La conexión turca
Ramón Fonticiella
01.02.2025
La conexión turca
Permanente costumbre hogareña (sin distinción de clases sociales) ha sido la de "ver la novela". Muy antes era "escucharla", pero la televisión se robó la fantasía de imaginar a galanes y heroínas. No hace tanto eran los culebrones brasileños, luego los venezolanos, siempre peleando algún lugar los argentinos, y últimamente los turcos. Las interminables producciones del gran país de tránsito entre culturas (Europa y Asia) se han quedado con tardes y noches de las señoras (y por qué no señores?). Ese entretenimiento ha estado cumpliendo con la misión de quitar mayores posibilidades de pensar.
Las nuevas realidades, por lo menos en Uruguay, han hecho que los novelones se sustituyan por historias verdaderas. No se confunda con los indigestos "reality shows", sino narraciones de la vida real entretenidas, cargadas de emoción, drama, posibles estafas, fantasiosas ganancias, castigados inversores, pueblos engañados, gobernantes abusadores y contribuyentes engañados.
No es turca la historia, ni es tangible la conexión. Pero es el entretenimiento que ha estado ocupando (quizás sin darse cuenta) el verano de muchos de los tres millones de uruguayos; no cuento a quienes sólo se entretienen con el VAR, penales dudosamente cobrados y pases que alguien pagará. Ese es otro mundo, bien uruguayo, donde soñamos beber vinos finos con carnes de exportación, pero debemos conformarnos con uno en caja y mesas menos sofisticadas.
La trágica novela de Conexión Ganadera (y otros fondos ganaderos); la increíble firma del contrato por el Proyecto Neptuno por parte del gobierno que tiene orden de desalojo; las confirmaciones de funcionarios en cargos públicos nacionales o departamentales para que queden tapados los lugares y seguros los votos; las denuncias por supuesto manejo de fondos del SUNCA y las empresas de la construcción; la entrega adelantada de impuestos de las empresas públicas para maquillar el déficit que deja el gobierno que se va, son golpes terribles a la población. Todo se nos presenta casi como una novela.
No digo que prefiero Gran Hermano, porque sería una blasfemia, pero ¡qué feo panorama se avecina!
Si no pensara que es un imposible, creería que se trata de un complot contra la gente común que cometió la osadía de sacar el gobierno lacallista. No puede serlo, pero hay elementos tan novelescos que parecen hechos a propósito. Lo de la planta de Arazatí (Neptuno) es obsceno. Si fuera un novelón tendría que ir en un canal de películas condicionadas. Pareciera que hay un presidente tan convencido de su omnipotencia, que, ya rechazado en la continuidad de su línea de pensamiento, se va destruyendo todo y firmando por una obra resistida por la academia, por la población y por los que la pagaremos. No es un daño causado al Frente Amplio ni a los que no piensan en clave lacallista: es un mal a todo el país. Se gastará una fortuna en un emprendimiento de eficacia rechazada por los estudiosos y que puede traer mayores problemas.
Mientras se arma una novelita, como para la tarde, denunciando deficiencias de calidad de agua en las playas de Montevideo. No se acusa de delito, pero se dice (Lema) que "si es así, el agua no está en condiciones". Quizá s habló tirando centros porque escuchó a Verónica Piñeiro, vice del Frente, quien aseguró que por la normativa vigente está todo bien, que si quieren cambiarla, están de acuerdo en estudiarlo.
Bajo esa capa de humo que ya lleva cinco años de vigencia, nos sentimos entretenidos por esta "conexión turca", nombre de fantasía de una agresión al intelecto, a la información y al desarrollo del pensamiento crítico de la gente.
La verdad: me quedo con las historias del pase de Leo Fernández, la linda actuación de los juveniles en Venezuela, los refuerzos de Nacional y los de Defensor, por supuesto.
Ahhhh, igual no dejemos de pensar: es gratis.
Ramón Fonticiella es Maestro, periodista, circunstancialmente y por decisión popular: edil, diputado, senador e intendente de Salto. Siempre militante
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias