Alvaro Uribe en modo avión

Ruben H. Díaz

06.07.2024

El sábado pasado, llegue con mi esposa en al Aeropuerto de Cali para tomar el avión a Bogotá que me iba a permitir en otro vuelo llegar a Montevideo. Aborde a la hora señalada, fila 4 C. Nidia fila 4 D. Nos gusta, en lo posible, ir con el pasillo al medio para tener los dos libertad de movimientos.

Estaba completo el vuelo. Solo había dos lugares vacíos. En eso irrumpe Alvaró Uribe y va a cabina de los pilotos. Cuando sale ocupa la fila 3C, justo adelante mío. A su lado un custodio (3B). Mi esposa dice en voz alta: "¿Como está Presidente?". El resto de los pasajeros del avión, casi sin excepción, aplaude y grita vivas al caudillo. Quien hace esfuerzo por que esa espontánea manifestación termine cuanto antes. Su rostro no puede disimular, sin embargo, la satisfacción de confirmar lo de siempre, sus compatriotas, en alta proporción, le reconocen su vida de militancia por Colombia.


Mi primer pensamiento, cuando lo vi, fue bien egoísta. "Mala suerte", esto es muy peligroso. Es muy peligroso que Uribe vuele en un avión de línea. Nadie puede dudar que Uribe es un hombre valiente. A los 76 años que tengo, he pensado en la muerte. Llegue siempre a una conclusión. Que cuando me toque sea rápido. No tuve pánico, tuve miedo.


Empecé a razonar. Será en todo caso rápida. Como sin duda lo fue, hace unos treinta años, cuando murieron pasajeros y tripulación -también en vuelo local de Avianca- porque explotaron otro avión. Un extremista subió a una aeronave que se creía podía estar Gaviría, si la memoria no me falla, y quienes lo hicieron viajar le dijeron prendiera su computadora y les mandara un mensaje. Lo hizo y sin saber activo un artefacto que destruyo la aeronave. La "Paz Total" del Presidente Petro ha logrado que hoy viajar con Uribe en un avión de línea, después de todo, es tan peligroso como entonces.


El miedo, en cierta forma, se transformó en paz. Sería rápido y un honor morir allí, junto a una persona que conocía por primera vez, pero admiro desde que supe de su existencia.


Imaginé algunas cosas y recordé otras. Soy amigo del Dr. Washington Abdala actual Embajador de Uruguay en la OEA. Sin embargo, desde que vive en Washington, le he hablado solo dos o tres veces, comprendo que está muy ocupado. Justamente en la sala de espera del Aeropuerto de Cali, antes de tomar el vuelo, hable con él y tuvimos una larga y gozosa conversación. Ya me imaginaba al turco contando y llorando lo que había conversado. Porque los turcos lloran. Un turco para un discurso póstumo aseguraba la cosa. Claro que la concurrencia puede no ser muy exitosa. Pero, en fin, discurso iba a tener.


También recordé, que en otros tiempos, cuando me toco integrar alguna delegación al exterior con el Presidente de turno, al conversar sobre mi terror a los vuelos de avión, decía que esa eran las circunstancias mas peligrosas si ocurría un accidente. Porque los discursos al Presidente, a los Ministros, a las figuras que lo acompañaban iban a acaparar toda la atención. Corría el peligro que a este humilde servidor, apenas un Presidente de Puertos, a lo sumo le iba a tocar un aviso fúnebre.


Mientras yo estaba en esas cavilaciones, pasaban cosas. El avión carreteo, emprendió vuelo, Uribe se persino y se durmió. Con Uribe adelante y mi mujer al costado. ¿Qué hago?. Porque algo iba a hacer. No lo podía despertar, pero el vuelo era de solo treinta minutos. Llegue a la conclusión que un atentado lo lógico es que ocurra apenas suba el avión, o cuando vuela a velocidad crucero. Cerca de un aeropuerto con un tráfico grande, como el de Bogota, es más difícil identificar la aeronave contra la que se quiere actuar. Decidí que mi alternativa de tener una foto con él estaba entre el momento que el avión comenzara a bajar y el aterrizaje.


Diez minutos antes de aterrizar, en susurros, le dije a Nidia, "saca el teléfono, estate preparada". Después de llegar, me conto que cuando se sentó Uribe (nosotros apagamos los teléfonos en los vuelos) prendió el suyo y lo puso en modo avión. Que si yo no le hablaba a Uribe iba a decir, "presidente, déjeme sacarle una foto con mi marido, el uruguayo más uribista que existe".


El hombre se despertó como imagine. Presidente, soy uruguayo, me he sacado fotos con cuatro presidentes de Colombia y con usted nunca"-


Se sobresalto, se saco un collarín que sin duda siempre usa para dormir en los vuelos, se dio vuelta y dijo "como podemos hacerlo". Nidia apretó el botón. Entonces cambio de tema y me pregunto que iba a pasar en el Uruguay. Conteste que había esperanza, que las encuestas estaban dando un posible triunfo de la coalición de gobierno, pero que en nuestro país una era una tragedia que ganara la izquierda. "Ustedes son muy organizados" señalo y se formalizo una breve pero amena conversación. "¿Quién lidera hoy?" pregunto. "Un gran estadista señale, el Presidente Lacalle Pou". Termino preguntando en que época Nidia estuvo en la Cancillería. Por supuesto que menciono al Ministro Lloreda, valluno como todo el mundo recuerda. "La situación es muy grave" señalo para terminar hablando del pueblo de la familia de Nidia, Sevilla. Al que no iba hace mucho tiempo, pero si a Caicedonia, el más cercano.


El avión aterrizó. Otro custodia, que viajo en un asiento más atrás, apareció como exhalación, empezaron los aplausos y los vivas. Espero que los pasajeros de los asientos mas cercanos salieran, nos dio la mano a nosotros y se fue.


Me he sacado fotos con Presidentes y jefes de estado en otras oportunidades, unas veinte, siempre en eventos de trabajo. Esta es la peor de todas, Nidia como era lógico, se puso nerviosa cuando la saco y quedo horrorosa. No importa, ya es la que valoro más.


Quiero mucho a Colombia. He vivido ya dieciséis años allí, pero soy orgullosamente uruguayo. Me cuesta mucho hablar de política de este país. No soy religioso. Si lo fuera, rezaría para que no pasen dos sucesos que pueden ser trágicos para un pueblo que ya ha sufrido mucho y no lo merece. Tratar de que Petro no termine su mandato, o llevar preso a Uribe.

 

Ruben H. Díaz

Columnistas
2024-07-06T08:46:00

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