa, se ha estado vaciando un banco aunque pueden haber elegido otro rubro diferente (remember Casa de Galicia?), pero han delinquido en un abanico de asuntos: adulteración de horas extras, falsificación de documentos, manejo de bienes públicos como propios, todos golpes bajos a la institucionalidad. ¡Y los que podrá haber que no se ven aún!
Más grave que el dinero de la población sea mal utilizado o retirado infamemente, es la permisibilidad y naturalización que de las malas acciones se hace. Echar un manto de ignorancia y olvido sobre manejos nocivos del Estado, apañar las figuras políticas porque tienen votos violentando las normas, fingir condenas con "renuncias ejemplarizantes", constituyen faltas de mayor gravedad que las planteadas económicamente. El pueblo sencillo, que se siente protegido por "el dotor bueno" que le da lo que no es de él, cree que así funciona la democracia, cuando es absolutamente al revés.
Paren la mano, en el partido que sea. Cartón lleno de atrocidades a la política democrática. No sigan armando el camino para los autócratas (Milei y quienes sean), que no son salvadores, son destructores de una forma de vida. O se detienen el deterioro, la falsedad, el abuso, la mentira y el engaño, o la democracia quedará sólo en los libros de historia.
El freno está en manos del Pueblo, en su cabeza, en su razonamiento: quien hoy me regala lo ajeno, mañana puede quedarse con lo mío, si no le sirvo casi como esclavo.
Ningún partido está vacunado...
Ramón Fonticiella es Maestro, periodista, circunstancialmente y por decisión popular: edil, diputado, senador e intendente de Salto. Siempre militante
Foto: Facebook / Artigas Noticias
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