Ramón Fonticiella
11.10.2024
¡Cuidado con la amarilla!
En estos día netamente pre electorales, algunos referentes frenteamplistas se enfrascan en la discusión de las bondades o riesgos de votar la papeleta blanca. Es la que contiene el SI a la reforma del artículo 67 de la Constitución. Lo veo como una pérdida de energía. En general, me duele el fenomenal esfuerzo que se está haciendo por poner una piedra redonda en el vértice de una pirámide, egipcia por ejemplo; en las actuales condiciones sería una proeza tan sobrehumana como estéril, dado los respectivos contenidos de la ley 20.130 y de la papeleta blanca. Esta, de triunfar, no anula la quilométrica y nefasta "ley de la seguridad social", que es lo que se necesita.
El tiempo, dinero e inteligencia que se está poniendo en ello, resta energía que se necesitara para comentar la papeleta de la otra reforma: la de los allanamientos,
¡Cuidado con la amarilla!
Contra ésta estamos todos los frenteamplistas y algunos que no los son; y pocos hablan, le hemos cedido el espacio a los conservadores, los atemorizados, los ingenuos y los que quieren siempre que sea otro el que se juegue la ropa y la vida.
La reforma constitucional propuesta por la papeleta amarilla, impulsada por la derecha que sólo cree en la represión y denosta la educación y justicia social, sólo engendraría más intento represivo y quizás más violencia.
No apruebo el delito, aunque no sea violento (como vaciarse un banco desde el directorio), pero no entiendo que la irrupción nocturna en edificaciones que son hogares (hasta que se pruebe lo contrario) pueda contribuir fuertemente a evitarlo.
La papeleta amarilla (léala) repite el concepto del actual artículo 11 de la Constitución de la República, suprime unas palabras y cambia otras, y modifica su sentido.
Hoy dice la Constitución:
"El hogar es un sagrado inviolable. De noche nadie podrá entrar en él sin consentimiento de su jefe, y de día, sólo de orden expresa de Juez competente, por escrito y en los casos determinados por la ley."
Los promotores de los allanamientos nocturnos proclaman:·
El hogar es un sagrado inviolable. Nadie podrá entrar en el sin el consentimiento de su morador, o por orden expresa y fundada de juez competente, dictada por escrito en los casos y formas establecidas por la ley.
Palabras más o menos, lo que se elimina es la prohibición de allanar "hogares" en la noche.
Las encuestas que sobre el asunto he visto, indican que mayoritariamente la población se está adelantando a informar que votará este SI. Parece bastante lógico. Las muertes que se acumulan día a día, seguramente influyen en la inseguridad creciente y motivan a la gente sencilla a manifestarse por más represión. Nada asegura que poder entrar a casas de familia en busca de drogas, por ejemplo, evitará los asesinatos a balazos que se cometen desde una moto, o las emboscadas en un camino vecinal, en la calle o cualquier lugar. Sólo permitirá que las fuerzas policiales (arriesgando su vida en la oscuridad y el desconocimiento territorial) quizás encuentren delitos. Parece un remedio milagroso, como el histórico "llantén"o el "agua de Querétaro" que curaban todo, menos la ingenuidad de nuestra gente.
El SI amarillo probablemente no cure nada y complique más. Piénselo antes de votar.
Cada papeleta amarilla en un sobre de votación es una palmada en la espalda a los miembros del gobierno, que son quienes no evitan la violencia y proponen más violencia.
En un barrio trabajador y periférico de Salto, la mamá de un policía me decía "por favor, no manden nuestros policías a la muerte en un allanamiento de noche; quiero vivo a mi hijo"... Quienes se cubren de laureles cuando los policías cierran una boca, miran para otro lado cuando a Europa llegan desde Uruguay, contenedores con toneladas de cocaína. Es fácil arriesgar vidas de pobres (policías) y no invertir más en controles de puertos y cuentas de lavado de dinero.
¡Cuidado con la amarilla!, es otra bolsa de humo, pero mezclado con peligro.
Ojalá el Pueblo lo repiense y no vote. Si lo hace se corre el riesgo de lamentarnos ante el fracaso práctico de la iniciativa. Duele saber que es una "gran noticia" que se invertirá 75 millones de dólares en un tipo más de cárcel, como lo anunció el "versátil" ministro Martinelli. Si en estos cinco años se hubiera destinado ese dinero al salvataje social, quizás habría menos presos y menor violencia.
La responsabilidad de los errores trágicos puede ser nuestra: nadie nos garantiza que el voto amarillo sea para bien. Pensemos: nuestro voto puede poner vidas en peligro, de moradores y de policías.
Estamos a tiempo.
Ramón Fonticiella es Maestro, periodista, circunstancialmente y por decisión popular: edil, diputado, senador e intendente de Salto. Siempre militante
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