Drenaje delictivo y capacidad inversora
Roberto Sansón Mizrahi
11.03.2024
Los países no centrales mendigan la llegada de inversiones mientras, al mismo tiempo, sufren un tremendo drenaje delictivo de excedentes. Si se cerrase ese drenaje de recursos, los países agigantarían su capacidad inversora de fuentes propias.
Los países no centrales enfrentan una disyuntiva que se resuelve políticamente. Por un lado, promueven la llegada casi indiscriminada de inversiones extranjeras ofreciendo todo tipo de facilidades. Al mismo tiempo, toleran o no logran enfrentar un tremendo drenaje delictivo de recursos que se produce a través de diversos mecanismos: (a) por evasión y elusión tributaria que practican grandes corporaciones y familias afluentes, son capitales mal habidos que fugan al exterior; (b) a través de delitos cometidos por oligopolios exportadores que sub facturan sus ventas a subsidiarias o empresas asociadas que luego venden esos mismos productos a precio pleno a sus compradores, así esconden ganancias y evaden los correspondientes tributos; (c) los delitos que cometen grandes importadores que sobre facturan lo que ingresan al país para acceder a más divisas administradas que las que necesitaron; (d) sectores de altos ingresos con capacidad de incidir sobre las políticas públicas imponen la continuidad de una estructura impositiva regresiva, pagan más los que menos tienen mientras ellos evaden su responsabilidad tributaria; (e ) con ese poder, los dominadores logran volcar a su favor asignaciones del gasto público a través de subsidios o de lucrativas tarifas de servicios básicos que controlan.
El conjunto de estas y otras formas de evadir, eludir y fugar enormes recursos no declarados drena la capacidad de los países de disponer y asignar buena parte sus excedentes. Si se cerrase ese drenaje delictivo, cada país agigantaría su capacidad de financiar con recursos propios aquellas inversiones productivas y sociales que considere prioritarias.
Estados soberanos podrían asignar los recursos recuperados del drenaje delictivo en áreas que son esenciales para el desarrollo nacional. Por un lado, realizar a gran escala inversiones de apoyo a la base del aparato productivo, financiando a pequeños y medianos emprendimientos de la economía popular. Por ejemplo, entre otras modalidades, estableciendo desarrolladoras que identifican y acompañan promisorias iniciativas productivas inclusivas junto a fideicomisos especializados en invertir en ellas y financiar sus etapas iniciales.
Otras áreas prioritarias para asignar los recursos recuperados van desde cubrir la deuda social acumulada hasta, al mismo tiempo, financiar el sistema científico y tecnológico nacional que incluye, entre muchos otros campos, los Institutos de Tecnología Agropecuaria e Industrial, las universidades, colegios y escuelas en sectores y territorios castigados y postergados por la dinámica concentradora.
Cerrar el drenaje delictivo de recursos no excluye la llegada de genuinas inversiones externas que complementen, no sustituyan la inversión nacional. Un país que moviliza todo su potencial productivo y refuerza su infraestructura social, genera genuinas condiciones para movilizar las inversiones fundamentales que requieren, sin mendigar su llegada con onerosas concesiones.
Aunque pesa fuerte, la tendencia concentradora puede ser revertida. Un país no logra salir de su atolladero sin cerrar el tremendo drenaje delictivo de recursos que esteriliza la disposición de buena parte del excedente que genera. Para avanzar con equidad, justicia y sustentabilidad es imprescindible detener el accionar de actores que violentan el orden normativo con delitos abiertos o apañados.
Señalamos al inicio de este texto que los países no centrales enfrentan una disyuntiva que se resuelve políticamente. Esto implica establecer en cada país amplias coaliciones sociales capaces de remover el sometimiento de quienes acumulan desaforadamente. Al encarar este desafío se abren nuevos rumbos y formas de funcionar que vale transitar con determinación y creatividad. Es insostenible volver a aplicar infructuosas supuestas soluciones, ya no más de lo mismo.
Roberto Sansón Mizrahi. Economista, planificador regional y urbano, consultor, dirigió empresas, autor de Un país para todos, Crisis global: ajuste o transformación, Democracias capturadas y otros libros, Co-Editor de Opinión Sur www.opinionsur.org.ar