Mi pequeño homenaje a Giorgio
Selva Andreoli
30.05.2021
Hay seres que irradian luz, otros que la reflejan y otros que son opacos. Giorgio pertenecía al primer grupo.
No necesitaba que le prestaran alegría para desparramarla en derredor, simpatía y buena onda, y algo que pocas personas saben hacer, transformar una situación dramática y ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío.
Eso le daba optimismo, para sobrellevar las malas y para emprender todo tipo de proyectos y aventuras. Lo bueno, es que vivió con intensidad todo, sus broncas, sus éxitos, sus amigos, su familia, su trabajo, sus emprendimientos.
Y eso lo trasladaba al universo de los sabores. Era un excelente cocinero, disfrutaba/ábamos sus platos (su vitel tonne, infaltable e irrepetible, en la cena de Navidad en familia), sus pastas y sus salsas italianas con ese toque de creatividad que ponía en todo.
Si había alguien que tenía ganas de vivir, ése era Giorgio; a pesar de sus nanas, a pesar de su encierro prudente durante esta pandemia que nos cambió la vida a todos.
Innumerables veces llamaba por teléfono para invitarnos a almorzar y nos tentaba con un menú especial, porque era muy "familiero". Su hermano era un referente, no solo en política, y un amigo.
Yo lo conocí a través de SIUR, cuando viajaba a Cuba o le daba historias clínicas de muchos uruguayos que querían buscar en la Isla la solución a sus problemas médicos, allá por el 85-86-87. Y siempre me sorprendió su disposición sin límites para llevar, traer, hacerse cargo de problemas de otros. Siempre fue así. Solidario, comprometido, en los hechos no en las palabras.
Si tuviera que decir qué extrañaré más de él, diría su buen humor, sus chistes y el consejo certero sobre cualquier situación, desde sentimental hasta económica; porque se involucraba, no respondía por quedar bien. A mí me ayudó mucho cuando comencé mi relación con su hermano, puedo decir que fue un hermano en quien confiar.
Ahora quedará su recuerdo, que no se asocia a la tristeza, aunque duela. Quedará su espíritu fiestero como el de un adolescente. Su incansable camino de emprendedor que no paraba.
Sí. Vivió como quiso, salía a pescar - una de sus pasiones -; llevó a La Catalina a Cuba e irradiaba entusiasmo - parecía un murguero más - organizó sorteos, inventó fórmulas para hacer que maestros o gente que nunca hubiera soñado con subir a un avión, viajara; bailó; amó a su familia y a sus amigos; ayudó siempre; pensó en los demás y en el futuro de este bendito país; participó en el grupo de reflexión de Ideas y siempre tenía algo para aportar; dirigió AUDAVI por dos periodos consecutivos y fue Jefe con mayúscula de su equipo de colaboradores que hoy lo recuerda con mucho cariño; acogió a cubanos y los ayudó a insertarse en nuestra sociedad.
Siempre buscando soluciones a problemas de los demás.
¿Que más se podía pedir?
¡Que siga viviendo! Que no haya pasado a ser un número más en esta trágica realidad que tantos uruguayos están sufriendo.
Porque su vida, valía la pena. Porque era un gran ser humano.
Lic Selva Andreoli Directora Grupo Publicitario PERFIL
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias