Hace 80 años los soviéticos se toparon con Auschwitz
Roberto Cyjon
26.01.2025
Recordar Auschwitz, comprenderlo y enseñarlo es imperativo en este siglo XXI inéditamente violento desde su nacimiento. Eric Hobsbawm sostiene que el siglo XX terminó con las "Torres" en 2001. Podríamos argumentar que el siglo XXI comenzó con el mayor atentado terrorista islámico conocido hasta esa fecha. Hilvanaremos en tres subcapítulos los conceptos postulados en nuestra primera oración.
Auschwitz como sujeto de la historia, antecedentes
Auschwitz es, a la vez, sujeto y objeto en la historia del pueblo judío y de la humanidad. Sujeto en tanto simboliza la categorización de la violencia suprema del odio al judío. Su solo nombre engloba la maldad absoluta. Sintetiza la cosmovisión nazi racial y absurda, politizada hasta su concreción: "los judíos son parásitos y deben ser exterminados". Para profundizar mínimamente cómo se llega a construir ese engendro debemos retroceder al siglo XIX.
Fue cuando comenzó el darwinismo social en Francia y adquirió un impulso transnacional. El Conde Arthur de Gobineau, racista a ultranza proclamó la superioridad racial blanca, precursora del mito ario, en su libro: "Ensayo de la desigualdad de las razas humanas (1854)". El británico Houston Stewart Chamberlain fue un admirador y propulsor del concepto: "etnia alemana", cuyos fundamentos antisemitas y raciales se incorporaron a la génesis del nazismo. Influyó en otros ilustres como Richard Wagner, quien enunciaba: "Hasta la época de Mozart y de Beethoven, no se encuentra un solo compositor judío". Entendía que era imposible que un extranjero a ese organismo vital fuese un creador de tal categoría. "[Existe] sólo un medio de conjurar dicha maldición: la redención del judío errante es su aniquilamiento." Extendidos estos delirios discriminatorios, Édouard Drumont fundó en Francia, en 1890, "La Liga Nacional Antisemita de Francia". Friedrich Marr en 1889 creó el Partido Antisemita Social Alemán (DSPA), y acuñó el término "antisemitismo" en sustitución del antijudaísmo cristiano imperante hacía siglos por motivos religiosos. Ambos personajes pretendían absorber ese voto antisemita disponible que se acentuaba a pasos acelerados. Se trataba de aprovechar una oportunidad socialmente legitimada. En la Rusia zarista de fines de siglo se escribió el libelo: "Los protocolos de los sabios de Sion", postulando "el dominio mundial de los judíos", publicado en Francia en la década de 1890. Ese folleto apócrifo configuró "el clímax y síntesis" de las teorías conspiratorias que las mentes más retrógradas sostienen hasta nuestros días. Hitler escribió el 16 de setiembre de 1919, culminada la Primera Guerra Mundial y cinco años antes de redactar "Mi lucha":
"El antisemitismo basado en motivos puramente sentimentales, encontrará su expresión final en los pogromos. El antisemitismo de la razón debe conducir a una lucha legal y metódica y a la eliminación de los privilegios que posee el judío. [El] objetivo final e inmutable debe ser la eliminación de los judíos en general."
Esta breve síntesis pretende señalar la imposición sistemática de un antisemitismo vehemente que impregnó a la moderna civilización del siglo XX. La Alemania nazi lo incorporó a su cosmovisión. Llegamos así a la instauración de "Leyes raciales" en 1935, a la Conferencia de Evian en Francia en julio de 1938, promovida por los Estados Unidos, para ver "qué haría el mundo" con los judíos a quienes Hitler quería expulsar. Resolvieron que ningún país los aceptaría, constituyendo impunemente una "complicidad intelectual" con el final desgarrador de los judíos europeos. Se validaba empíricamente el concepto que Hanna Arendt acuñara debido a la situación de los judíos a raíz del affaire Dreyfus en 1894, el del "judío paria". Evian exculpó a Occidente, principalmente, e invisibilizó al antisemitismo durante la Segunda Guerra Mundial. La prensa mundial no "daba crédito" a las noticias que circulaban sobre el nazismo y el antisemitismo ya desde 1939 por el Gobierno Checo en el exilio (Chicago, USA) y el Gobierno Polaco en el Exilio (Londres) a partir de 1940.
Prosiguió la "Noche de los Cristales Rotos" en Alemania y Austria en noviembre de 1938, nombre que minimiza el mayor pogromo organizado por las turbas nazis. Este inició el proceso de arianización de los bienes judíos y su encierro en guetos. Para ello trasladaron masivas cantidades de judíos hacia las principales ciudades en Polonia, siendo el mayor el de Varsovia, con 460.000 judíos de los cuales sobrevivieron apenas 50.000.
Es a partir de esa perversa inercia antijudía milenaria, mitológica y operativa, que se proclama en enero de 1942 "la Solución final", un eufemismo patético para denominar a la aniquilación de la judería europea. Para lograrlo debían crearse "campos de exterminio a nivel industrial". Como referencia Zeev Sternhell, los nazis transformaron al antisemitismo antiguo en un "antisemitismo redentor". Sin culpas... finalmente "liberador". Así comenzó a concretarse y construirse el "objeto monstruoso": Auschwitz Birkenau, que en este enero conmemoramos con un compromiso inalienable de recordar y transmitir.
Auschwitz Birkenau, un objeto inconcebible de destrucción humana
Abordamos otro término vulnerable: "campos de exterminio." Sería aplicable a Chelmno, donde los asesinados fueron arrojados a fosas comunes de 15 metros de profundidad y largo, cual sembradíos agrícolas de semillas sin vida, rodeadas de impertérritos e impotentes bosques, testimonios perpetuos de aquellos procesos terribles. Incluso en Treblinka, donde los cuerpos gaseados fueron enterrados en fosas ardientes denominadas con inverosímil crueldad: "grills".
Auschwitz Birkenau era una "ciudad" construida para generar esclavitud y muerte. Un emprendimiento humano para aniquilar al humano. El binomio Auschwitz-Birkenau configuraba la "obra maestra" nazi de la muerte programada. Ubicado en un centro geométrico y geográfico de Polonia, vinculaba a una vasta red de países de Europa Oriental. Fue una fábrica en el verdadero sentido de la palabra. Los prisioneros eran la mano de obra esclava de la mayor industria de caucho perteneciente al holding IG Farben, que allí producía goma sintética y aceite. IG Farben fue un conjunto gigante de empresas alemanas, compuesto por: BASF, BAYER, HOECHST, AGFA, CASELLA y KALLE. Tal fue el consumo de tinta en los tatuajes de prisioneros, que también PELIKAN se incorporó al grupo. El conglomerado empresarial integró un "laberinto" de carteles con otras empresas enormes: Kuhlmann en Francia, Imperial Chemical Industries de Gran Bretaña, Boruta en Polonia, Mitsui en Japón, Standard Oil, Du Pont y Dow Chemical en EE.UU., entre otras. Aporta Raul Hilberg: "En 1944 a un grupo de reclusos recién llegados les dijeron que se encontraban en el campo de concentración de la I.G. Farbeindustrie. No habían ido allí para vivir sino 'para perecer en el cemento'."
Otras grandes empresas se unieron a la I. G. Farben utilizando los servicios de Auschwitz, entre ellas Krupp -que dejó su fábrica en Ucrania-, Siemens-Schuckert, Metallindustrie, "creando campos satélites en kilómetros a la redonda." 50 campos subsidiarios se crearon solo para ampliar la capacidad de producción del propio Auschwitz. Cita el Registro del Muzeum Auschwitz-Birkenau: "Los mayores subcampos tenían una amplia estructura administrativa, hospital separado, baños, morgues e incluso pequeños hornos crematorios. [Los] presos permanecían allí de forma permanente en la industria de armamento, la minería y la agricultura."
A Auschwitz llegaban un promedio de veinte mil prisioneros diarios. Los que no podían trabajar eran asesinados. Los niños hasta los 14-16 años y los adultos mayores de aproximadamente cuarenta años fueron inmediatamente enviados a las cámaras de gas y crematorios. Coexistían en sus instalaciones 100.000 prisioneros en espera, más 100.000 prisioneros esclavizados. Si sumamos las autoridades nazis alemanas que allí vivían más los sirvientes ucranianos que operaban las instalaciones y los servicios subsidiarios, en Auschwitz Birkenaun se agrupaban 250.000 personas. Morían trabajando o de inmediato. Se cremaban la espeluznante cifra de 2.500 personas por día en cuatro hornos. O sea: 10.000 asesinatos de hombres, mujeres, ancianos y niños tirados a las llamas como leña.
¿Se puede concebir que en su momento no se conocía a Auschwitz Birkenau?
Es con esa realidad que se toparon los soviéticos en su avance por el oeste. Los aliados que se dirigían a Berlín por el este se toparon con Buchenwald y Bergen-Belsen. Ningún campo fue liberado por ningún ejército ni bombardeado por los aliados, ni siquiera sus vías de ferrocarril. Fueron ignorados, obviados. Lo importante era derrotar al ejército alemán y recuperar los territorios conquistados por el imperialismo nazi. Cuando sobre el final de la guerra los ejércitos aliados arribaron a los campos de exterminio, las puertas de "las fábricas de asesinato de judíos solo por nacer judíos", estaban abiertas con sus residuos humanos dentro.
El antisemitismo vigente hoy día
Nos preguntamos: ¿no fue suficiente el exterminio de seis millones de judíos parias en Europa lanzados a las garras del nazismo, para acabar con el antisemitismo? Hoy día nos enfrentamos a un nuevo antisemitismo. Esta vez "aceptable" o "políticamente justificado". Parte de las izquierdas lo disfrazan de antisionismo, parte de las derechas lo disfrazan de "importado" por los inmigrantes asiáticos y africanos musulmanes, y así minimizan su agazapado estigma antijudío atávico. El terrorismo islámico es judeofóbico por su propia definición. Consta en sus programas de educación y atentados permanentes. Ayaan Hirsi Ali, en su libro: "Infiel, la autobiografía de la mujer que se rebeló contra el islam (2006)", es una mujer somalí que transitó por Arabia Saudita, Etiopía y Kenia antes de arribar a Holanda donde fue elegida diputada. Relata: "tenía que rezar todas las noches por la muerte de todos los judíos..."
Nada se asemeja al nazismo en su mito surrealista de superioridad aria ante los "otros" subhumanos o parásitos. Fue una construcción secular, no exclusivamente religiosa. Nada se compara con la guetización de Europa, los campos de concentración, de exterminio y la aniquilación de seis millones de judíos por parte de los nazis. No obstante, hibernan y afloran vestigios antisemitas violentos y manifiestos. Son furiosos y peligrosos. Es imperativo denunciarlos y combatirlos. A ello nos conmina esta lamentable conmemoración.
Roberto Cyjon. Ingeniero; magister en Historia Política, expresidente del Comité Central Israelita del Uruguay
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias