Transición hacia un mejor orden socioeconómico
Roberto Sansón Mizrahi
05.08.2024
Es imprescindible transformar la insostenible dinámica contemporánea orientando el orden socioeconómico hacia cuidar a la humanidad y al planeta. Toca concebir los nuevos rumbos y erigir poderes democráticos capaces de conducir las trayectorias.
Es insostenible un orden socioeconómico que concentra la riqueza y el poder decisional en el 1% de la población mundial. Enormes mayorías son castigadas con pobres o indigentes niveles de vida al tiempo que el planeta es agredido desaforadamente. Es crítico impulsar transiciones hacia un mejor orden socioeconómico erigiendo un poder social capaz de encarar los cambios y conducir las nuevas trayectorias.
Medidas fundantes de nuevos rumbos
Una transición transformadora necesita imponer medidas fundantes de un mejor rumbo y forma de funcionar. No sirven pequeños ajustes. Es imprescindible desmontar el proceso concentrador y las fuerzas que lo sostienen y reproducen.
Esto implica afectar el núcleo duro de la riqueza concentrada. Una primera medida puede ser establecer un impuesto global a los patrimonios e ingresos de los mil millonarios del orden de entre el 3 al 5% anual. Esos recursos permitirían capitalizar fondos globales y nacionales que financien cuidado ambiental, emergencia social, transformación de la economía popular, salud y educación públicas, ciencia y tecnología de apoyo a los nuevos rumbos.
Será también necesario reorientar el accionar de los grandes fondos de inversión y las mayores corporaciones internacionales. Esto exigirá cambios en la estructura de propiedad y de gestión comenzando con establecer en cada Directorio "acciones de oro públicas" con el mandato de asegurar los nuevos criterios orientadores de su accionar.
Estos dos cambios son fundantes de un nuevo orden socioeconómico. Habrá otras cruciales medidas complementarias en todas las áreas del accionar colectivo.
Por de pronto resolver los mayores delitos concentradores. Por un lado, cerrar el drenaje de enormes excedentes apropiados, no declarados y fugados por poderosas minorías. Es detener la evasión y la elusión impositiva cometidas por corporaciones y familias de altos ingresos que fugan los recursos mal habidos a guaridas fiscales. Ese accionar delictivo debilita a los Estados consagrando injustas desigualdades y un tendal de pobres e indigentes.
También cabe desmontar la explotación oligopólica de mercados donde empresas líderes de cadenas de valor imponen precios y condiciones comerciales para apropiar valores que no les pertenecen, sino corresponden a proveedores, consumidores y al Estado. Existen múltiples y diversas formas de evitar estos abusos al interior de las cadenas de valor.
Es fundamental transformar la carga impositiva, la asignación del gasto público y ordenar las cuentas públicas. La estructura impositiva es altamente regresiva donde los que menos tienen pagan relativamente más que los que acumularon fortunas; es imprescindible transformar la inequitativa estructura tributaria. Al mismo tiempo es necesario reorientar el gasto público de modo de no favorecer a quienes hoy lucran con esos recursos, sino financiar nodos críticos para el desarrollo nacional, incluyendo potenciar la economía popular con sistemas de apoyo al establecimiento de emprendimientos de base popular y la puesta en marcha de fideicomisos especializados en financiar esos emprendimientos. Las cuentas públicas deben gestionarse con efectividad y prudencia sin caer en insostenibles déficits fiscales que pueden evitarse a través de aportaciones de los sectores de mayor riqueza en lugar de castigar a sectores de ingresos medios y bajos.
El sistema financiero es un ámbito estratégico al refundar el orden socioeconómico. Necesita desterrar el accionar especulativo utilizando recursos de terceros y centrarse en financiar las diversas industrias, el agro, la minería, la energía y los servicios esenciales para un desarrollo justo y sustentable. Las nuevas autoridades financieras serán responsables de acompañar con políticas crediticias, cambiarias y regulaciones los nuevos rumbos y formas de funcionar.
Estos cambios fundantes de nuevos órdenes socioeconómicos abren estratégicos espacios de transformación en todas las dimensiones del accionar social, como la desmonopolización de los medios de comunicación, sistemas judiciales que acaben con la impunidad de saqueadores y corruptos, fuerte refuerzo de la salud y la educación públicas, un cabal financiamiento de la ciencia y la tecnología, reemplazando abusivos centralismos potenciando con equidad todo el territorio nacional.
Amalgamar fuerzas sociales capaces de sustentar un mejor orden socioeconómico
Estas y otras medidas refundacionales sólo podrán ser adoptadas y sostenidas si existiese un sólido poder democrático de respaldo. Construir este poder exige amalgamar una diversidad fragmentada de fuerzas sociales. Estos fragmentos sociales actúan con poca coordinación por la existencia de subalternos antagonismos de identidades, y porque quienes dominan alientan sus diferencias y recelos para neutralizar resistencias. Amalgamar sectores medios y populares requiere esclarecimiento y alineación de sus intereses.
Toca reconocer lo que aportaron pueblos originarios y las diversas corrientes migratorias que conformaron las naciones, reparando injusticias y dignidades agredidas. Los originarios fueron expulsados de sus territorios perdiendo su ambiente natural y la desvalorización de valores y tradiciones. Los "colonizadores" se apropiaron de tierras que no eran suyas y explotaron tanto a los pueblos originarios como a las oleadas migratorias que se fueron sumando. Algunas se asimilaron en una o dos generaciones a los dominadores, otras fueron resistidas y explotadas. Nuevas naciones emergieron de duras pugnas entre diversidades nunca amalgamadas.
Ese heterogéneo torrente poblacional necesita ser valorado, escuchado, comprendido para reconocer sus intereses, anhelos y necesidades. Se requiere diálogos sinceros atendiendo la diversidad de cambiantes singularidades que fluyen en un clamor de equidad en la reparación.
Es un esfuerzo para abrir esperanzas sin consagrar iniquidades ni abusos, reemplazando los privilegios del fatídico 1% de mil millonarios por espacios plenos de emulación, colaboración y grados constructivos de competencias colectivas. Una perspectiva nutricia de la capacidad realizadora de todo el arco social, amalgamadas las diversidades con habilidad y firmeza. Por ahí se sustenta el poder refundacional.
Roberto Sansón Mizrahi. Economista, planificador regional y urbano, consultor, dirigió empresas, autor de Un país para todos, Crisis global: ajuste o transformación, Democracias capturadas y otros libros, Co-Editor de Opinión Sur www.opinionsur.org.ar